Homenaje y justicia para el maestro
Vicente Hondarza
Escrito
por Espinoza Marco

¿Pero quién fue Vicente Hondarza Gómez?, nacido en 1935, en Fernancaballero,
provincia de Ciudad Real de España, el día 15 de octubre. Sus padres fueron
campesinos, a tan solo tres horas de
nacido, fallece su madre, al quedar huérfano es atendido por su abuela, al concluir
sus estudios primarios, Vicente aprende el oficio de carpintero – ebanista. A los
19 años ingresa al Seminario a cursar estudios sacerdotales, siendo ordenado
sacerdote en el año 1955, posterior terminaría la carrera de Filosofía,
culminado lo mencionado decide ser un misionero de Dios, fue en el año 1966 que
se recibe como diaconado y en 1967 se recibe como sacerdote. Desde 1967 hasta
1973 radica en Colombia, en donde se dedica a apoyar a los campesinos y a
organizarlos, formando un colegio cooperativo agrario, diría su hermano
Emiliano en una nota:
“Como hijo de campesinos y de
campesinos muy pobres, espontáneamente nació en él su inclinación y
preocupación por los campesinos y por los pobres, y esto de una manera
prioritaria. En la parroquia de Chancay tuvo un amplio campo de acción, ya que
la parroquia abarca, además de la ciudad, parte del valle y de la sierra el río
Chancay y varios Pueblos Jóvenes, en los que la mayoría son pobres y marginados
(…)” (Diócesis ciudad Real, 2017).
Exactamente
llega al Perú el 18 de mayo de 1974, para trabajar en la diócesis de Huacho y
es nombrado párroco en el distrito de Chancay. Vicente Hondarza camino 13 años,
algunas eran largas travesías y otras eran fructíferas, esto siempre a favor
del pueblo, apoyando a los profesores, a sus alumnos, a los campesinos y a los
niños.
A continuación rescatamos
unas palabras encontradas en un blog, el cual dice:
Como otras veces, el día 13 de
junio de 1983 subió camino de Lampián para celebrar una festividad y tener
reuniones con los campesinos. Esa fue su última subida.
Vicente fue torturado y asesinado
entrada la noche, a las afueras del pueblo, sin derecho a defenderse y unas
horas después de haber celebrado la Cena del Señor, en una fiesta patronal: San
Antonio de Padua, en Lampián.
Después de la celebración de la
Eucaristía, se retiró a orar y descansar lejos del bullicio y ruidos de la
fiesta, en una humilde habitación, sin ninguna seguridad, con un catre y poco
más, al estilo de las viviendas de la serranía, sin la menor sospecha que allí
le estaban esperando sus torturadores y asesinos.
Al anochecer del día 14 sería
trasladado a la morgue de Chancay, donde se presume fue "rematado"
ocasionándole una abertura en la cabeza de unos 15 centímetros aproximadamente.
Vicente no solo ofreció, como sacerdote, el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino horas después ofrecía por su pueblo, su propio cuerpo y su propia sangre. (Alvarez, 2011)
Vicente no solo ofreció, como sacerdote, el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino horas después ofrecía por su pueblo, su propio cuerpo y su propia sangre. (Alvarez, 2011)
El
hecho de escuchar y observar de como mencionan algo es muy diferente a leer e
investigar sobre tales hechos, y el Caso “Vicente Hondarza” ha quedado marcado
en todos los peruanos, especialmente a aquellos que buscamos una justicia social
y un bienestar para los más necesitados. A continuación unas palabras oídas y
escritas en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación:
“Antonio se olvidó decir
un detalle importante: Vicente nace el quince de octubre, el mismo día que Antonio;
también eran colegas en cumpleaños. Antonio, un poquito más viejo. Un año más.
Un año
más Antonio. O sea, tenía entonces cuarenta y siete. Tres horas después de nacer Vicente, murió la mamá de Vicente. O sea, para que él tuviera vida, la mamá tuvo que morir… la vida física. Yo hoy
diría: «Vicente murió físicamente y a partir de su muerte sigue siendo su vida en Chancay mucho más presente». Tuvo que morir Vicente para que la parroquia de Chancay viva más fuertemente la presencia. Prueba de ello es que el día catorce celebramos el diecinueve aniversario y, casi como el
primer día, la iglesia se sigue llenando. Se sigue llevando la memoria histórica de Vicente en el
pueblo de Chancay”.
más Antonio. O sea, tenía entonces cuarenta y siete. Tres horas después de nacer Vicente, murió la mamá de Vicente. O sea, para que él tuviera vida, la mamá tuvo que morir… la vida física. Yo hoy
diría: «Vicente murió físicamente y a partir de su muerte sigue siendo su vida en Chancay mucho más presente». Tuvo que morir Vicente para que la parroquia de Chancay viva más fuertemente la presencia. Prueba de ello es que el día catorce celebramos el diecinueve aniversario y, casi como el
primer día, la iglesia se sigue llenando. Se sigue llevando la memoria histórica de Vicente en el
pueblo de Chancay”.
Estaba surgiendo el
terrorismo en aquellos años, y lo acusaban, pero Vicente no tenía miedo. Dice: «
¡A mí qué me van hacer nada! Además hay mucho que hacer. Yo no quiero morir».
(Palabras del reverendo Padre Carlos Pinedo Olmedilla, ante la Comisión de la
Verdad y Reconciliación, 2002)
La
JEC por intermedio del párroco y gran amigo Ángel Saboya, fue una de las
instituciones que siempre ha recordado el trabajo de Vicente, pero también el
amigo Javier Ocaña y sobre todo los pobladores de Chancay, lugar donde permaneció
como párroco y profesor de Religión. Sin lugar a duda que todos ellos reclaman
justicia, al igual que ayer son los pueblos lejanos los que sufren la cólera del
hombre, olvidados por completo, no hay colegios que puedan articular las
necesidades de los pobladores con el campo, las necesidades humanas necesitan postas
medicas equipadas para poder salvar una vida o para poder evitarlas, comisarias
abandonadas y sin policías, justicia para los que tienen dinero y cárcel para
los que no la tienen, tal como lo decía Vicente: "Para que cambie la sociedad tiene que haber buenos
maestros, buenos abogados y buenos sacerdotes". Es que lo que ayer nos
recordaba Vicente es que debe haber maestros y no profesores, hoy egresan cada
año nuevos profesores sin una visión social de lo que sucede en los rincones más
alejados de la ciudad o del Perú, maestros no los hay pues en nada se incentiva
la investigación, siguen siendo algunos profesores copia y pega de nuestra
realidad social.
Sin lugar a duda que Vicente es
ejemplo de lucha, los trabajos realizados en Colombia y Perú lo han demostrado,
hoy más que nuca recordemos sus obras y sus palabras, y conjuntamente con el
grito de justicia. 37 años y no hay justicia, fueron los grandes empresarios
los que acabaron con su vida, fiel a su estilo de no perder más tierras,
Vicente sabía nuestra realidad y aun así siguió luchando, tal como lo describe
el siguiente texto:
Y aquí vuelvo a escribir lo que decía antes. Una semana, dos
semanas antes, decía
Vicente: «En las circunstancias actuales que vivimos, una iglesia que no sea acusada, perseguida, que no tenga mártires, hay que dudar de su autenticidad. Pues la calumnia y la persecución son
notas propias de la iglesia que fundó Cristo». Vicente, me contestó, hasta ahora me siguen resonando en mis oídos las palabras y el timbre de voz de Vicente: « ¡Claro, claro, estoy totalmente
de acuerdo contigo!».
Vicente: «En las circunstancias actuales que vivimos, una iglesia que no sea acusada, perseguida, que no tenga mártires, hay que dudar de su autenticidad. Pues la calumnia y la persecución son
notas propias de la iglesia que fundó Cristo». Vicente, me contestó, hasta ahora me siguen resonando en mis oídos las palabras y el timbre de voz de Vicente: « ¡Claro, claro, estoy totalmente
de acuerdo contigo!».
Referencias
Diócesis ciudad real (2017). Vicente Hondarza, misionero de los
pobres. Recuperado de https://diocesisciudadreal.es/noticias/433/vicente-hondarza-misionero-de-los-pobres.html
Alvarez, J. (19 de julio de 2011). Muerte del Padre Vicente Hondarza
Gómez. Recuperado de http://muertedeelpadrevicentehondarzagomez.blogspot.com/2011/06/muerte-del-martir-vicente-hondarza.html
LUM (s.f.). Centro de Documentación e Investigación. Recuperado de https://lum.cultura.pe/cdi/video/hondarza-vicente
También puedes leer los siguientes link:
[Fotografía
del Diario La República]. (Lima. 1983). Archivo fotográfico de la Revista La
Chispa y de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.