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martes, 7 de junio de 2022

EDUCACIÓN Y REVOLUCIÓN. TEXTO DE CARLOS CASTILLO R.

 


La revolución de la alegría

Educación y revolución

Estudio y práctica política para todos los cubanos

Antes de la revolución la educación en Cuba era de dos clases: la privilegiada proporcionada en cómodos establecimientos particulares a los hijos de los ricos y la fiscal o del Estado que se daba en humildes locales escolares a los niños de las clases medias y trabajadoras. Aquellas escuelas eran totalmente diferentes.

Por Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

En la primera se predicaba el amor en abstracto, la justificación de la explotación humana y la inigualdad social y económica. Y en la otra se enseñaba ese mismo amor fariscico y teórico junto a la resignación a la pobreza y la tolerancia frente al sistema arbitrario que permitía la coexistencia —al parecer pacifica— de muchos que no tienen nada y de pocos que tienen demasiado. Es decir, antes de la revolución existía en Cuba eso que ahora se llama educación de clase.

Eso sucedía en las escuelas. Más allá de ellas, en la ciudad y el campo, estaba el reducido sector de las minorías instaladas donde Vivian, siguiendo el modelo de la vida norteamericano, los terratenientes, los importadores, los propietarios urbanos y los profesionales, detentadores todos ellos, al mismo tiempo, de los beneficios del saber. A su lado, o mejor dicho frente a ellos, estaba el pueblo humilde, los trabajadores manuales de la ciudad y el campo que moraban en el mundo reducido y amargo no sólo del hambre sino también de la ignorancia.

El conocimiento convivía pues con el dinero y la comodidad, como sucede ahora en el Perú. La revolución tenia que reaccionar ante situación tan desigual e injusta.

LA ALFABETIZACION MASIVA

A comienzos de 1959 se planificó en Cuba la educación revolucionaria. Ella no fue producto del trabajo de los llamados tecnólogos de la educación sino tarea política del pueblo. Los antiguos moldes coloniales tenían que ser quebrados en pedazos por acción de las masas y así debía iniciarse la socialización del conocimiento. Había que empezar la tarea de enseñar a leer y escribir a todos. Sólo de esa manera la educación podía llegar no sólo a niños y jóvenes sino a todo el pueblo.

La proeza la realizó Cuba en 1961 que venció, en un solo año, al analfabetismo. Ningún país logró jamás tanto, en tan poco tiempo. Para ello tuvo que movilizar a toda la población con la fuerza que sólo da el cambio de estructuras cuando es auténtico. De esta manera alfabetizar no fue tarea escolar sino hecho de cultura, acción de masas. Es decir, transformación general que sólo se puede llevar a efecto al interior del socialismo, cuando se han eliminado las diferencias por clases antagónicas.

Fueron así sujetos de alfabetización el chiquillo y el anciano, la niña en edad escolar y su abuela. UNESCO no creyó en la magnitud de la proeza y fue a investigar para descubrir más tarde algo que no quiso decir en voz alta: cuando el trabajo de alfabetización lo alienta un pueblo en revolución, los resultados no son sólo abrumadores sino también revolucionarios. En un año Cuba pasó de país de mayoría qué no sabia leer ni escribir a ejemplo de América Latina, con menor porcentaje de personas iletradas. Es decir, casi un milagro.

EL HOMBRE NUEVO

Ahora no queda un solo niño sin escuela. El promedio de escolaridad supera a los 6 años y pronto llegará a los 9. Uno de cada 3 habitantes, estudia. La ciencia, el arte, la técnica, la cultura y el deporte, están al alcance de todos. El estudio se ha ligado al trabajo y, de esta manera, los escolares de ambos sexos participan en los trabajos del campo haciendo en ellos practica de humildad, solidaridad y espíritu revolucionario. Por eso los cubanos ya pueden hablar de el hombre nuevo.

Todos los centros educativos, inclusive internados, son mixtos, sin asomo de discriminación racial, desprecio al trabajo manual ni erotización precoz. Esto puede ser consecuencia de una radio y televisión verdaderamente educativas y entretenidas que informan con altura y dignidad todos los temas aun los más escabrosos. Y que no presentarían programas como los de Augusto Ferrando y Yola Polastri porque jamás incentivan la burla al prójimo, ni la adopción de bailes y danzas, ajenos al pueblo cubano.

LA PEDAGOGIA CUBANA

Los métodos de enseñanza que se ponen en práctica en las escuelas cubanas, se basan en el pensamiento de José Martí, Félix Morales y Enrique José Varona y que, sintetizando, expresan: Hay que aprender pensando. Mientras más hablan los maestros, menos enseñan. Ser cultos es la única manera de ser libres. Los maestros deben enseñar a trabajar con las manos, con los oídos, con los ojos y con la inteligencia.

Parece esquemático, pero funciona. Es que, en toda enseñanza, se tiene como telón de fondo al socialismo. Da la impresión, estando en Cuba, que toda la educación de los últimos 27 años la dirigió, personalmente, Fidel Castro. Es que conoce su revolución al mínimo detalle. En “PEDAGOGÍA 86” reunió —como dijimos— a más de 3 mil profesores de todo el mundo y explicó, durante dos horas y media, los avatares y dificultades que tuvo que vivir Cuba para tener la envidiable educación que hoy disfruta. 

“Cometimos, al principio, muchos errores. Imagínense lo ingenuos que éramos que apenas tomamos el poder político cerramos los cuarteles para convertirlos en escuelas. ¡Y lo hicimos teniendo al enemigo tan cerca!, dijo.

Fidel Castro aquella noche inolvidable para quienes pudimos verlo y escucharlo, recordó la lucha por la alfabetización. Contó que el entusiasmo de los jóvenes alfabetizadores de ambos sexos fue tan grande, que promovió un tremendo “boom” de nacimientos producto de la vida del campo y el fervor revolucionario. Es que los jóvenes alfabetizadores no sabían mucho de métodos anticonceptivos y, en cierto modo, la revolución rompió la barrera de los sexos. ¿Qué hacer? Como la palabra “prevención” estaba de moda, algún compañero sugirió se pida al exterior una gran dotación de “diafragmas”. Al hacer el pedido no se explicó para qué. ¡Y nos enviaron —contó Fidel— millares de diafragmas para bombas de automóviles!

EDUCACIÓN Y REVOLUCIÓN

Así, con anécdotas y todo, la educación cubana cumplió un extraordinario papel en la revolución. Y lo hizo en dos frentes: preparando cuadros técnicos y conduciendo al pueblo al combate ideológico que haga posible la instauración del socialismo.

Ahora, después de 27 años de lucha permanente, se trata de una educación que maneja variables desconocidas por el capitalismo. La socialización y la reproducción —factores indesligables del proceso educativo— se orientan hacia la eliminación de las clases sociales. La educación, de esta manera, ya no es patrimonio de minorías pues llega a todos los sectores y además transmite fraternidad y solidaridad humanas en lugar de egoísmo y espíritu de lucro. No genera, tampoco, mano de obra para la explotación del hombre, sino seres trabajadores capaces de crear bienes materiales para el consumo colectivo y el bienestar social.

Al enlazar la mente con la mano, esta nueva educación tiende a que cada fábrica sea una escuela y cada escuela un centro de producción.

El estudio está unido, entonces a la práctica política y así debe llegar a las masas. Desde este punto de vista, educación es revolución y viceversa, exactamente de la misma manera como la educación oficial en el Perú es sinónimo de inmovilismo y no cambio. Aquella dinamiza a la sociedad y ésta, la nuestra, transmite valores y conocimientos del pasado para reproducirlos fielmente. (Castillo, 1986, p. 19)

Referencia

Castillo, C. (15 de octubre de 1986). Educación y revolución. La Voz.

[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima. 2022). Archivos extraídos de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.