¡Mariátegui, otro expulsado de la escuela!
Notas de Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Niños y adolescentes del Perú dedicaran un día al año a rendir homenaje a doña Juana de Dios Manrique, otro a Cristóbal Colón y, otro, a don Andrés Bello. No habrá, en cambio, día para José Carlos Mariátegui. No esta en el Calendario Cívico Escolar ni en los textos escolares. ¡Está es la educación para la cultura!
Es fácil entender esto: se trata del “primer marxista de América”, del hombre que sentó las bases para un socialismo autónomo en el Perú, creación heroica del pueblo y expresión de nuestra realidad.
Resulta comprensible, por eso, que, así como se olvida a Vallejo, se silencie a Mariátegui. No se entiende, en cambio, que se pretenda cubrir estos crímenes de lesa cultura con una imparcialidad y un pluralismo que el gobierno está muy lejos de practicar.
§ Si José Carlos Mariátegui no hubiese sido el primer latinoamericano que pensara en un socialismo elaborado por el pueblo y surgido de sus propios problemas, sin intervención foránea alguna, igual habría pasado a la historia de las ideas del Perú como máximo exponente de una educación que, estando ligada al acontecer económico, social y político del país, redima y atienda las necesidades educativas de las mayorías nacionales.
UN HITO EN LA HISTORIA
José Carlos Mariátegui desbrozó el camino hacia el conocimiento concreto del país gracias al método marxista que le permitió hacer un análisis científico de la original y compleja realidad nacional. Desde entonces, el Perú deja de ser, para los especialistas, un apéndice de Europa. No por algo diagramó una imagen alternativa de nuestra sociedad a partir de sus propias urgencias y necesidades. Y recogiendo nuestra historia y las expresiones objetivas, concretas, de la cultura peruana, delineó, dio forma, aun nuevo país de facetas peculiares y perfil hasta entonces desconocido.
La presencia de Mariátegui es, por eso, un hito en la historia del país: así como se suele distinguir un Perú de antes y otro posterior a la llegada de los españoles, su presencia divide nuestra vida republicana en dos grandes partes: la anterior a su aparición en el mundo de las ideas peruanas y la posterior, la de estos años, que están nutriendo el pensamiento de las nuevas generaciones.
Una escuela que rechaza el cambio social mal podía consagrar, pues, un Día a su memoria.
MARIÁTEGUI Y LA EDUCACIÓN
Toda la gama de los trabajadores de la educación, desde los maestros sin estudios pedagógicos hasta los sofisticados doctores en educación que antes graduaba San Marcos y después La Cantuta, buscamos intensamente al autor que pudiese proporcionamos la alternativa pedagógica ideal para el país. O el modelo educativo foráneo ideal para su adaptación en el Perú.
No sabíamos —no nos dimos cuenta—que las bases de la educación que el Perú requiere estaban en nuestros propios anaqueles, en esos pequeños y muy valiosos libros que la editorial Minerva de la familia Mariátegui Chiappe puso, a precio de costo, en nuestras manos.
Pero hay otras razones que se agregan a este deslumbramiento que nos impidió apreciar debidamente el valor educativo de la obra de Mariátegui: alienados como estábamos, dada la deficiente formación docente recibida en las Facultades de Educación de las universidades o de las Escuelas Normales del Ministerio de Educación, teníamos tendencia a pensar —equivocadamente— que cuando no se hacía mención a las palabras curriculum, enseñanza/aprendizaje, evaluación, investigación educativa, objetivos instruccionales, etc. no estábamos tratando sobre un tema de Educación.
¡Nos hicieron creer que la educación era un problema técnico-didáctico que tenía que ver únicamente con tizas, lecciones, cuadernos y asignaciones escolares! Dada esa distorsión, que hasta ahora existe y el Ministerio de Educación refuerza, ¿cómo habíamos de creer en planteamientos que no citaban a John Dewey, Pestalozzi, Decroly, Makarenko Skinner, María Montessori y demás dioses del olimpo de la pedagogía mundial?
Por otra parte, corazón adentro, nos hacíamos absurdas preguntas nacidas por nuestra desinformación y deficiente formación: ¿aprender pedagogía de quien no terminó de estudiar la Primaria? ¿Y que jamás fue maestro, profesor ni catedrático? ¿Y a quien ni siquiera mencionan los diccionarios de Pedagogía? ¿Y desde cuando los ideólogos políticos saben de educación? Y así, durante mucho tiempo tuvimos que pagar —muy caro— el precio de nuestra ignorancia.
SUS ENSEÑANZAS
Tarde advertimos pues que la base para una nueva educación peruana estaba engarzada en los planteamientos de José Carlos Mariátegui. No sólo en sus temas de Educación y el Proceso de la instrucción pública. ¡En todas sus obras! Imposible terminar esta semblanza sin extraer, de su vasto pensamiento educativo, algunas de sus impactantes frases.
1. Tres influencias se suceden en el proceso de instrucción en la república: la herencia española, la influencia francesa y la influencia norteamericana.
2. En el proceso de la instrucción… se constata la superposición de elementos extranjeros combinados e insuficientemente aclimatados.
3. La educación nacional no tiene un espíritu nacional; tiene más bien un espíritu colonial y colonizador.
4. España nos legó, de otro lado, un sentido aristocrático y concepto eclesiástico y literario de la enseñanza. Dentro de este concepto… la cultura era un privilegio de casta… El pueblo no tenía derecho a la instrucción. La enseñanza tenia por objetivo tomar clérigos y doctores.
5. La república, además, nacía en la miseria. No podía permitirse el lujo de una amplia política educacional.
6. Cuando en sus programas… el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como a peruanos como todos los demás. Los considera como una raza inferior. La República no se diferencia en este terreno del Virreinato.
7. No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y, por ende, su superestructura política.
8. La crisis de la enseñanza coincide universalmente con una crisis política.
9. La reorganización de la enseñanza tiene que estar dirigida por sus propios hombres.
10. El vicio fundamental de la enseñanza es su incongruencia con las necesidades de la evolución de la economía nacional y de su olvido de la existencia de su factor indígena.
11. Alfabetizar no es educar.
12. La enseñanza obedece a los intereses del orden social y económico. Y, si en algo no se equivoca, es en su función de escuela de clase. (Castillo, 1989, p. 9)
Referencias.
Castillo Ríos, C. (26 de abril de 1989). ¡Mariátegui, otro expulsado de la escuela!! La Opinión, p. 9.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima. 2018). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.