Mi lista de blogs

viernes, 16 de julio de 2021

ESA ESCUELA AJENA QUE TENEMOS EN PERÚ POR C. Castillo R.

 


Esa escuela ajena que tenemos

Escribe Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

Tras la aseveración hecha por José Carlos Mariátegui, todos los peruanos hemos repetido que la educación formal en el Perú republicano no ha sido sino eco pálido y mal adaptado de los sistemas español primero, europeos después y, últimamente norteamericano. Esta afirmación es tan evidente que jamás necesitó demostración.


Es que teniendo nuestros intelectuales oficialistas mentalidad colonial no resulta nada extraño que, ante la complacencia de la clase que estaba en el poder, nuestras escuelas funcionaran como calco y copia de aquellos modelos metropolitanos que tanto nos enajenaron con sus aportes disfrazados de ciencias y modernidad.

Nada hizo la educación y nada hace ahora mismo porque la escuela atenúe discriminaciones raciales, sociales, económicas y hasta regionales existentes; nada por entender, defender y promocionar nuestra cultura nativa ni a favor del resurgimiento de los valores del mundo andino: nada porque disminuyan, en el país, las enormes distancias creadas por una arbitraria e injusta distribución de la riqueza; nada porque la educación, abandonando su función informante y consagrada al archivo del conocimiento y, en su lugar, se dedique a organizar a la población, a movilizarla en torno a sus problemas básicos y a luchar por la conquista de mejores condiciones de vida para todos los peruanos.

            Deslumbrados en cambio por todo lo que llega del exterior, la educación ni siquiera se percató de las diferencias sustanciales de nivel de vida y de cultura existentes entre nuestro país y aquellos cuyo modelo educativo adoptaba.

Con inusitado entusiasmo la escuela oficial del Perú, que debió organizar a la comunidad para la solución de sus problemas, y, al mismo tiempo, entrenar a sus alumnos a vacunar, a utilizar el jabón, a purificar el agua, a prevenir la deshidratación de los niños o siquiera a manejar domésticamente presupuestos deficitarios, se dedicó, en cambio, entre otras cosas muy poco útiles a dar informaciones culturales, recopilar definiciones, y tratar de hacer entender, desde de la teoría, el mundo donde habitan los niños.

Es decir, debiendo echar a andar una educación que, desde la praxis, permita a los alumnos conocer su propia realidad, propagó, en su lugar, una pedagogía orientada a preparar al estudiante para que más tarde pueda postular su ingreso a una universidad tan aislada como la escuela de los problemas sociales de su entorno.

No vamos a someter a los modelos foráneos a un examen sobre sus deficiencias y absurdas concepciones. Al contrario: aun admitiendo, provisionalmente, que las escuelas española, europea y norteamericana que sirvieron de ejemplo al Perú, hayan sido, en su momento, convenientes y hasta beneficiosas para sus propios países, simplemente nos concretaremos a afirmar que cada sistema escolar está ligado al tipo de sociedad donde ha nacido.

Lo que también quiere decir que a cada comunidad, a cada clase social, a cada grupo humano, le corresponde un tipo, un modelo de escuela determinado de acuerdo a sus necesidades e intereses particulares. En otras palabras: la educación que nace para satisfacer las necesidades educativas de Europa y los Estados Unidos no tiene por qué ser útil ni idónea en un país tan complejo y heterogéneo como el nuestro. Y no es que nos quede demasiado grande ni pequeño; sucede, simplemente, que no ha sido elaborado a nuestra medida.

Si hay algo de verdad en estos argumentos se hace necesario preguntarse ahora mismo: ¿Y cuando la escuela del Perú será peruana? ¿Y esa escuela necesariamente tendrá que ser una “escuela única”? ¿Cómo conciliar en un mismo sistema educativo a culturas tan diferentes como las nuestras? ¿De qué manera esbozar,  desde el Ministerio de Educación, un sistema que por igual y al mismo tiempo sirva a los pueblos del mundo andino, a las comunidades de nuestra amazonia y a ese enorme pueblo mestizo y urbano que se reúne alrededor de las grandes ciudades?

Responder, naturalmente, a estas preguntas no es fácil. Tampoco lo seria si uno se estuviera refiriendo sólo a la capital de la república. ¿Podrá ser buena una escuela para los niños de Comas o Villa María del Triunfo y también para los de Miraflores, San Isidro, o Chacarilla del Estanque? Pero hay mil preguntas más que son acalladas. ¿Será posible, por ejemplo, aspirar a una educación idónea para el país manteniendo sin control a la televisión comercial? ¿Cómo irá la formación de los niños del Perú con tan profunda crisis económica, y con la avalancha de programas de TV. enajenantes, violentos y manipuladores de conciencias y conductas? (Castillo, 1989, p. 19).

Referencias

Castillo Ríos, C. (14 de marzo de 1989). Esa escuela ajena que tenemos. La República, p. 19.

[Fotografía del periódico La República]. (Lima. 1985). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.

lunes, 5 de julio de 2021

PREVENCIÓN DEL DELITO ES POLÍTICA DE MENORES

 


Han transcurrido 37 años desde aquella mañana del martes 27 de marzo del año 1984 donde varios reclusos tomaron como rehenes a varios trabajadores de la penitenciaria “El Sexto”, fueron más de 14 horas de terror. En el siguiente articulo preparado por el diario La República, el maestro Carlos Castillo Ríos, asesor de la UNESCO en temas de rehabilitación social y sistema penitenciario, daría su punto de vista en conjunto con otros especialistas. El Sexto también es recordado por el gran AMAUTA José María Arguedas, quien pasara injustamente varios meses en esos tenebrosos pasillos, y en la cual escribió su libro titulado: “el sexto”.

“Nos trasladaron de noche. Pasamos directamente por una puerta, del pabellón de celdas de la Intendencia al patio del Sexto.

Desde lejos pudimos ver, a la luz de los focos eléctricos de la ciudad, la mole de la prisión cuyo fondo apenas iluminado mostraba puentes y muros negros. El patio era inmenso y no tenía luz. A medida que nos aproximábamos, el edificio del Sexto crecía. Íbamos en silencio. Ya a unos veinte pasos empezamos a sentir su fetidez”. (Arguedas, 1980, p. 9).

Tragedia en El Sexto

La renuncia de Alayza es el pésimo consuelo que nos queda

Todo este horror es por falta de una política penitenciaria

·         Ministros de Justicia confundieron tratamiento del delincuente con construcción de cárceles

Escribe La República

Reeditado por Marco EspinozaS.

 


Mientras esta nota se redacta, el televisor sigue mostrando los incidentes directos de cómo los reclusos amotinados en El Sexto proceden a matar un rehén tras otro para exigir que se cumplan sus demandas para fugar. A poco tiempo de situaciones cruentas como la fuga de Lurigancho y la matanza de prófugos y rehenes que la ciudadanía vio, también, en sus más dramáticas alternativas por la televisión, ocurre este hecho incalificable. Mientras un rehén tras otro son sacrificados, los funcionarios no aciertan a asumir una decisión, y se pasan la responsabilidad de uno a otro.

Este horror en el centro mismo de Lima, en el seno mismo de nuestros hogares, es síntoma de la mayor descomposición ética y social que vive el país.

¿Cómo explicarlo?

Recurrimos a algunos especialistas, para que den su parecer sobre la situación, que propende a hacerse experiencia cotidiana en nuestras cárceles y cuya visión se introduce perentoria y ominosamente a nuestros hogares. (En este instante, un amotinado procede a cortar una pierna de un rehén, mientras tras los muros dos psicólogas son violadas).

Max Silva Tuesta, Psiquiatra, nos dice:

-“Esto es posible porque vivimos en una sociedad que padece de anodia, donde la ley brilla por su ausencia. Aquí sólo se apela a la ley para sacar provecho de ella por los gobernantes de turno”.

Carlos Castillo Ríos, asesor de la UNESCO en temas de rehabilitación social y sistema penitenciario, afirma:

-“Desde que el señor Belaunde tomó el poder jamás hubo política penitenciaria. Debiendo el Ministerio de Justicia llevar a efecto una política de prevención del delito, del tratamiento del delincuente, no realizó ninguna de las dos funciones.

“Prevención del delito es política de menores. El tratamiento del delincuente significa llevar a efecto planes de recreación, psicoterapia individual y de grupo, así como métodos de rehabilitación.

“Sin embargo, los ministros que han desfilado por el Ministerio de Justicia, confundieron tratamiento del delincuente con construcción de cárceles. Este es el trágico resultado de una falta absoluta de conocimientos de política penitenciaria, unida a una evidente carencia de emoción social.

“Una vez más la gente pobre, los marginados de la ciudad, están pagando las consecuencias de la miopía política de los grandes grupos de poder.

“Se impone el abandono total del Ministerio de Justicia por parte del Partido Popular Cristiano. La renuncia del doctor Ernesto Alayza Grundy es el pésimo consuelo que podemos tener a este número de errores gubernamentales, y a su absoluta carencia de emoción y justicia social.

Genaro Ledesma Izquieta, líder del FOCEP, senador de la Republica:

“Los sucesos lamentables de El Sexto, que vienen a ser la continuación de la matanza de Lurigancho y del escandaloso caso de las fugas de presos con la complicidad de funcionarios de prisiones, revelan el fracaso pavoroso de la política penitenciaria que viene implementando y cumpliendo el Partido Popular Cristiano”.

“Como expiación y como disculpa al pueblo peruano, debe renunciar el Ministro de Justicia Ernesto Alayza Grundy. Y lo mismo el viceministro, el director de justicia y el director de penales”.

“También debe renunciar el Ministro del Interior Luis Pércovich, por este y otros casos, que revelan igualmente la ineptitud de su portafolio para defender a las víctimas que son utilizadas como rehenes y al fracaso generalizado de éste, como en el caso de Lurigancho”.

“Por otro lado, debe intervenir en forma enérgica el Fiscal de la Nación, por estar de por medio la comisión de graves delitos como: delitos contra la vida y contra los deberes de función, para que se castigue drásticamente a los responsables, a fin de que se establezca un precedente moralizador a nivel de administración penitenciaria”.

“Finalmente, el Parlamento debe de tomar cartas en el asunto, llamando a los ministros de Justicia y del Interior a una interpelación. En el caso de que estos funcionarios no quisieran renunciar. En todo lo que va del presente régimen, los ministros no tienen sangre en la cara, y se escudan en la confianza que les brinda el Jefe de Estado”. (La República, 1984, p. 28).

Referencias

Todo este horror es por falta de una política penitenciaria. (28 de marzo de 1984). La República, p. 28.

Arguedas, A. J. (1980). El sexto. Horizonte: Lima, Perú.

[Fotografía del diario La República]. (Lima. 1984). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraídos de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.