“Nos trasladaron de noche. Pasamos directamente por una puerta, del pabellón de celdas de la Intendencia al patio del Sexto.
Desde lejos pudimos ver, a la luz de los focos eléctricos de la ciudad, la mole de la prisión cuyo fondo apenas iluminado mostraba puentes y muros negros. El patio era inmenso y no tenía luz. A medida que nos aproximábamos, el edificio del Sexto crecía. Íbamos en silencio. Ya a unos veinte pasos empezamos a sentir su fetidez”. (Arguedas, 1980, p. 9).
Tragedia en El Sexto
La renuncia de Alayza es el pésimo consuelo que nos queda
Todo este horror es por falta de una política penitenciaria
· Ministros de Justicia confundieron tratamiento del delincuente con construcción de cárceles
Escribe La República
Reeditado por Marco EspinozaS.
Mientras esta nota se redacta, el televisor sigue mostrando los incidentes directos de cómo los reclusos amotinados en El Sexto proceden a matar un rehén tras otro para exigir que se cumplan sus demandas para fugar. A poco tiempo de situaciones cruentas como la fuga de Lurigancho y la matanza de prófugos y rehenes que la ciudadanía vio, también, en sus más dramáticas alternativas por la televisión, ocurre este hecho incalificable. Mientras un rehén tras otro son sacrificados, los funcionarios no aciertan a asumir una decisión, y se pasan la responsabilidad de uno a otro.
Este horror en el centro mismo de Lima, en el seno mismo de nuestros hogares, es síntoma de la mayor descomposición ética y social que vive el país.
¿Cómo explicarlo?
Recurrimos a algunos especialistas, para que den su parecer sobre la situación, que propende a hacerse experiencia cotidiana en nuestras cárceles y cuya visión se introduce perentoria y ominosamente a nuestros hogares. (En este instante, un amotinado procede a cortar una pierna de un rehén, mientras tras los muros dos psicólogas son violadas).
Max Silva Tuesta, Psiquiatra, nos dice:
-“Esto es posible porque vivimos en una sociedad que padece de anodia, donde la ley brilla por su ausencia. Aquí sólo se apela a la ley para sacar provecho de ella por los gobernantes de turno”.
Carlos Castillo Ríos, asesor de la UNESCO en temas de rehabilitación social y sistema penitenciario, afirma:
-“Desde que el señor Belaunde tomó el poder jamás hubo política penitenciaria. Debiendo el Ministerio de Justicia llevar a efecto una política de prevención del delito, del tratamiento del delincuente, no realizó ninguna de las dos funciones.
“Prevención del delito es política de menores. El tratamiento del delincuente significa llevar a efecto planes de recreación, psicoterapia individual y de grupo, así como métodos de rehabilitación.
“Sin embargo, los ministros que han desfilado por el Ministerio de Justicia, confundieron tratamiento del delincuente con construcción de cárceles. Este es el trágico resultado de una falta absoluta de conocimientos de política penitenciaria, unida a una evidente carencia de emoción social.
“Una vez más la gente pobre, los marginados de la ciudad, están pagando las consecuencias de la miopía política de los grandes grupos de poder.
“Se impone el abandono total del Ministerio de Justicia por parte del Partido Popular Cristiano. La renuncia del doctor Ernesto Alayza Grundy es el pésimo consuelo que podemos tener a este número de errores gubernamentales, y a su absoluta carencia de emoción y justicia social.
Genaro Ledesma Izquieta, líder del FOCEP, senador de la Republica:
“Los sucesos lamentables de El Sexto, que vienen a ser la continuación de la matanza de Lurigancho y del escandaloso caso de las fugas de presos con la complicidad de funcionarios de prisiones, revelan el fracaso pavoroso de la política penitenciaria que viene implementando y cumpliendo el Partido Popular Cristiano”.
“Como expiación y como disculpa al pueblo peruano, debe renunciar el Ministro de Justicia Ernesto Alayza Grundy. Y lo mismo el viceministro, el director de justicia y el director de penales”.
“También debe renunciar el Ministro del Interior Luis Pércovich, por este y otros casos, que revelan igualmente la ineptitud de su portafolio para defender a las víctimas que son utilizadas como rehenes y al fracaso generalizado de éste, como en el caso de Lurigancho”.
“Por otro lado, debe intervenir en forma enérgica el Fiscal de la Nación, por estar de por medio la comisión de graves delitos como: delitos contra la vida y contra los deberes de función, para que se castigue drásticamente a los responsables, a fin de que se establezca un precedente moralizador a nivel de administración penitenciaria”.
“Finalmente, el Parlamento debe de tomar cartas en el asunto, llamando a los ministros de Justicia y del Interior a una interpelación. En el caso de que estos funcionarios no quisieran renunciar. En todo lo que va del presente régimen, los ministros no tienen sangre en la cara, y se escudan en la confianza que les brinda el Jefe de Estado”. (La República, 1984, p. 28).
Referencias
Todo este horror es por falta de una política penitenciaria. (28 de marzo de 1984). La República, p. 28.
Arguedas, A. J. (1980). El sexto. Horizonte: Lima, Perú.
[Fotografía del diario La República]. (Lima. 1984). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraídos de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.
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