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domingo, 12 de octubre de 2025

CAMINANTE


 

“Se hace camino al andar” — Reflexión por mis 45 años de vida

Por Marco EspinozaS.

Hoy, 12 de octubre, es una fecha importante en mi vida: se conmemoran mis 45 años de existencia. Curiosamente, este año mi cumpleaños cae en domingo, tal como aquel domingo 12 de octubre de 1980 en el que vi la vida por primera vez.
Según he podido averiguar, esta coincidencia se ha repetido siete veces, y si la vida me permite llegar a los 90 años, volverá a ocurrir.

Agradezco profundamente a mis padres, ambos provenientes de la hermosa tierra de Celendín, Cajamarca. Sin ellos, no estaría hoy escribiendo estas líneas.
Mi madre, una mujer humilde, sencilla y trabajadora, dio todo para que nunca nos faltara nada.
Mi padre, un hombre también modesto, sencillo y solidario, me enseñó con su ejemplo el valor del esfuerzo y la honestidad.

Escribo porque siento que si no lo hago hoy, quizá mañana no tenga la oportunidad de expresarlo. Recuerdo aquellas palabras del poeta César Vallejo, quien imaginó su muerte “un jueves santo, cuando las nubes cubran al sol para dar paso a la oscuridad”. Y también viene a mi mente la frase de Robin Williams en su papel de Dr. Patch Adams: “¿Por qué temer a la muerte? La muerte no es el enemigo. Nuestro enemigo es la indiferencia.” Esa indiferencia que nos vuelve fríos, que mata lentamente —tan igual como la soledad, la envidia y otros males que la humanidad ha aprendido a imitar.

Hoy no quiero juzgar si he hecho bien o mal las cosas. Solo puedo decir que me hice camino caminando, que fue el andar el que me enseñó a caminar.
En ese trayecto, como en todos los caminos, hubo obstáculos, desvíos, caídas y saltos que me han dejado lecciones valiosas.

Soy un hombre apasionado en algunas cosas y duro para otras. Lo único que busco es ese camino final, un lugar donde pueda respirar en paz, escuchar el murmullo del agua —ya sea en un río, una catarata o el mar— y contemplar el canto de los pájaros, los loros y las palomas. Sueño con poder admirar el alba y el ocaso del astro rey, y disfrutar de las lecturas que tanto me apasionan, aquellas que el ruido de la vida no me ha permitido saborear plenamente, mientras las polillas amenazan con devorarlas.

Cierro este escrito agradeciendo a la vida, consciente de que nadie es perfecto y que la vida tampoco lo es. Solo me queda seguir luchando, aprendiendo y caminando, hasta encontrar ese final del sendero que el destino ha trazado para este ser humano que aún busca comprenderse en el viaje de la existencia.