EL “INDIO MAYTA” CUENTA SU VIDA
DE PASTOR DE OVEJA A ESTRELLA DE LA TV
Reeditado por Espinoza
Saldaña, Marco A.
Director
de la Revista: La Chispa
marcoespinozasalda@gmail.com
Miguel
Ángel Silva Rubio, conocido como el “Indio Mayta”, nació aquella mañana del 25
de diciembre de 1931, en el hermoso pueblo de Oxamarca, perteneciente al
distrito de Celendín, departamento de Cajamarca.
Rescato
este artículo del diario La Crónica, editado por Paco Vargas, para el Magazine,
el 6 de diciembre de 1974, por diferentes razones y recuerdos, uno de ellos es el
lugar de nacimiento de mis padres, aquel lugar que vio crecer a Miguel Silva,
otro de los motivos es que la música cajamarquina siempre estuvo presente en mi
vida, desde muy pequeño mis padres sintonizaban la radio para escuchar un “huaynito
shilico”, sin lugar a duda, lo que se ve y se escucha no se olvida, desde muy
pequeño me llevaron a ese hermoso lugar, denominado, como: “la ciudad del Edén”, llamado así al pueblo de Celendín, tierra del
buen queso y del caldito de paico, tierra de campesinos que labran la tierra
para subsistir del hambre y de la muerte. Como olvidar aquellas montañas
verdes, como olvidar aquel cielo celeste, aquellas nubes blancas y grises, como
olvidar los caballos, las ovejas, las vacas y el gran cariño que me brindo mi
segunda madre, llamada: “Lucinda Vasquez”, permanecerán en mis pensamientos tu
acogida y tu cuidado, tus palabras y tu silencio, tu mirada y tus caricias, que
en paz descanses mi gran amiga. Como olvidar el aroma de las comidas a leña,
como olvidar las noches de despedida y los canticos de tambor y quena, como
olvidar aquellas tardes de carnaval, donde la lluvia era participe del juego y
como olvidar la inocencia de su gente.
Ya
en mi adolescencia pude conocer de cerca al famoso “Indio Mayta”, aquel
compositor de: “gavilancito gavilán,
saca tu pollera haragán” y de aquella palabra “usha”, fue en un aniversario de la Asociación ADUNI, haya por los
años 2001 o 2002, donde pude mirar su rostro y sentir cada letra de su música, realizaba
un juego de palabras, una descripción de su tierra, de sus paisanos que venían del
Perú profundo, parafraseando una frase del escritor y poeta: José María
Arguedas.
Las
desigualdades sociales que existen aún en nuestro país marcaron también en
Miguel Silva, desde muy pequeño la música le sirvió de refugio, la cual se
apodero de su sangre, poco más tarde, para mejores oportunidades se trasladó
con sus padres a la ciudad de Trujillo, donde buscaría una oportunidad para
demostrar su arte reunido en tantos años de sufrimiento, tal como nos dice: “fui pastor de ovejas durante cinco años, y
lloré como un niño cuando se me extravió una de ellas, recorrí más de 30 kilómetros
para ubicarla, todo fue inútil, se la habían robado. Esto me costó un año sin
cobrar mi salario de pastor” (Vargas, 1974, p. 12). En aquellos años aún existía
una explotación y desprecio hacia el indio, eran tratados peor que esclavos.
Digamos
que eso aún existe, sino miremos a nuestro alrededores, tenemos trabajadores esclavizados
a más de 12 horas de producción, pagándoles solo 8 horas y las restantes
compensadas con descanso, donde el Estado brilla por su ausencia, sin una
severa supervisión, que cumpla las leyes laborales, ante la falta de ello las
empresas hacen lo que quieren con el ser humano, sino miremos lo sucedido hace
un año en el incendio de una fábrica llamada “Las Malvinas”, ahí por el centro
de Lima, donde murieran tres obreros encerrados en un conteiner, utilizado como
su centro de labores.
Alguien pudiera decir que la actual educación
que se imparte en las escuelas ayuda a que el joven se prepare para la realidad
social en la cual nos encontramos, se va al colegio a qué, a trasmitir
conocimientos, a instruirlos para que sean buenos cholos, buenos peones, buenos
indios, sin un punto crítico que les permita pues reclamar y exigir mejoras
para la actual situación social que pasa nuestro país, ante esto nos dice el “Indio
Mayta”: “tenía que encontrar alguna
forma que pudiera expresar el folklore de nuestro pueblo, y al mismo tiempo las
injusticias que se daban” (Vargas, 1974, p. 12)., la primera presentación
que tuvo fueron por los años 1958, con motivo de la coronación de la “Reyna en
el Festival Internacional de la Primavera”. La vestimenta que utilizo aquella vez
y que siempre lo caracterizaría, fue: un poncho, con una calabaza en el hombro,
un sombrero y sus ojotas. Comentaría en este artículo que luego de esa
presentación tuvo muchos éxitos que le abrieron las puertas en diferentes
lugares y países, como: México, Venezuela, Colombia, Bolivia y Ecuador.
Sus
canciones que dejaron huella e impactaron fue: “El Borrachito” y “Carnaval de
mi tierra”, pero como dice una frase: todo lo que sube tiene que bajar por la
gravedad, luego de haber tenido mucho éxito, el “Indio Mayta”, vinieron los
problemas de salud, ahora tenía que luchar no con la cólera del capitalismo
sino con un mal llamado cáncer, este no era fácil de vencer y tuvo que rendirse
a sus 78 años, aquella mañana del 19 de junio de 2010, había partido a una presentación
que no podría volver, dejándonos toda una enseñanza, pero otra vez el Estado no
había valorado a sus hijos, abandonándolos en la miseria, esta vez el Indio
Mayta no contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y tuvo que morir con un
trago amargo, producto por la indiferencia del ser humano.
Este
año se conmemora los 87 anales de su natalicio y en junio su 8vo. Año de
partida, para los que somos de esta tierra hermosa llamada Perú, deseamos
seguir su ejemplo de lucha y de no rendirnos ante las adversidades, mientras no
callemos las injusticias siempre habrá una luz en nuestros caminos.
Referencias.
Vargas, P. (6 de diciembre de 1974).
El “Indio Mayta” cuenta su vida. La crónica “Magazine”, p. 12
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