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sábado, 7 de abril de 2018

EL “INDIO MAYTA” CUENTA SU VIDA


EL “INDIO MAYTA” CUENTA SU VIDA
DE PASTOR DE OVEJA A ESTRELLA DE LA TV

Reeditado por Espinoza Saldaña, Marco A.
Director de la Revista: La Chispa
marcoespinozasalda@gmail.com

Miguel Ángel Silva Rubio, conocido como el “Indio Mayta”, nació aquella mañana del 25 de diciembre de 1931, en el hermoso pueblo de Oxamarca, perteneciente al distrito de Celendín, departamento de Cajamarca.
Rescato este artículo del diario La Crónica, editado por Paco Vargas, para el Magazine, el 6 de diciembre de 1974, por diferentes razones y recuerdos, uno de ellos es el lugar de nacimiento de mis padres, aquel lugar que vio crecer a Miguel Silva, otro de los motivos es que la música cajamarquina siempre estuvo presente en mi vida, desde muy pequeño mis padres sintonizaban la radio para escuchar un “huaynito shilico”, sin lugar a duda, lo que se ve y se escucha no se olvida, desde muy pequeño me llevaron a ese hermoso lugar, denominado, como: “la ciudad del Edén”, llamado así al pueblo de Celendín, tierra del buen queso y del caldito de paico, tierra de campesinos que labran la tierra para subsistir del hambre y de la muerte. Como olvidar aquellas montañas verdes, como olvidar aquel cielo celeste, aquellas nubes blancas y grises, como olvidar los caballos, las ovejas, las vacas y el gran cariño que me brindo mi segunda madre, llamada: “Lucinda Vasquez”, permanecerán en mis pensamientos tu acogida y tu cuidado, tus palabras y tu silencio, tu mirada y tus caricias, que en paz descanses mi gran amiga. Como olvidar el aroma de las comidas a leña, como olvidar las noches de despedida y los canticos de tambor y quena, como olvidar aquellas tardes de carnaval, donde la lluvia era participe del juego y como olvidar la inocencia de su gente.

Ya en mi adolescencia pude conocer de cerca al famoso “Indio Mayta”, aquel compositor de: “gavilancito gavilán, saca tu pollera haragán” y de aquella palabra “usha”, fue en un aniversario de la Asociación ADUNI, haya por los años 2001 o 2002, donde pude mirar su rostro y sentir cada letra de su música, realizaba un juego de palabras, una descripción de su tierra, de sus paisanos que venían del Perú profundo, parafraseando una frase del escritor y poeta: José María Arguedas.
Las desigualdades sociales que existen aún en nuestro país marcaron también en Miguel Silva, desde muy pequeño la música le sirvió de refugio, la cual se apodero de su sangre, poco más tarde, para mejores oportunidades se trasladó con sus padres a la ciudad de Trujillo, donde buscaría una oportunidad para demostrar su arte reunido en tantos años de sufrimiento, tal como nos dice: “fui pastor de ovejas durante cinco años, y lloré como un niño cuando se me extravió una de ellas, recorrí más de 30 kilómetros para ubicarla, todo fue inútil, se la habían robado. Esto me costó un año sin cobrar mi salario de pastor” (Vargas, 1974, p. 12). En aquellos años aún existía una explotación y desprecio hacia el indio, eran tratados peor que esclavos.
Digamos que eso aún existe, sino miremos a nuestro alrededores, tenemos trabajadores esclavizados a más de 12 horas de producción, pagándoles solo 8 horas y las restantes compensadas con descanso, donde el Estado brilla por su ausencia, sin una severa supervisión, que cumpla las leyes laborales, ante la falta de ello las empresas hacen lo que quieren con el ser humano, sino miremos lo sucedido hace un año en el incendio de una fábrica llamada “Las Malvinas”, ahí por el centro de Lima, donde murieran tres obreros encerrados en un conteiner, utilizado como su centro de labores.
 Alguien pudiera decir que la actual educación que se imparte en las escuelas ayuda a que el joven se prepare para la realidad social en la cual nos encontramos, se va al colegio a qué, a trasmitir conocimientos, a instruirlos para que sean buenos cholos, buenos peones, buenos indios, sin un punto crítico que les permita pues reclamar y exigir mejoras para la actual situación social que pasa nuestro país, ante esto nos dice el “Indio Mayta”: “tenía que encontrar alguna forma que pudiera expresar el folklore de nuestro pueblo, y al mismo tiempo las injusticias que se daban” (Vargas, 1974, p. 12)., la primera presentación que tuvo fueron por los años 1958, con motivo de la coronación de la “Reyna en el Festival Internacional de la Primavera”. La vestimenta que utilizo aquella vez y que siempre lo caracterizaría, fue: un poncho, con una calabaza en el hombro, un sombrero y sus ojotas. Comentaría en este artículo que luego de esa presentación tuvo muchos éxitos que le abrieron las puertas en diferentes lugares y países, como: México, Venezuela, Colombia, Bolivia y Ecuador.
Sus canciones que dejaron huella e impactaron fue: “El Borrachito” y “Carnaval de mi tierra”, pero como dice una frase: todo lo que sube tiene que bajar por la gravedad, luego de haber tenido mucho éxito, el “Indio Mayta”, vinieron los problemas de salud, ahora tenía que luchar no con la cólera del capitalismo sino con un mal llamado cáncer, este no era fácil de vencer y tuvo que rendirse a sus 78 años, aquella mañana del 19 de junio de 2010, había partido a una presentación que no podría volver, dejándonos toda una enseñanza, pero otra vez el Estado no había valorado a sus hijos, abandonándolos en la miseria, esta vez el Indio Mayta no contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y tuvo que morir con un trago amargo, producto por la indiferencia del ser humano.
Este año se conmemora los 87 anales de su natalicio y en junio su 8vo. Año de partida, para los que somos de esta tierra hermosa llamada Perú, deseamos seguir su ejemplo de lucha y de no rendirnos ante las adversidades, mientras no callemos las injusticias siempre habrá una luz en nuestros caminos.
Referencias.
Vargas, P. (6 de diciembre de 1974). El “Indio Mayta” cuenta su vida. La crónica “Magazine”, p. 12

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