Escribo aquí y transcribo otro artículo del Maestro
Carlos Castillo Ríos, esta vez nos remontamos al mes de abril del año 1982, el
Dr. Castillo nos deja otro mensaje, esta vez lo ejemplifica en el caso “Perochena”,
un ser humano que decidió dedicarse a la delincuencia no por un juego sino por
una necesidad, la de no morir por hambre ni la de vivir en la miseria. En los
años 80 aparecieron varios delincuentes como: Juan Vicharra, D’Jango, entre
otros, todos en gran parte lo hacían por no morir de hambre, estos personajes
de la calle, también pasaron la etapa de la niñez, aquella que está olvidada
por nuestras autoridades, ellos crecieron aun siendo niños, tuvieron que ser pájaros
fruteros para poder llevar algo a sus hogares. Hoy en pleno siglo XXI y a puertas
entre comillas de cumplir 200 años de República, pareciera que nada ha
cambiado, tenemos aún familias que no cuentan con los servicios básicos, como
lo es: el agua, la luz y el desagüe, tenemos aún miles de niños que mueren
producto del frío, del hambre y la
miseria, tenemos aún miles de padres que no cuentan con un trabajo digno que
pudiera permitirles darle una mejor vida a sus hijos. Vivimos en un país
injusto, donde el rico se alimenta del que menos tiene, donde el pobre se hace
más pobre cada segundo y todo esto en un pueblo que duerme ciegamente sin poder
abrir sus ojos y ver la realidad, aquella que está llena de corrupción y de
valores anti éticos y anti morales.
La
república de los niños
Primero, fui pájaro frutero…
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Ni en el Instituto de Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente que tiene la ONU en Tokio ni en los
mejores momentos de la cátedra de Criminología de la universidad de La Sorbona,
en París, se escuchó algo tan rotundamente claro y cierto sobre la trayectoria
del menor en situación irregular hacia la delincuencia adulta. El criterio de
la verdad, dicen los filósofos, sólo se comprueba en la práctica. Y Federico
Perochena López, más conocido por “el loco Perochena”, dijo desde el fondo de
sus 32 años de experiencia:
Primero
fui pájaro frutero, luego escapero. Más tarde monrero para terminar de
asaltante de residencias. En el fondo de mi existencia estuvo siempre la
necesidad, la fruta que se ofrece al alcance de la mano cuando tú no has comido
nada durante todo el día. Siempre he querido trabajar honestamente, ganarme el
pan con el sudor de la frente. He sido lustrabotas, he lavado carros. Pero esos
trabajaos no van con un hombre que piensa casarse y tener familia. Soy un
delincuente por necesidad, no por vicio.
Resulta entonces, señor Ministro de
Justicia, Presidente del Consejo Nacional de Menores, que el problema de la
delincuencia no se soluciona otorgando licencia para matar a los propietarios
de grandes residencias. Tampoco construyendo prisiones, multiplicando carros
patrulleros ni armando más y mejor a la policía. Es indudable que el hambre, la
miseria y la falta de trabajo en términos generales y dejando a los niños y
adolescentes librados a su suerte, como se hace cotidiana e impunemente en el
Perú, siembran, más pronto que tarde, enfermedad y delincuencia. Si esto es así,
la única forma de disminuir la ola delictiva es propiciando una política social
que elimine las injusticias que hacen más rico a los ricos y más pobres a los
pobres en términos globales y, en materia de menores, iniciando una cruzada
nacional a favor de los niños, adolescentes y jóvenes que están abandonados, en
peligro moral o aprendiendo a sobrevivir en base a conducta antisocial.
A esta altura no podemos dejar de
reflexionar frente al testimonio de quienes sufren ahora las consecuencias de
la imprevisión estatal y la indiferencia de los gobernantes: HAY QUE MEJORAR EL
NIVEL DE EXISTENCIA DE LOS NIÑOS. No es la opinión de un Friedman que nace en un
mundo opulento, sino de un Perochena que surge del hampa. No de un académico que
vive entre libros y computadoras, sino de un peruano que fue un niño con hambre
y que, para sobrevivir, solo encontró, sólo le dejamos los adultos, el camino
del delito.
No le demos, pues, la espalda a la
historia. Los seres humanos, desde su infancia, tienen que luchar por su
existencia si ella no está garantizada. Es una ley natural. De manera que
siembran subversión y promueven el delito quienes por defender intereses
creados, condenan a niños, adolescentes y jóvenes a la miseria más cruel.
Referencias
Castillo
Ríos, C. (12 de abril de 1982). Primero, fui pájaro frutero. Diario La
República, p. 11
[Fotografía
de Miguel Aste]. (Lima, 1982). Diario La República. Lima, Perú.
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