EL PADRE DE “LOS PÁJAROS FRUTEROS” DE LIMA
Espinoza Saldaña Marco Antonio
marcoespinozasalda@gmail.com
El siguiente título, corresponde a un artículo
que escribiera el maestro Carlos Castillo, allá en 1983, en homenaje al Amauta:
Bernandino Jinés Huaranga,
aquellos pájaros fruteros eran aquellos niños de la calle, los que buscan algo
que comer, los que tienen que ingeniárseles para poder alimentarse y
sobrevivir, son los pájaros fruteros los que deambulan aun por el Centro de
Lima, por el mercado de frutas, por el mercado mayorista “la Parada”, por toda
la Av. Aviación, van en busca de alimentos.
Actualmente hay muchos de ellos en las calles, es el
sistema social que nos han implantado, el culpable de tremenda desgracia, decía
el maestro Carlos Castillo, que este problema se tenía que atacar como si fuera
una guerra, salir con todas nuestras armas a derrotar este problema, porque
consideraba que son los niños los que harán una sociedad más justa e
igualitaria. Actualmente, tanto el Estado como el gobierno no hacen nada por
ayudarlos, solo se recuerdan de ellos, cuando hay un teletón o es el día del
niño. Hoy algunos pájaros fruteros que fueron cuidados por el Amauta Bernardino
Jinés, son hoy padres de buen ejemplo, en esta fecha muy importante para todos
los padres, va este escrito.
Buscando en la red, pude encontrar este artículo,
publicado por Humberto Pinedo, el cual dice entre sus últimos párrafos:
Al jubilarse se dedicó a apoyar a
algunos niños y adolescentes fruteros. Hasta que llegó el 14 de marzo de
1983 en que falleció Bernardino Jinés a los 78 años el fundador de la
Escuela Hogar para niños desamparados el Instituto de Educación Especial N 3 la
Escuela de los Pájaros Fruteros. Que no fue una cueva de ladrones como decían
algunas personas sino una institución de ayuda humanitaria de niños y
adolescentes en estado de abandono. Por eso en 1956 el Ministro de Educación
Juan Mendoza le otorga las Palmas Magisteriales y en1962 el Decano de la
Universidad de Siracusa de Nueva York le envía una carta considerándolo
un héroe de la educación peruana. Ojala que la Municipalidad de San
Miguel reconozca la valía de este educador poniendo su nombre a una de las
importantes calles de este distrito. (Arias, citado por Pinedo, 2015, párr. 10)
El artículo que rescato a continuación
pertenece al puño y letra del Doctor Carlos Castillo Ríos, que el día de mañana,
lunes 18 de junio de 2018, estuviera cumpliendo 91 años. Va, para un gran
amigo:
La
muerte de un Amauta
Escrito por Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
A los 78 años ha dejado de existir don Bernandino Jinés
Huaranga, el padre de “los pájaros fruteros” de Lima. Comunero de Muquiyauyo
primero y Amauta por derecho propio después, estuvo rodeado, a la hora de su
muerte, de exalumnos que comenzaron desde niños a jugar y robar en las calles y
luego fueron convencidos por el maestro a formar un hogar donde poder
defenderse de los ataques de la miseria, la explotación y la incomprensión que
nuestra sociedad ofrece a la infancia abandonada. Muchos de ellos, ahora
trabajadores manuales, técnicos y profesionales, estuvieron a despedir al
maestro. No asistió a su entierro, naturalmente, nadie del Ministerio de
Educación. Mejor así.
Fue hombre a tiempo completo y dedicación exclusiva, don
Bernardino. A él lo descubrió la revista Selecciones del Reader Digest y lo
situó como su “personaje inolvidable”. Así resulto conocido en el mundo, pero,
en el Perú, en 1969, fue Pablo de Madalengoitia quien lo hizo popular cuando le
dedico un programa en la serie “Esta es tu vida”. Pero la historia de este
peruano extraordinario comienza mucho antes, tal vez en 1943, cuando solía ir a
la canchita de fútbol de Santoyo a ver jugar a los muchachos que durante las
mañanas robaban en Tacora y en las tardes volvían a ser niños detrás de una
pelota. El Amauta les compraba fruta y una vez les obsequio pantalones de
deporte. Así se fue ganando la confianza de los muchachos, hasta que un día les
hizo esta pregunta:
- ¿Quieren tener una casa?
Uno de sus antiguos alumnos me cuenta:
-No creíamos, al principio, en tan hermoso ofrecimiento.
Pero el señor Jinés era nuestro amigo, nos tomaba en serio y sólo tenía frases
de comprensión para nosotros. Nada podíamos perder probando. Juntamos dinero,
compramos esteras y dos frazadas, y nos fuimos a San Miguel, junto a la antena
de Radio Nacional, donde había un terreno baldío. El maestro nos enseñaba
albañilería, carpintería y agricultura. Primero hicimos un altillo para dormir
y después la cocina. En las noches nos hablaba de Dios y tocaba el violín.
Cuando
nos iban a echar de la zona acusados por haber construido una cueva de ladrones
guiados por un encubridor de menores, salió el artículo de Selecciones y todo
cambió a nuestro favor. El Ministerio de Educación oficializó la entrega del
terreno y nos dieron garantías para seguir viviendo.
-Era un hogar que nunca cerraba sus puertas, el nuestro.
Entrábamos y salíamos de él libremente. Así nos dimos cuenta que eso que
habíamos construido con nuestras manos era nuestra casa. Al fin y gracias a Don
Bernardino Jinés, “los pájaros fruteros” de Lima teníamos un hogar.
-El maestro, quería que fuésemos
vegetarianos como él; pero a veces, algunos, le jugábamos sucio y nos íbamos a
La Parada a comer pollo. Él no lo sabía. Vivíamos en nuestro hogar en base a
leche, menestras, quáker, sémola, garbanzos, soya y papas. Él fue para nosotros
un padre, un amigo, un maestro.
Con Bernardino Jinés se forjaron
otros educadores extraordinarios como Juan Espíritu Miranda, que también tuvo
un hogar de menores en Ñaña. Lo curioso es que Jinés, un hombre que todo lo
daba a los muchachos sin familia era, afuera, acosado por la suspicacia de los
mediocres, incomprendido y calumniado. Sólo contó, en vida, con el respaldo de
sus alumnos. Intuitivo genial, es posible que más tarde tenga el reconocimiento
que otros maestros como José Antonio Encinas y Germán Caro Ríos ya han
conquistado en el mundo magisterial.
Don Bernardino Jinés, hombre cabal y
Amauta auténtico, no recibió, ninguna condecoración oficial ni reconocimiento
público. Lo despidieron, hace poco, sólo sus alumnos, ahora hombres maduros que
gracias a él jamás llegaron a Lurigancho. No lo olvidarán jamás. Como no
olvidan su infancia turbulenta poblada de juegos, robos y peleas, en las
inmediaciones de lo que es hoy Tacora y La Parada. (Castillo, 1983, p. 11)
Referencias
Castillo Ríos, C. (21 de junio de
1983). La muerte de un Amauta. Diario
La República, p. 11
Pinedo, H. (2015). Un testimonio sobre la obra de Bernardino
Jinés y sus “pájaros fruteros” por Félix Arias. Lima, Perú. Recuperado de https://www.connuestroperu.com/actualidad/miscelanea/46059-un-testimonio-sobre-la-obra-de-bernardino-jines-y-sus-pajaros-fruteros-por-felix-arias
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