¿Qué se hace por los niños que trabajan?
Notas de Carlos Castillo
Reeditado por Marco EspinozaS.
. Créditos e imágenes: Diario La Opinión
Antes, muchos niños iban a la escuela después de tomar sólo una taza de té y un pan con soledad, como le llaman ahora. Y con ese sostén alimentarlo debían soportar clases en recargados horarios.
Después de Setiembre de 1988 la situación se ha tornado tan dura y apremiante que muchos están abandonando las escuelas para, practicando una suerte de mendicidad disfrazada, ganarse la vida.
¿Qué hace el Ministerio de Educación por los niños de la calle? Ellos pueden ser los magníficos ciudadanos del futuro a condición que se le abran urgentes programas de emergencia o, en su defecto, el lumpen que siembra delincuencia y terror en el siglo XXI.
El momento crucial que está viviendo el país no está para provocar innecesarios enfrentamientos con maestros y alumnos. Hay necesidad de entender que así como el Ministerio de Economía hace esfuerzos por detener la inflación y la recesión, el de Educación tiene que abrir la escuela y en vez de asignaturas y trabajo escolar convencional, realizar urgentes acciones para salvar a los niños del hambre, la miseria y las trampas de la calle. El dilema es trágico: ahora o nunca.
CURRUCULITIS AGUDA
Los maestros están, ahora, justificadamente desconcertados porque comprueban, con pavor, los terribles efectos de la crisis económica en los niños. Saben, lo están viendo, que cada “paquetazo” significa un golpe artero que pone en peligro la sobrevivencia de sus alumnos. Y sienten, desilusionados, que la alta dirección del ministerio ha olvidado que la pobreza no sólo incuba enfermedades, delincuencia y muerte a lo largo y ancho del país; sino también ignorancia, perdida de inteligencia, deserción escolar, problemas de aprendizaje y analfabetismo, en la escuela.
Si antes de la crisis, sólo en Lima, 24 niños diarios, en promedio, huían de sus casa en busca de un destino mejor, ¿qué estará pasando ahora que la educación oficial adolece de ese mal que Unesco llama “curriculitis aguda”? ¿Con qué criterio la burocracia académica pretende agregar a la miseria una mayor dosis de una escuela que sólo transmite información muchas veces incongruentes con la realidad? ¿Qué significa en términos educativos este intento de hacer más pesada la carga curricular de los niños, justo en el momento en que el hambre y la desocupación están apretando tan duramente a los pobladores de la ciudad y el campo?
LOS NIÑOS PADRES
Si las autoridades educativas se han olvidado que las mayores víctimas de la crítica situación económica y social por la que atraviesa el país son los niños, es necesario recordarles en qué país están viviendo. El Perú, por si no lo saben, tiene un humillante galardón a nivel mundial: es uno de los pocos lugares que tiene una categoría rara y desconocida que alguna vez denominamos “niños-padres”. Son aquellos muchachitos en edad escolar que limpian carros o zapatos, venden periódicos, baratijas o golosinas, no sólo para cubrir sus gastos de subsistencia sino también, para alimentar a sus progenitores y hermanos menores.
Expliquémoslo mejor: esos niños y adolescentes, de ambos sexos, salen a calles y plazas a vender su inocencia, despertando lástima en horas en que deberían estar estudiando, jugando o descansando, para mantenerse a sus padres que no tienen trabajo estable alguno. Con lo poco que llevan a casa, sostienen su hogar. ¡Y ahora, precisamente ahora, quieren que vayan también, obligatoriamente, a escuchar clases teóricas también los sábados!
LA DIGNIDAD DE LOS POBRES
Según las cifras oficiales, sólo en Lima, hay más de 500 mil niños en situación de riesgo. El sueldo mínimo, al que ni siquiera alcanzan millones de desempleados y subempleados equivale a poco más de 40 dólares USA mensuales, cantidad apenas suficiente para cancelar la mitad del precio de una pieza, por una sola noche, de un hotel de cierta categoría. ¿Qué hacen, cómo hacen para sobrevivir familias de 4 o 6 si, por ejemplo, el padre de familia es un profesor graduado que, si tiene colocación, percibe como toda remuneración alrededor de 60 dólares mensuales? ¿Cómo hace para pagar vivienda, pasajes, alimentos, vestidos para él y sus hijos, en un país, que hoy es uno de los más caros del mundo? Nadie en realidad lo sabe. Tampoco lo dice la misma población damnificada pues, abrumada y desorientada como está, es con el silencio como llega a asumir, con hermosa dignidad, su pobreza.
EJEMPLO PARA VER, LEER Y VISITAR
Creemos pues que es necesario, indispensable, proponer que las autoridades educativas se acerquen un poco al mundo real de los niños del pueblo. Y, justo ahora, hay maneras de hacerlo, sin ensuciarse los zapatos: una es viendo “Juliana”, película peruana dictada por la realidad y que en estos días, que ojalá fueran semanas, se exhibe en los cines de Lima. La otra es leyendo “En las manos de los niños, hermosos libro que transcribe las opiniones del V Encuentro del MANTHOC, (Movimiento de adolescentes y niños trabajadores hijos de obreros católicos). Este evento se realizó en la “Casa del Niño Trabajador” de Villa María del Triunfo con asistencia de chicos de ambos sexos provenientes de Pucallpa, Chimbote y Cajamarca, llegados a Lima para intercambiar experiencias y reflexiones con sus similares que trabajan en el mercado de Ciudad de Dios, sus historias, como la de todos los niños del pueblo, teniendo un comienzo triste, culminan con un mensaje de esperanza y futuro. Habiendo sido, muchos de ellos, abandonados por sus padres, ahora, gracias a una organización gubernamental que les da la oportunidad de expresarse, enfrentan sus propios problemas y los del país con un realismo que ya quisiéramos tener los adultos.
Y en Huancayo, visitando a Nicolás Matayoshi y su esposa, ambos poetas de primera línea, que no sé cómo hacen para sostener un servicio que agrupa a niños que trabajan y estudian. Y les ofrecen alimentación complementaria, juegos recreativos y orientación, sin lecciones teóricas.
SE DEBIO CONSULTAR
Es que nos hemos acostumbrado a silenciar a los niños, a pensar por ellos y a determinar su destino sin nada consultarles. Y los resultados están a la vista. Los maestros, que tienen relación directa con niños y adolescentes, saben l profunda verdad que esconde cada menor cuando se le permite opinar y decidir. Cuando no se les impone criterios, cuando se recoge sus necesidades y se les brinda la oportunidad que sean ellos mismos quienes propongan la solución a sus problemas. (Castillo, 1989, pp. 8-9).
ESCRIBE UN EDUCADOR PERUANO
La violencia de la sociedad adulta contra el menor tiene su correlato en la violencia infantil y juvenil. La sociedad y el Estado tienen miedo de los millones de menores que ellos mismos han arrojado a las calles o que directa e indirectamente han forzado a que salgan a “vivir o a trabajar en la calle”. Es ese miedo el que pareciera que mueve a muchos en el Estado y la sociedad a hacer algo por tanto menor en “alto riesgo”. Pero el miedo por sentirse en alto riesgo ante la explosiva situación de los menores en la calle no es buen inspirador de políticas coherentes y eficaces; el miedo inspira medidas marcadas por el autoritarismo y la tendencia a la institucionalización del menor.
Alejandro Cussiánovich Educador colaborador del MANTHOC desde 1978.
Encuesta:
Lo que más me desagrada del colegio es que…
v Falta arreglar los baños…
v Quieren que uno se corte el cabello muy alto
v El alumnado no respeta los reglamentos
v Hay demasiado ruido y desobediencia
v La corrupción que hay en el personal
v Los profesores no son comprensivos
v Los alumnos mayores abusan de los menores
v De que algunos profesores toman exámenes de un día para otro
v Los auxiliares no comprenden a los alumnos
v Hay mucha injusticia
v Encuentro el salón muy cochino
v Nos gritan mucho en la formación
v Hay alumnos mayores que nosotros, vienen en grupo y quitan la plata
v Que no sea un colegio mixto
v Hay profesores que enseñan mal y todavía no dan oportunidades.
De “LA UNIÓN ROMPE CADENAS”
Editada por el Prof. Raúl Flores López. Abril 1989
Referencias
Castillo Ríos, C. (10 de abril de 1989) ¿Qué se hace por los niños que trabajan? La Opinión, pp. 8-9.
[Fotografía del Diario La Opinión]. (Lima. 1989). Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.