Colón y las mentiras en las escuelas
Escribe Carlos Castillo
Reeditado por Marco EspinozaS
Un influyente texto oficial de Historia del Perú describe a Cristóbal Colón como un almirante de “egregia personalidad” y “uno de los personajes más interesantes de la historia mundial”. Se distinguía, agrega, “por su carácter tenaz, por su fe inquebrantable, por su audacia y gran poder de observación. Los que le conocieron le dieron el nombre de ilustre y grande, animoso, esforzado y de altos pensamientos”. Casi nada, un hombre modelo; alguien como todos quisiéramos ser. ¿De dónde extrajo estas referencias, reproducidas después en otros textos?
· Perros asesinos
No hace alusión el autor al saqueo de viviendas, violación de mujeres y asesinato de nativos realizados por españoles en el valle de Cibao, República Dominicana de hoy, afirmando que esos atropellos contaban con la autorización de la Virgen de las Mercedes. Aquella vez, precisamente, exterminaron al líder indio Caonabo y sus acompañantes. José Ignacio y María López Vigil (1) nos cuentan:
“Hombres pasados a cuchillo, cuerpos decapitados por las espadas, mujeres pisoteadas por los cascos de los caballos, chozas incendiadas y cientos de civiles que huyen al estampido de los cañonazos y caen bajo los impactos de armas desconocidas en el país… Los invasores también han traído perros, perros especializados, entrenados para matar y que están, aunque parezca increíble, despedazando niños y devorando la carne de los agonizantes. El valle de Cibao, tradicionalmente tranquilo, se ha convertido en un verdadero campo de batalla y en un cementerio al aire libre”. La historia no registró cuántos miles de dominicanos murieron en este atentado pero se sabe que fue Cristóbal Colón quien dirigió personalmente el genocidio. Es decir… “¡uno de los personajes más interesantes de la historia mundial!”, según se enseña a nuestros niños en escuelas y colegios.
· El huevo de Colón
Los López Vigil nos siguen contando otras perlas del almirante: Pacificó “a sangre y fuego, en 9 meses de matanzas, la isla de Quisqueya, hoy República Dominicana. Estableció que cada poblador mayor de 14 años pagara cada 3 meses, como contribución a la Corona, “una onza de oro puro”; y los agricultores, una arroba de algodón. Y para que nadie evadiese el pago de tributos ordenó se atara al cuello de los “naturales”, así se les llamaba, una lámina de hojalata para registrar el cumplimiento de la orden: burlarla significaba perder la vida. Y, por último, cuando retornó de su primer viaje, en mayo de 1493, se presentó en Barcelona flanqueado por 6 indios asustados que vestidos con ropas españolas llevaban pájaros desplumados en la mano y la cabeza. Los demás aborígenes que llevaban como trofeo de guerra habían muerto en el camino.
Ese fue, en realidad, Cristóbal Colón. Además: arribista, falso, oportunista, y de apasionada vocación al oro, la vanidad y la mentira. Ni siquiera se puede confiar en su “Diario” porque no es, precisamente, ejemplo de objetividad ni verdad. Tuvo, sin embargo, que enfrentar muchas luchas: alguna vez dijeron que si no hubiese “descubierto” América habría surgido otro, en su lugar. Colón pidió que alguno colocará un huevo en posición vertical. Cuando todos fracasaron, él lo rompió en uno de sus extremos y logró pararlo. “Una vez que se ha realizado la hazaña, todos saben cómo hacerla. Lo mismo ocurrió con el ‘descubrimiento’ de las Indias”, les dijo. Era, eso sí, astuto.
· Preguntas
Pero mucho más que las debilidades de Colón y las innegables consecuencias de su expedición, interesa registrar la falta de objetividad de muchos, de casi todos los textos escolares en relación al mal llamado “descubrimiento” de América. ¿Qué esconden tras esa sistemática y organizada cadena de falsedades tan proclives a eludir análisis más objetivos y útiles para conocer nuestra historia? ¿Por qué no explican a los estudiantes que con Colón, vino a nuestro continente, como sostiene Kirkpatric Sale (2), el “espíritu pragmático, acumulador y esencialmente amoral de la cultura europea”? ¿Por qué no decirles que con la avalancha hispana llegó a nuestro territorio una visión depredadora de la naturaleza y un sistema económico, político y social, que encuentra su equilibrio privilegiando el bienestar de unos cuantos a expensas del trabajo de muchos? ¿Cómo hay tiempo, en la vida escolar, para maquillar la imagen del genocida invasor y ni siquiera se hace alusión a los aborígenes, nuestros antecesores, pasados a cuchillo y destrozados por perros entrenados en exterminar indios?
Y por último, ¿qué efectos tendrá para los niños de las mayorías nacionales darse de bruces con una educación que exalta tan desmesuradamente a los invasores y disminuye hasta el agravio a nuestros hombres, pueblos y culturas?
(1) José Ignacio y María LOPEZ VIGIL. Noticias de Última 1ra. Editorial Nueva Utopía. Madrid, España. 1990.
(2) Kirpatric SALE. ¿Descubridores o depredadores? (El País) Madrid, España 7-12, 1991.
Referencias
Castillo Ríos, C. (6 de marzo de 1992). Colón y las mentiras en las escuelas. La Republica, p. 17.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima. 2020). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, imágenes extraídas de los archivos periodísticos del Diario La República en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.
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