No hay libertad de prensa si no hay libertad
para informarse, esa era la realidad a mediados de 1990 hasta finales del año
2000, no había libertad para poder informar, se publicaban noticias falsas, y
el que decía la verdad de los hechos era secuestrado, desaparecido y
encarcelado. Y es que el aparato montesinista y fujimorista habían ideado
artimañas para detener a: profesores, fiscales, periodistas y hasta civiles, es
así, que el 31 de enero de 1991 el maestro y periodista Carlos Castillo Ríos
era conducido a la DIRCOTE, ahí permaneció incomunicado hasta su liberación, la
cual se realizó el viernes 16 de febrero de 1991 sin encontrarle ninguna prueba
en contra, los detalles y pormenores de los hechos acontecidos en esos días,
nos lo cuenta el mismo maestro Carlos Castillo:
LIBERTAD DE PRENSA
Y CALUMNIA
Escrito
por Carlos Castillo Ríos
Reeditado
por Marco EspinozaS.
Debo una explicación a familiares,
amigos y exalumnos, así como expresar mi agradecimiento a los colegas de La
República y CAMBIO que prestaron por mi detención.
También a los senadores Javier Diez
Canseco y Gustavo Mohme que me visitaron en la Dircote; a los intelectuales
peruanos y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que solicitaron mi
libertad, y a la directiva del Colegio de Abogados que envió un representante a
inquirir sobre mi situación. Tengo la convicción que el incidente que expongo
habría constituido sólo un atentado más a los Derechos Humanos en el país que
ha batido todos los récords en atropellos de esta naturaleza, (apenas una raya
más al tigre), si cierta prensa escrita, televisada y radial, habría utilizado,
en sus afirmaciones, comentarios y editoriales más la verdad de los hechos que
la imaginación y la mentira.
Debo asimismo hacer conocer estos
detalles como denuncia y para que otros no sean también víctimas de la
prepotencia e impunidad de cierta prensa.
Lo
que me sucedió le podría pasar a otro peruano: hace más de 3 meses, una
profesora acusada de pertenecer a Sendero Luminoso y por eso vigilada por
miembros de la Policía Técnica, visitó mi casa, sin anunciarse, para pedirme un
artículo para la revista especializada Autoeducación donde ella colaboraba.
Accedí a su solicitud y 4 días más tarde, le hice llegar mi aporte. Ahí habría
terminado todo si, por aquella inesperada visita, mi domicilio ni hubiese sido
considerado como sospechoso.
Este
hecho motivó que el último día de enero, Dircote decidiera allanarlo. Y con 5
policías armados apoyados por un tímido agente fiscal, buscaron explosivos,
armas y propaganda subversiva con resultado negativo. Entonces, para no irse
con las manos vacías, me condujeron a sus instalaciones, previa incautación,
entre miles de libros, de uno sobre Sendero de Carlos Iván Degregori; de un
folleto mimeografiado de 1980 sobre Mao Tse-Tung; y de 4 artículos escritos por
mí y publicados en diarios de la capital.
Se
me dijo, y lo creí, que debía acompañarles para una aclaración y que, en un
plazo máximo de 2 horas estaría de regreso. Así lo hice sin imaginar que iba a
salir de la Dircote sólo 15 días más tarde, libre de toda culpabilidad es
cierto, pero tras vivir amargas experiencias. No debo ocuparme de ellas por
ahora, sino del tratamiento que los periódicos dieron a este incidente.
EL DECANO.-
Informó El Comercio, considerado por muchos la voz seria del periodismo
nacional, que se me intervino en el Parque Confraternidad N° 264 de Barranco;
que soy sociólogo y nada menos “ideólogo de Sendero Luminoso”. La verdad es que jamás
estuve en ese inmueble, no poseo ese título académico ni, como quedó demostrado, tuve ni tengo
relación alguna con Sendero. Luego, días más tarde y bajo el título “Identifican a cabecillas de Sendero con
material incautado”, el periódico volvió a la carga afirmando enfáticamente
que los capturados, yo inclusive, formábamos parte de la cúpula senderista.
En el Perú hay mucha gente que cree, a pie
juntillas, lo que afirma El Comercio. En la noticia que me atañe, el periodista
ni siquiera utilizó el verbo en condicional. Más tarde, en ediciones
posteriores, cuando ya había sido puesto en libertad, ese diario no dio cuenta
del hecho y en su lugar informó otra noticia falsa: que mi caso había pasado al
Poder Judicial.
¿Por
qué tanta mentira?
Es bueno aclarar que no soy un desconocido para ese periódico: durante muchos
años fui asiduo articulista de su página Editorial y luego fundador con José
Miguel Oviedo, ALAT, Manuel Jesús Orbegozo, el chino Domínguez, Abelardo
Oquendo y otros de El Comercio Gráfico. Participaba entonces en reuniones con
el Dr. Alejandro Miró Quesada sin haber tenido nunca problema personal ni laboral
alguno con sus directivos ni con la empresa. Cuando salí de ese vocero lo hice
por mi propia voluntad y considerando a sus propietarios como la
personificación de la decencia y la caballerosidad.
“El
periodismo puede ser la más noble, pero también la más vil de las profesiones” dijo, con acierto, alguna
vez, don Antonio Miró Quesada. Temo que el decano de la prensa nacional, en
este caso, actuó con singular vileza.
EXPRESO.- Con el diario de Manuel
Ulloa me fue peor: sospecho que a los 3 o 4 días de prisión tendría que salir
en libertad, pues el malentendido que me llevó a Dircote había sido ampliamente
aclarado. Pero, en ese momento, Expreso aseguró que yo figuraba en uno de los
videos incautados por la policía. Y lo reiteró categóricamente al siguiente
día: “Castillo Ríos es, dijo, uno de los
personajes que aparecen en las imágenes registradas en la cinta de video
incautada por la policía en el escondite de Abimael Guzmán”.
Además, su director Manuel d’Ornellas,
en su columna diaria y bajo el epígrafe de “Los
ayayeros de Abimael”, agregó que entre los que componen el círculo íntimo
de Guzmán “hemos visto a gente tan
inesperada como el periodista Carlos Castillo Ríos, del diario La República”.
Es decir, no le contaron ni le informaron: me vio y reconoció en el video (¡!).
Y cerrándome toda opción de salida, a mansalva, agregó: “Aquí no caben disculpas: quien se jaranea con él (Abimael Guzmán) no
solamente refrenda su actitud política, sino que además ha pasado previamente
por todos los filtros de la seguridad interna de su secta asesina. Nadie pudo
estar allí por casualidad”.
Para quienes sólo leen ese diario debo
continuar en prisión pues tampoco dio cuenta que había sido puesto en libertad.
LOS
“IZQUIERDISTAS” DE “SI”.- Si el Comercio y Expreso
reafirmaron tan enfáticamente mi filiación senderista, los periodistas
considerados ‘izquierdistas’ de la revista “SI”, fueron aún más lejos. No sólo
me tildaron de “hombre de Gonzalo” y
calificaron como “el más destacado
detenido en el último operativo policial”, sino que, asumiendo aparente
imparcialidad, me sindicaron como “padre
de la educación inicial en el país”; dieron cuenta de mi “preocupación constante por la niñez”;
e hicieron referencia a mis estudios de especialización en Europa, concluyendo así:
“Y es que al final de la reforma
educativa, Castillo Ríos quedó traumado por una sensación amarga de fracaso y
desolación”. Por eso…”empezará a
zanjar con su pasado intelectual y hacer primar, por sobre todas las cosas, el
método clasista en el análisis de la realidad social”. Es decir, se levanta
primero mi imagen, para después hacerla aterrizar en predios comunes a Sendero
Luminoso.
¿Por
qué la preocupación de señalarme como intelectual de alguna importancia para,
al final, concluir con deducción tan forzada y subjetiva, justo en el momento
en que la represión necesitaba con urgencia de personas pertenecientes a la
cúpula senderista? Pero la revista hizo algo más: para buscarme enemigos
rememoró asuntos que no venían al caso como antiguas y naturales discrepancias
con Alfonso Barrantes y Henry Pease, en la Municipalidad de Lima, aludió a mi
posición crítica frente a los planes de educación del Apra e Izquierda Unida, y
recordó mis frecuentes campañas contra el antieducativo programa “Trampolín a la Fama” de Ferrando. Y
luego, sin siquiera otorgarme el beneficio de la duda, terminó descargándome un
vil tiro de gracia:
“Estos puntos de vista le ganarán los
aplausos y la adhesión de los sectores más radicalizados del magisterio con los
cuales Castillo Ríos no ocultará sus simpatías y aportará con trabajo, charlas
y orientación doctrinaria. Pero ahora debe estar meditando sobre los riesgos
del violentismo en una oscura celda de Dircote”.
¿INERCIA?
No fui, naturalmente, la única víctima de estos excesos por parte de periódicos
y revistas. Los demás detenidos fueron señalados, asimismo, como cabecillas,
ideólogos y prominentes miembros de la cúpula senderista. Un distinguido
psiquiatra que fuera visitado en su consultorio por una paciente supuestamente
comprometida con Sendero, fue considerado, por más de un diario, como…”médico
personal de Abimael Guzmán!”
Lo
insólito del caso es que no podría afirmar y menos probar la existencia, en
estas publicaciones, de oscuros designios, propósitos mercenarios, o simple
voluntad de hacer daño. Más parece que a todos los detenidos se nos inventaron
funciones, cargos y situaciones por inercia, por decir algo más que los otros
órganos de la competencia, casi por costumbre. Todo esto respaldado, sin duda
alguna, por la irresponsable impunidad con que actúan los medios de
información.
Lo
peor del caso es, sin embargo, que el uso alegre e irreflexivo de esta supuesta
libertad de prensa, olvida con ominosa frecuencia, que estamos en el Perú, país
donde, según el Informe Anual sobre la situación de los Derechos Humanos que
edita el Departamento de Estado de los Estados Unidos, existen no sólo detenciones
arbitrarias, sino también ejecuciones extrajudiciales, desapariciones de
personas, torturas y malos tratos, corrupción judicial y violencia terrorista.
Y que cualquier exageración o cargo imaginario publicado en un periódico o
revista considerado serio y responsable, puede tener, para sus víctimas, un
precio mucho más elevado que el simple desprestigio y el escándalo
¿Qué HACER? En estas circunstancias,
¿qué podemos hacer los ciudadanos comunes y corrientes, aquellos que no tenemos
periódico propio? Muy poco en verdad. En nuestro caso sólo nos queda:
1°
Denunciar la inexistencia, en el Perú, de la libertad de prensa. Los diarios,
revistas y noticieros de radio y televisión, con contadas excepciones, se han
ido deslizando, paciente aunque progresivamente, desde una libertad que tuvo
reducida y accidentada existencia, hasta un ahora crónico y desorbitado
libertinaje. Y,
2°
Apelar a la conciencia de los periodistas y propietarios de medios de expresión
para que ellos mismos sean quienes, a través del Colegio o la Asociación de
Periodistas, activen y sugieran los mecanismos y controles necesarios para que la libertad de expresión
pertenezca unida permanentemente, en el momento de transmitir la noticia, a la
honestidad y verdad. Ellos podrían construir seguramente un Tribunal de
Honor u otra institución análoga, para cautelar el idóneo ejercicio de la
libertad de prensa. Y al mismo tiempo, sancionar
moralmente los desmanes y exacciones que bajo la forma de desinformación y
calumnia, lleguen a propagar los medios masivos de comunicación social.
(Castillo, 1991, p. 15)
Referencia
Castillo Ríos, C. (4 de abril de 1991). Libertad de prensa y calumnia. Cambio, p. 15.