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martes, 5 de julio de 2022

500 engaños: saqueos, matanzas y culturas pisoteadas...


 

Saqueos, matanzas y culturas pisoteadas

Escribe Carlos Castillo

Reeditado por Marco EspinozaS.

El presente año será de polémica e intercambio de versiones apasionadas y puntos de vista encontrados, antagónicos, caudalosamente cargados de ideología. La contienda se inicio hace un siglo cuando España celebró el IV Centenario de lo que llamaba el “Descubrimiento de América”. Esta vez y para evitar la reacción airada de muchos latinoamericanos y españoles conscientes, España echará la casa por la ventana, para conmemorar lo que el mismo Rey Juan Carlos señaló como «el encuentro de dos culturas». Y nos invita a que le acompañemos en el recuerdo, pero, eso sí, de lejos. A los peruanos no nos quieren en España.

Cambios que da la vida. Los españoles que hace 500 años llegaron a nuestras playas con una mano atrás y otra adelante y retornaron a su país llenos de oro y plata, nos cierran sus puertas ahora que somos pobres. Ya no nos llaman «indios» sino ‘sudacas’ y acaban de expulsar, maltratos de por medio, a decenas de peruanos por indeseables. Es decir, por malos hijos.

Pero volvamos al V Centenario del Descubrimiento, Conquista, Colonización, Evangelización, Encuentro, Encontronazo, Invasión, choque de culturas, Genocidio o como quiera llamársele: cada vocablo implica un punto de vista, una manera de interpretar la historia. Aquel fue, sin embargo, un hecho histórico hondamente vinculado a nuestra realidad actual y futura. Tal vez por eso debemos mantener la calma, contar hasta diez, e iniciar en casa, en todas partes, un proceso continuo de reflexión y análisis sobre la materia. Especialmente en los centros educativos.

*Preparativos

Los hechos son simples. El 3 de agosto de 1492 tuvo lugar en Puerto de Palos de Moguer, cerca de Cádiz, un hecho que cambio el destino de Europa, América y el Mundo. Partieron ese día tres carabelas con destino a las Indias, la tierra del Gran Kan. Comandaba la expedición Cristóbal Colón, ávido lector de Marco Polo, y marino genovés que convencido que la tierra es redonda, pretendía internarse mar adentro del llamado Mar Tenebroso (el océano Atlántico de hoy) para llegar a oriente para una vía más corta.

España se debatía entonces entre el orden feudal en trance de extinción y un capitalismo incipiente. Agudas tensiones y conflictos religiosos y raciales la asolaban: a la tradicional explotación de unas clases sociales a otras se agregaban guerras (cruentas, inhumanas) recién concluidas contra judíos y mahometanos. Esos conflictos dejaron al reino de Castilla un doble legado: al Estado una cuantiosa deuda a bancos alemanes, holandeses e italianos; y a sus pobladores, en su mayoría comerciantes, manufactureros y usureros, aguda intolerancia racial y religiosa y culto a lo que sus poetas denominaban «el vil metal».

La corona hispana tenia que enfrentar tan grave crisis. Entonces surgió la propuesta de Colón que no tuvo en ningún momento motivación altruista ni generosa. Estaba de por medio una ruta más corta y por consiguiente más económica para llegar a Oriente a comprar pimienta, canela, clavo de olor, jengibre y nuez moscada. Tales especias y otros condimentos eran muy apreciados por las clases pudientes europeas porque daban mejor sabor y olor a las carnes guardadas. De modo que aquella fue una expedición comercial, una aventura, con posibilidad de convertirse en magnifico negocio.


Los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón no invirtieron ni tuvieron que empeñar joya alguna en esa empresa que fue financiada, principalmente, por comerciantes aragoneses y catalane.[1] Ni siquiera acompañaron al navegante genovés personas próximas a la Corte de los reinos de León y Castilla sino 90 tripulantes de los cuales, más de la mitad, fueron extraídos de las cárceles de Andalucía. Los otros no eran sino vagabundos y aventureros; gente sin futuro si se quedaba en España. No les podía preocupar tampoco el equipaje de los expedicionarios pues sólo se embarcarían con sus sueños, ambiciones, avidez de gloria y enfermedades, como la gonorrea, sífilis, viruela, fiebre amarilla, tifus, lepra y muchas más, entre las desconocidas en Nuevo Mundo.

*La llegada

Setenta días después de travesía accidentada correspondió a Rodrigo de Triana lanzar el grito estremecedor de ¡Tierra! Tierra fue, en efecto. El 12 de octubre llegaron a Guanahani pequeña isla del archipiélago de las Bahamas, en el mar Caribe. Aquella vez Cristóbal Colón, que murió 14 años más tarde creyendo que había llegado al Oriente, descendió de su nave portando un elegante vestón de terciopelo rojo y acompañado por los hermanos Pinzón, («los pinzones»). Lloró, besó la blanca arena, y emocionado, exclamó: «En nombre de Dios y de sus Católicas Majestades, la Reina Isabel y el Rey Fernando, tomo posesión de esta tierra que he descubierto y de todas las tierras que después descubriré»[2]. Tremendo zarpazo. Con apenas 32 palabras se apoderó de América central y del Sur.

Un notario, con libro y pluma, registró la emoción del gran Almirante de la mar Océana, que clavó la cruz y elevó el estandarte español al tope. No hubo ceremonia religiosa, sin embargo: en esa cruzada, que después se presentó al mundo como religiosa, no viajó ningún sacerdote.

Los nativos, dieron pacifica y afectuosa bienvenida a los recién llegados. Ni una flecha, ni siquiera una mirada hostil. Al contrario: sonrieron a los recién llegados y como los vieran cansados, malolientes y con hambre, les ofrecieron panecillos de yuca y hojas de tabaco en señal de amistad. Los hispanos no aceptaron los panes por desconfianza y el tabaco porque no sabían fumar; pero, en cambio, se les desorbitaron los ojos de codicia, cuanto vieron las joyas de oro que colgaban de la nariz y orejas de los dueños de casa.

*El Perú como regalo

Un año después el Papa Alejandro VI a nombre de Dios y muy generoso con lo ajeno entregó a España, su patria, por el Tratado de Tordecillas[3], la propiedad de todas las tierras que fuesen encontradas hacia el occidente, y a Portugal hacia el este. Además, en retribución por difundir el Evangelio, los invasores se podían quedar con el oro de los aborígenes… ¡y hasta con ellos mismos si fuese menester! Curioso: ningún español había pisado aun el Perú … ¡pero ya el Papa lo ofreció con habitantes y todo, como regalo!

Poco más hay que agregar sobre la llegada de los invasores. Lo que vino después en relación a la resistencia de los nativos; luchas de conquista, abusos, violaciones y en general crímenes de los hispanos, es una más larga historia que se debe conocer e interpretar con urgencia.

Es que las consecuencias de esa historia, sobre todo de sus distorsiones, son causa fundamental de los problemas que aquejan a nuestro país de hoy. (Castillo, 1992, p.17)

Referencias

Castillo Ríos, C. (12 de febrero de 1992). Saqueos, matanzas y culturas pisoteadas. La República, p. 17.

[Diseño de Marco Espinoza]. (Lima. 2022). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, imágenes extraídas de los archivos periodísticos del Diario La República en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.

 

 



[1] Leslie Bethell, ed. «Historia de América Latina». Editorial Critica, Barcelona 1990. Pág. 17.

[2] Libro I, Cap. IX. Pág. 119. Citado por Leslie Bethell. Ob. Cit.

[3] José Ignacio y María López Vigil. «500 engaños. Otra cara de la historia». Pág. 16. Edit. Nueva Utopía, Madrid 1990.

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