“No pasarán” en Nicaragua
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Aquella noche no cabía una persona más en el hermoso teatro Rubén Darío de Managua. Hombres y mujeres de todas las edades se apretujaban y pedían silencio para escuchar mejor a sus trovadores populares. Como la música nicaragüense suele ser alegre, y a veces picara, era aquella una fiesta ruidosa y juvenil que contaba con la participación del publico y los artistas. Casi al final de la función entre vítores y aplausos, se presentó Carlos Mejía Godoy con su grupo musical “Los de Palacaguina” y el público empezó a gritar “No pasarán”, “No pasarán”. Creí estar en San Marcos escuchando una consigna revolucionaria, pero me equivoqué: se trataba de un pedido. Y el teatro casi se vino abajo cuando el trovador, bastante conocido entre nosotros, accedió a cantar su más reciente creación musical que tiene, seguramente, la más bella melodía nacida jamás en este continente.
La canción se llama “No pasaran”. Después supe que la letra pertenece a Gioconda Belli. Sin embargo, pese al título y texto, no es un grito de combate: es un canto de amor que trasunta en su música y en su letra lo que ahora está en la hermosa, menuda y heroica Nicaragua. Yo he visto a “cumpas”, soldados nicaragüenses que apenas tendrían 20 años, disimular unas lágrimas al oírla:
“Vendrá la guerra, amor, y en el combate
No habrá tregua ni freno para el canto
Sino poesía, naciendo incontenible
Del cañón de fusiles libertarios”.
Aquella vez, hace apenas algunos meses, Nicaragua solo luchaba contra la naturaleza para hacer producir la tierra y saciar el hambre de niños y campesinos. Iba bien la revolución. Había paz que en ese pequeño país quiere decir trabajo colectivo, polémica, bromas y canciones. Edén Pastora andaba, más “comandante cero” que nunca, por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, organizando la contrarrevolución. En Honduras se preparaban ex somocistas, ahora mercenarios, para entrar en combate. Los “nicas” a su vez, sabían que pronto tenían que defender, tal vez ofrendando sus vidas, su territorio amenazado. A la hora del descanso, no obstante, le cantaban al amor.
Es esa la fuerza que hace invencibles a los pueblos que están inmersos en una lucha justa. Me impresionaron, especialmente, los adolescentes: sabían que pronto iban a estar en el interior de una lucha cruenta y, mientras tanto, tenían tiempo y humor para reír y cantar. Cerca, en El Salvador, rugían los cañones. Luchaba y hasta ahora lucha el pueblo contra la Fuerza Armada sostenida y orientada por los Estados Unidos y “los chavales” nicaragüenses sabían que pronto les llegaría la hora para el sacrificio y la lucha. No la temían, sin embargo. Su moral estaba por encima de toda amenaza.
Ahí supimos que los invasores, en Nicaragua, no pasarán. Hombres, mujeres y niños lucharán como fieras para salvar a su país de la explotación, el colonialismo y la usurpación grotesca. Lucharan también, están luchando, por la libertad económica y la auténtica soberanía nuestras y de todos los países de América Latina.
El triunfo de Nicaragua será un hermoso ejemplo para todos nosotros. (Castillo, 1983, p. 1)
Referencias
Castillo Ríos, C. (30 de mayo de 1983). “No pasarán” en Nicaragua. Diario La República, p. 11.
[Fotografía de Redes Sociales]. (Nicaragua. 1986). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Extraído de la Biblioteca de Marco Espinoza. Lima, Perú.