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jueves, 26 de enero de 2023

MERECEMOS ESTA POLICÍA QUE HOY NOS REPRIME

 


Para el educador y catedrático universitario Carlos Castillo Ríos, el sangriento caso Poggi—Diaz Balbín es sólo el brote más purulento de los últimos años en las historias sucias del Perú, pero a la vez útil para discutir hoy los métodos que usa la Policía de Investigaciones. Según Castillo Ríos, ninguna de las organizaciones policiales del país está preparada para enfrentar adecuadamente la violencia estructural que estremece a nuestra sociedad, añadiendo que lo peor es que ellas mismas generan parte de esa violencia.

 

¿MERECEMOS ESTA POLICÍA?

Escribe Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

 


El educador pidió que se revisen por parte de organismos educativos superiores los contenidos de los programas de estudios policiales, que en general son desconocidos para la sociedad que les paga y a la que se supone deberían servir.

Sostuvo que en la actualidad se fomenta en el Perú la escuela norteamericana de los sicocombatientes, tesis norteamericana que va emparejada a las teorías sobre la seguridad interna y la consecuente guerra sucia que se aplica en su nombre.

Castillo explicó que en ese sentido el sicocombatiente es un hombre encallecido, a quien se le ha vuelto un canalla en las aulas con teorías racistas, intolerantes, violentistas y orientadas a convencer al futuro soldado o policía que la sociedad civil es toda sospechosa.

El educador se mostró muy preocupado por los múltiples brotes de violencia policial recientes, que a su juicio no hacen sino reflejar un malestar interno que no será superado por la reorganización y desburocratización.

Recordó el caso Uchuraccay, el crimen de los tres jóvenes encarcelados en el hospital de Huamanga, las constantes matanzas protagonizadas por los sinchis, luego las muertes cometidas en la zona de emergencia, las fosas comunes y la extensa lista de muertos desaparecidos que se ha denunciado.

Castillo Ríos, sostuvo que esa espiral de violencia tiene lugar en una sociedad quebrada cuya policía está fuertemente predispuesta para agredir a los civiles, en parte por su formación en aulas y en parte porque ese es el rol que le asignan.

Reiteró que la reorganización de las Fuerzas Policiales es necesaria y saludable para una limpieza en los mandos, pero añadió que en el fondo será incompleta y superficial si no se va al fondo del problema, es decir su formación.

“¿Cuáles son los criterios que se emplean para discernir las aptitudes?”, pregunto el educador y articulista cuyas ideas son frecuentemente expuestas en “La República”.

Condenó el hecho de que aun en los spots televisados de propaganda para entrar a las escuelas policiales, únicamente se vea la practica de artes marciales y manejo de armas, como si esas disciplinas fueran lo único o lo más importante que ahí se imparte. “¿O es así?”, se interrogo Castillo Ríos.

EL BUEN POLICIA

Conocedor de distintas y opuestas realidades en el mundo. Castillo Ríos alabó el comportamiento de la policía inglesa y su buena relación con su pueblo.

Explicó que un policía de Londres o cualquier otra ciudad británica es un líder cívico, al que desde los niños le tienen ilimitada confianza.

Dijo que lo mismo ocurre en los países nórdicos y también en las naciones socialistas, donde alcanzan la condición de policías únicamente personas sanas, estabilizadas, que luego son sometidas a una exigente formación académica.

Añadió que la educación de los policías en esos países es un asunto muy delicado, que compete a instituciones especializadas en criminología, historia, psicología, ciencias jurídicas y disciplinas sociales.

Castillo Ríos llamó la atención sobre los innumerables casos publicitados de policías que han matado a alguien en fiestas familiares, bares o calles, por motivos insignificantes. A su juicio eso estaría evidenciando la debilidad psicológica de policías enfermos, que no son casos excepcionales, sino al contrario, de los más frecuentes.

En ese sentido el educador no hizo excepciones y dijo que el mal lo padecen tanto los guardias civiles como los de la Policía de Investigaciones del Perú.

NO SON GENTE MALA SINO ENVILECIDA

En todo momento nuestro entrevistado aclaró que sus puntos de vista no condenan a las personas sino a la formación que reciben que tiende a envilecerlos. “Ellos entran sanos a un lugar donde se los corrompe y se les modela como antisociales”, sintetizó.

“¿Y qué pasa si en las escuelas policiales de hoy estuvieran enseñando seudo médicos, seudo abogados, seudo criminalistas, así como vemos que hubo un seudo psicólogo?”, pregunto alarmado.

Finalmente, Castillo Ríos pidió que la Comisión de Paz y las de Derechos Humanos del Parlamento intervengan en estos problemas, porque en la policía se están engendrando dramas que quizá puedan ser peores de los que estamos padeciendo en estos días de intensa violencia que vive el país.

Concluyó señalando que los males que padecen esos policías se vuelven irreversibles, como que los hombres arrojados a la calle por la reorganización policial no saben hacer otra cosa que actuar con violencia.

Reiteró la ya conocida hipótesis de que muchos de esos ex hombres de uniforme estén hoy detrás de los más execrables delitos a los que asistimos horrorizados, como asaltos, secuestros y terrorismo derechista.

En este sentido evocó las palabras del presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, quien al empezar los primeros estallidos de bombas en Buenos Aires habló de “la mano de obra recién desocupada”.

Después de todo Mario Poggi Estremadoyro también era un desocupado. (Castillo, 1986, p. 24)

Referencia

Castillo Ríos, C. (16 de febrero de 1986). ¿Merecemos esta policía? La República, p. 24.

[Fotografía Marco Espinoza]. (Lima. 2023). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.

lunes, 23 de enero de 2023

UNA INTRODUCCIÓN A LA EDUCACIÓN EN CHINA

 


El siguiente escrito corresponde al maestro y periodista “Carlos Castillo Ríos”,  introducción al libro: La educación China. Eran las años setenta y el catedrático sanmarquino viajaría a China para observar de cerca la gigantesca Revolución Cultural realizada por el maestro Mao Tse Tung, según palabras del doctor en Filosofía “José Lora Cam” (2015), el cual diría en una entrevista: “Castillo Ríos que ha sido su libro un bestseller, que se había publicado en varios países de América Latina, La Educación en China, eso se ha vendido como si fuera el libro del siglo, se ha hecho cola para comprar, pues es un libro buenazo (…)”. La experiencia que vivió Castillo en la ciudad china le ayudo bastante para entender lo que significa algo que en el Perú habíamos perdido, eso que se llama ser una persona altruista, un ser con valores éticos y morales.

La Educación en China: una pedagogía revolucionaria

Por Carlos Castillo Ríos.

Reeditado por Marco EspinozaS.


 

I.             Introducción

Nadie ignora que la educación forma a los hombres que los círculos dominantes necesitan para su continuidad y reproducción. La educación del llamado mundo occidental es el instrumento del sistema capitalista, en la misma medida que la educación china lo es del sistema socialista. En ambos sectores, la educación no hace otra cosa que imponer y propagar la ideología del grupo que detenta el poder.

La educación occidental forma a los empresarios, directivos, propagandistas, técnicos, empleados y obreros que la sociedad de consumo necesita, de la misma manera que la educación china forma los soldados, campesinos y obreros que su revolución social requiere. Un sistema otorga grado y título a las personas que se alinean dentro de la esfera capitalista y el otro forma a los trabajadores que necesita para quebrar el atraso y la miseria que muchos años de dominación, le han legado como herencia.

El suceso o fracaso de ambos sistemas sólo se puede apreciar por sus frutos: la calidad humana de sus pobladores. Si se tratara de escoger entre uno y otro sistema político-social, para nosotros no existe ningún dilema ya que creemos que, en China, además de sus grandes realizaciones de los últimos años, ha empezado a hacer su aparición un nuevo tipo de hombre, altruista y generoso.

Esto último se explica, porque la organización político-social de China es única en el mundo. Los patrones de interacción corresponden a un esquema ideológico que con igual intensidad prevalece en la sociedad, se difunde en la escuela y se trasmite por todos los medios de comunicación.

Al no existir en China el pluralismo de tipo occidental, el poblador recibe un conjunto no muy amplio pero coherente y unificado de mensajes. Estos, no son fórmulas para ser estudiadas o memorizadas. Son, al contrario, normas, guías, pautas de acción. Son contenidos que se han convertido en parte muy importante de la vida del poblador chino: de materia de reflexión cotidiana, han llegado a identificarse con el estilo de vida chino y con su visión del mundo.

Hay que tener presente que el chino de hoy vive en un mundo totalmente condicionado por una ética socialista que exige, de mil maneras, elevarse, vencer a la rutina, llegar en cada uno de sus actos al nivel de heroísmo. Condicionado, decimos, y es así: todo en el ambiente familiar, escolar, extra-escolar, recreativo y laboral, es permanente invitación a su perfeccionamiento personal.

Televisión, cine, radio, periódicos, revistas, conferencias, reflexiones colectivas, cumplen, por otra parte, una función educativa permanente. Las salas oscuras de los cines y teatros, los dibujos animados, las canciones, el ballet, el circo, no hacen sino estimular a que el hombre participe en el trabajo colectivo, elimine el egoísmo, haga posible en él mismo la creación de una indoblegable conciencia socialista. Toda China es una comunidad educativa que induce a la población a vivir según las normas de una ética revolucionaria capaz de elevar al pueblo hasta los grados más altos del amor al semejante y la entrega de sí mismo.

Es la política hecha religión. Por eso el hombre nuevo de China deposita su confianza más que en el desarrollo tecnológico de los últimos años o en el impresionante alza del nivel de vida, en su caudal de energía moral, fuerza de voluntad y tenacidad sin límites que es producto y resultado del grado de conciencia ideológica que ha llegado a alcanzar.

El nuevo hombre de China debe ser valiente, trabajador, intrépido, económico, audaz, revolucionario y altruista. Pero también debe aprender a odiar a sus enemigos de clase y ser implacable con ellos. No debe sentir piedad por el enemigo en caso de guerra, pero no puede, por formación y principios, convertir la guerra en pillaje y violación.

El nuevo hombre de China debe llevar una vida sana y simple, como corresponde al soldado de una revolución socialista. Debe permanecer alerta para eliminar cualquier síntoma de arrogancia y soberbia. Debe ser profundamente humilde, pero al mismo tiempo orgulloso: aprende humildad de los campesinos y tiene orgullo de la “pobreza y desnudez de China”.

No debe presumir jamás. La soberbia, la fatuidad, se contradice con su condición de revolucionario que ama al pueblo al que pertenece. Si es artista o escritor, debe crear para el pueblo y estimular su emoción en la lucha social. Si estudió para médico, debe ir a buscar a los ancianos médicos tradicionales para que le enseñen los secretos de la antigua medicina china conocida por trasmisión oral y que es herencia de miles de miles de años de experiencia. Campesino, obrero o soldado, debe participar en la producción no sólo porque así lo exige la realidad China, sino porque se preconiza que el trabajo manual purifica, destruye la soberbia y unifica al pueblo. Y enseña tanto o más que “los libros muertos”.

La política debe determinar todos sus actos. La existencia individual no tiene ninguna importancia. El poblador Chino, sin excepción, debe estar dispuesto a realizar los mayores sacrificios y saber entregar su vida si es necesario en defensa de su pensamiento político y por el triunfo de su pueblo en la lucha por la consolidación del socialismo. Su formación ideológica –política, cultural y militar- debe ser aliento vital en todas sus actividades, determinando su manera de ser, sus actitudes, su manera de pensar y sus prácticas diarias.

Lo que el estado aspira del nuevo hombre que ha surgido en China es que elimine apetencias personales, contradicciones internas, deseo de acaparamiento de cosas materiales e impulsos egoístas, para entregarse a la revolución que también es sinónimo de práctica permanente de amor al trabajo y de desprecio al dinero y los bienes materiales. De este modo se ha creado en China una nueva escala de valores en la que las categorías de bello, feo, felicidad, amor y trabajo, son, por decir lo menos, diferentes a las del mundo occidental.

Este es, al mismo tiempo, otro de los puntos de incomunicación entre China y el resto del mundo: las palabras, los conceptos, tienen otro significado. De modo que, para entender al pueblo chino, hay que hacer un verdadero esfuerzo de imaginación.

Estas líneas, tratan de dar testimonio de la exuberante realidad china, su misteriosa fuerza y su mística pujante. Han sido escritas al correr de la pluma para conservar, precisamente, las primeras impresiones. Es posible que más tarde tengamos tiempo de ofrecer material más elaborado. Por ahora estas páginas deben cumplir la misión de expresar lo que se ha visto y tratado en 60 días de permanencia, a un promedio de 12 horas diarias, sin descanso dominical y con la pasión que despiertan las cosas extraordinarias. (Castillo, 1973, pp. 7-10)

Referencias

Castillo, C. (1973). La educación en China: una pedagogía revolucionaria. Mosca Azul: Lima, Perú.

Filosofía Aplicada Tv. (Productor). (2015). José Lora Cam, filósofo (Perú). Disponible https://www.youtube.com/watch?v=IZeNBJF81qM

Imágenes y diseño: MarcoespinozaS