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Maranga: centro de represión
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Maranga, el Instituto de Menores de Maranga, tiene una larga historia. Inaugurada en julio de 1945, estuvo bajo la administración civil, religiosa y militar. Todas fracasaron. Fue, en los diversos estadios de su evolución, parodia de fábrica, taller, convento y cuartel. Por dolorosa paradoja jamás fue lo que debió ser: clínica para jóvenes con trastornos de conducta.
Maranga fue —y hasta ahora sigue siendo— nada más que un aparato represivo del Estado. Es decir, un “asusta — muchachos” para que mejoren su comportamiento quienes no respetan la propiedad ajena, las disposiciones legales ni las normas de conducta que la sociedad impone.
El Instituto de Menores o Centro de Reeducación que funciona en la avenida La Paz, entre Lima y Callao, es pues una cárcel de muchachos. Por eso siempre ha tenido la custodia externa de la Guardia Republicana y la vigilancia interna de neocarceleros que funcionan bajo el apelativo de tutores, orientadores de conducta o auxiliares de educación.
El Código de Menores, ese elefante blanco que tenemos para la exportación sostiene algo muy diferente y demasiado hermoso para ser real: dice que en el Perú el menor de 18 años es inimputable de delito y, en consecuencia, no pasible de sentencia, castigo ni pena sino de tratamiento. Dice que si un menor comete un acto antisocial hay que investigar el porqué de su conducta y luego proveerle los elementos necesarios para su reubicación social. Orienta esta política, dice el Código, la Declaración de los Derechos del Niño.
Otra vez la ilusión del “debe ser” pretende enmascarar la realidad. A la sociedad, a esta sociedad, no le interesa la reubicación normal del adolescente desviado ni el tratamiento del menor anti social. Esta sociedad reprime al que no respeta la ideología, la forma de vivir y el “orden” social que han escogido, para todos los peruanos, los gobernantes de turno. A esta sociedad que legitima la explotación del hombre por el hombre sólo le interesa probar, con hechos contundentes, que aquel irrespeta la propiedad ajena y no se somete a los mandatos de la ley y las disposiciones de quienes conducen el país deben pagar sus culpas.
Por eso el Centro de Reeducación de Menores de Maranga es la cárcel que el sistema destina para los muchachos de las clases populares. Jamás llegan a sus helados dormitorios los hijos de la clase dominante. Las pocas excepciones que se recuerda son las de hijos de clase “A” colocados allá por sus propios padres “para que sepan lo que es bueno y se corrijan”. Es decir, para que dejen en sus muros todo deseo de insubordinación y rebeldía familiar. (Castillo, 1982, p. 10)
Referencias
Castillo Ríos, C. (24 de junio de 1982). Maranga: centro de represión. La República, p.10.
[Fotografía de Movimiento Kloaka.]. (Lima. 1982). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraído de https://andes.missouri.edu/andes/comentario/cal_kloaka22.html. Lima, Perú.
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