En esta oportunidad quiero presentar un artículo
escrito por el primo hermano de Carlos Castillo Ríos, me refiero al Doctor en medicina Ezequiel Castillo,
esto con motivos de un merecido homenaje realizado en la ciudad de Lima el 6 de
diciembre del año 2017, en las cuales asistieron familiares y amigos muy
cercanos, en aquella fecha se habían cumplido los 90 años del natalicio del
maestro que cariñosamente lo llamaban en su familia como “Callo” y también se habían cumplido ya, 4 años desde su partida
(jueves 17 de octubre de 2013), no fue un jueves santo como lo decía el gran poeta Cesar Vallejo sino un
jueves del olvido, digo esto porque la gran trayectoria que tenía el maestro no
era para que sea olvidado por los principales medios escritos en el cual había
laborado, por ejemplo el diario El Comercio, La República, CARETAS, La Voz, la
revista Autoeducación, el diario: La Opinión, entre otros y como no destacar
sus investigaciones a favor del niño, es cierto que hoy no está entre nosotros sin
embargo son sus artículos el que día a día descubro cuando asisto a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú,
muy ansioso espero abrir el diario y ubicar sus escritos, leerlos, como si
hubiera conseguido la fórmula de la felicidad o haber abierto un tesoro
escondido en un baúl, al tomarle foto a esas palabras escritas hace 35 años y
poderlas digitarlas y que sus seguidores puedan leerlas hacen que la luz de mis
ojos vuelvan a brillar. Una vez más agradezco a la familia de Elmer Castillo
Díaz por haberme presentado a este gran amigo llamado: “CARLOS CASTILLO RÍOS”…
Orígenes de la familia
Castillo en Huánuco
Escrito por el Doctor
Ezequiel Castillo Savinovich
Hace muchos años un
inmigrante chino llegó con su bagaje de ropa, sueños e ilusiones a Panao, un
pueblo pintoresco a orillas del Charamayo, en el departamento de Huánuco. En el
camino dibujó en un papel la palabra de una flecha que indicaba el tránsito.
Tránsito sería su nuevo nombre desde entonces. Le gustó tanto el verdor y
lo apacible del sitio que decidió quedarse, formó un hogar y el trabajo duro o
el dinero que trajo del legendario oriente, asunto que no está claro, hizo de Don Transito un hombre con una
cómoda posición económica hasta el punto de donar a su nuevo pueblo un convento
y una capilla más parecida a una iglesia, decían los que me contaron.
Era, según dicen, un hombre de carácter sereno, apacible y generoso
que compartía lo que tenía con los habitantes, especialmente los niños.
Cuándo, cómo y porqué
cambió el apellido Mu al españolizado
Castillo, no se sabe. Al parecer era una costumbre de la época que
africanos y orientales adoptaran el apellido de sus empleadores que en muchos
casos los sometían a la esclavitud. Estoy seguro que Carlos como el poeta Nicolás Guillen pensaría, si el bisabuelo fue
esclavo, “que se avergüence el amo”.
Don Tránsito Castillo se casó con una Dama que
apellidaba Negrón. De esa relación nacieron Ezequiel, Noé y Matilde.
Noé posteriormente sacerdote católico, reconocido en Huánuco por su vasta
cultura, ignoró el celibato y tuvo varios hijos todos profesionales. Matilde,
vistió los hábitos y actualmente se encuentra en la larga espera de la
beatificación. Ezequiel Castillo Negrón,
comerciante de éxito, contrajo nupcias con Doña Susana Cárdenas; de ese
matrimonio nacen: Rafael Castillo
Cárdenas, abuelo de Elmer; Amadeo; Ezequiel, mi padre; Carlos y Lola.
Amabila, la querida tía “Amacha”, la tía Lida y Ada también hijas del abuelo.
Carlos Castillo Ríos, hijo de Don Carlos
Castillo Cárdenas y de Doña Zenaida Ríos tuvo como hermanas a Athala, Flor y Ada.
Estos son los orígenes
de Carlos, Callo, como cariñosamente lo llamábamos. Marcus Garvey, figura emblemática de
la tradición negra decía “un pueblo sin el conocimiento de sus
antecedentes, origen y cultura es como un árbol sin raíces”. Esto también
puede ser aplicado a las personas. ¿Cuánto
influyeron sus orígenes orientales, tema que le encantaba conversar y la
cultura de sus ancestros en la fortaleza de sus convicciones? Creo
que mucho. Carlos era un hombre con
raíces bien arraigadas que los fuertes vientos por los que le tocó recorrer no
mecían el fuerte árbol.
Llegué a saber de él en
mi adolescencia por los comentarios de mi familia, el primo que vivía en
Europa. Qué lejano a nuestras aspiraciones parecía ese continente. Cuando
llegué a conocerlo personalmente, mi admiración por él aumentó y se mantuvo en
el tiempo. Sabía de sus estudios en La Sorbona de Paris y de la edición de sus
primeros libros. Ese hombre sencillo, de
palabra fácil, de sonrisa irónica pero franca, estaba allí. Narrador
impenitente de anécdotas contaba de la amistad con el “Flaco Ribeyro” y otros
grandes de la literatura latinoamericana. Guardo en mi poder una
interesante y larga carta que le escribe Haya de La Torre en relación a una
entrevista que le realiza Carlos en Europa, proporcionada por mi hermana
Mercedes que entregaré a quien corresponda con la finalidad de
incrementar el acervo cultural de Castillo Ríos.
Políticamente fue un
hombre sin partido pero de ideas claras sobre la desigualdad de los estratos
sociales que manifiesta en sus ensayos. Sufrió quince días de detención como presunto subversivo alojado en las
peores condiciones. Obviamente salió liberado por su comprobada inocencia y fue
otra de las múltiples experiencias de su vida.
Solo la muerte de su
esposa, logró doblegarlo, paulatinamente. El fallecimiento de Katrin estaba
dentro de lo inexplicable para él, pese a tener una grave enfermedad. Entre
muchas personas, encontré esa noche del velorio de Katrin a, Manuel Cisneros Milla, su leal amigo y
a, Oswaldo Reynoso, recientemente
fallecido, con quien, quién sabe, estarán discutiendo si los milagros
existen.
Pasando el tiempo los
olvidos le fueron cercando hasta hacerse como nubes negras que no dejan ver el
sol. Su muerte nos dolió doblemente, una
por la lógica desaparición de un ser querido y por otro lado por la
incomprensible indiferencia de medios como Caretas y El Comercio que no
reconocieron el importante apoyo cultural que por años recibieron de Carlos.
Para terminar, no
podemos obviar su descendencia. Carlos Castillo Priale, fue el primer hijo de
Carlos. Él se encuentra en EEUU. Con Katrin tuvo a, Fernando, que vive en
Alemania y, Susana, que se encuentra en esta sala.
Quiero agradecer a los
organizadores de este evento por la invitación para rendir el justo homenaje
a un peruano que aportó mucho a la cultura como escritor y periodista
especialmente en la rama de la educación a favor de los niños del Perú.
E.C.S
Referencias
El
siguiente texto fue extraído del blog: http://huauco.blogspot.com/2017/12/
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima.
2017). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, Lima, Perú.
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