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lunes, 4 de mayo de 2020

LOS NIÑOS DE LA CALLE POR CARLOS CASTILLO RÍOS


En esta pandemia sanitaria (SARS COV 2.0) los que más han sido afectados son los niños, aquellos que deambulan por las plazas y parques a la espera de ganarse un centavo, como decía el catedrático sanmarquino, Carlos Castillo Ríos, los problemas de los niños son los problemas que actualmente tiene la sociedad, si tanto nombran a los niños en sus conferencias de prensa, no olviden que hay niños en las calles, mucho de ellos sin hogares y sin un pan bajo la manga, en nuestra sociedad hay miseria y hambre, hay indiferencia y desigualdades sociales, al respecto nos dice el autor de “Los Niños del Perú”:

Los niños que los sociólogos no ven

Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco Espinoza
No existe en el Perú estudio, ensayo o investigación social sobre los niños que viven de la limosna callejera y que cada día llenan más las calles de Lima. Estamos rodeados de chiquillos de uno y otro sexo que practican la mendicidad pura o la que se encubre tras actividades eventuales como vendedor de baratijas, cuida carros o limpia vidrios pero, parece, que ellos no han sido advertidos por los investigadores sociales ni por los especialistas en ciencias de la conducta humana. No es raro porque esa es la norma. Los profesionales peruanos no quieren dedicar su tiempo, fijar sus ojos y curiosidad científica, sobre los problemas diarios que pesan sobre la población. Les atrae más la especulación política, los problemas de la epistemología o las cuitas de sus clientas.
Lo concreto es que Lima, hoy por hoy, es la ciudad de los niños mendigos y, sin embargo, no tenemos siquiera estadísticas sobre la materia. Se cuentan, sin embargo, por millares los niños que desde los tres años, salen a pedir unos centavos. Otras veces van con sus padres o con personas adultas que se hacen pasar por sus progenitores. En todas partes del mundo la mendicidad ha estado unida a la explotación humana y Lima, indudablemente, no es la excepción.
Los niños merodean por avenidas, mercados, edificios públicos, terminales terrestres, centros comerciales, plazas, cines y cuanto lugar se destina a concentrar personas. Es probable, sin embargo, que todos esos niños no sean desamparados ni, como se suele decir, estén en estado de abandono. La mendicidad infantil, en los países donde existe desempleo y miseria, suele ser producto de variadas formas de explotación por parte de adultos que, desde la sombra, trafican con la conmiseración humana.
El problema de la mendicidad infantil es pues expresión de otros males aún más horribles y cuyas consecuencias se proyectan al porvenir. La mendicidad es una modalidad de conducta desviada, que no se distingue mucho de la vagancia y que, eventualmente, se puede emparentar con la drogadicción y el robo para terminar, después, en el crimen organizado. No es sino cuestión de tiempo. Los niños mendigos, en sus incursiones callejeras para subsistir, suelen pasar con facilidad de la mano que se estira para recoger una limosna, al puño, a veces armado, que toma a la fuerza lo que es ajeno. En otras palabras: esos niños que ahora piden dinero, alimento o ropa, en menos de diez o doce años más, corren el peligro de ser los atracadores de personas y asaltantes de bancos. Es una evolución casi programada. Los “gamines” de Bogotá de hace una década son ahora los terribles “gángsters” de Colombia. Es lógico, por otra parte, que así sea. ¿Es que puede esperarse adultez normal y trabajo honesto por parte de quienes están siendo tan vilmente humillados por una vida de mendicante? (Castillo, 1982, p. 11).
Referencias
Castillo Ríos, C. (16 de agosto de 1982). Los niños que los sociólogos no ven. La Republica, p. 11.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (LIMA. 2020). Archivo fotográfico de la “Revista La Chispa”. Imágenes extraídas de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú: Lima, Perú.

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