Drogas e infancia
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Algunos periodistas y psiquiatras de buena fe, alarman a los padres de familia con afirmaciones más o menos espeluznantes. Atención dice el psiquiatra, por lo menos el 10% de los niños y jóvenes del Perú están involucrados en el mundo de las drogas. El periodista agrega: niños de 8 a 10 años han empezado a drogarse usando pegamento, ingiriendo ron de quemar con cascara de tal o cual fruta y fumando “piticlines” de pasta básica de cocaína. Otros han comenzado a usar broncodilatadores y antinflamatorios.
Y, con opiniones tan autorizadas como éstas, empezamos a pensar que el Perú infantil es drogadicto y que, frente a estos fenómenos, “hay -que -tomar -me -didas -radicales -pronto.
Sin embargo, parece que la situación no es tan dramática, todavía.
En verdad, en los últimos 10 años el Perú se ha ido modernizando y especialmente con el “boom” de los medios audiovisuales (estamos en el “quinquenio de la televisión”), hay muchos niños y jóvenes, de todas las clases sociales, que han ingresado al mundo de las drogas con las desastrozas consecuencias que es de imaginar; pero, no es del caso exagerar. Ni Lima es el Perú, ni la Plaza Mariscal Castilla y el jirón Renovación son Lima.
No olvidemos, por favor, que niños y jóvenes peruanos también son:
- Los millones de menores, buenos hijos de familia, que se consagran al estudio y al trabajo, soñando por conseguir un mejor mundo material para sus padres.
- Los millones de niños y jóvenes que aún están al margen de esto que se llama progreso y civilización y por consiguiente no tienen idea sobre los alucinógenos y drogas.
- Los millares de jóvenes que se introducen a los partidos políticos buscando una salida a los dramáticos problemas que vive el país.
- Los otros millares de niños y jóvenes creyentes que piensan realizarse personalmente a través de la vida religiosa.
Nuestra infancia y juventud, pues, a pesar de la televisión y radio deformantes, no es de las peores del mundo ni mucho menos. El oleaje modernizante y trasnacional que nos invade, ha encontrado sólidas raíces culturales que le detienen y rechaza, por ahora.
Pero, claro, hay que tomar precautorias antes que se agrave el problema. Pero esas medidas nada tienen que ver con el refuerzo de organismos policiales ni judiciales. Los niños y jóvenes necesitan, urgentemente, de una causa para orientar su rebeldía.
Esa causa es el Perú concreto, de 18 millones de personas, que tiene que vivir en la completa satisfacción de sus necesidades básicas. Esa causa es la realidad nacional que tiene que retornar a la escuela, televisión, radio y periódicos, sin eufemismos de ninguna clase.
Los niños y jóvenes necesitan identificarse con el Perú y sus problemas. Y no hay mejor vacuna contra la evasión personal y las drogas, que la búsqueda del ser colectivo y el descubrimiento de la propia nacionalidad. (Castillo, 1982, p. 11)
Referencias
Castillo, C. (11 de marzo de 1982). La República de los niños: Drogas e infancia. Diario La República.
[Fotografía de la Revista Autoeducación]. (Lima, 1984). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Lima, Perú.
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