Juventud, amor y sexo
Acción del socialismo en favor de la juventud USA
Capítulo 3
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco Espinoza
La Cuba de Batista era el paraíso de los drogadictos. Hasta que un 7 de octubre, hace 28 años, Fidel Castro dispuso “la total erradicación del consumo, expendio y tráfico de drogas”. Lo curioso del caso es que no había caído aún Batista y Fidel no era sino el comandante en jefe de una revolución en marcha. Estaba, todavía, en la Sierra Maestra pero ya ejercía un gobierno paralelo. Quienes debían cumplir aquel mandato eran los Tribunales Rebeldes y el pueblo en armas, que luchaba aún en el poder. ¡Pero la revolución ya se preocupaba por el desarrollo físico mental y emocional de la gente joven!
Triunfante la revolución, el 1 de enero de 1959, los traficantes de drogas instalados en Cuba tuvieron que huir y refugiarse en los Estados Unidos, especialmente en Miami. De esta manera el primer territorio libre de América se liberó de los consumidores de drogas. Ahora Cuba es el país de América que tiene menos drogadictos, si todavía quedan algunos. Sin embargo, la isla no puede verse libre totalmente de los narcotraficantes cuyos aviones y barcos averiados a veces van a parar a la tierra de Martí, con su costoso y horrible cargamento. Accidentes inevitables. No hay que olvidar que Cuba es equidistante y está en la ruta entre América del Sur —gran productor de droga— y los Estados Unidos, gigante consumidor que tiene más de 90 millones de drogadictos.
LA JUVENTUD
Es probable que a muchos les guste más de Cuba sus ciudades limpias de arquitectura ligera y agradable, llenas de flores y árboles, donde no hay barriadas ni lugar para el hambre y la miseria. O su televisión sin propaganda comercial que proyecta constructivos y hermosos programas infantiles y otros, en vivo y directo, muy divertidos y con mucha participación colectiva. O sus escuelas, colegios y universidades, bien dotados, con laboratorios y gabinetes donde niños, jóvenes o adultos, encuentran lugar propicio para el estudio y el trabajo. O sus conjuntos poblacionales que serían el sueño de Fernando Belaunde Terry y donde millares de familias han encontrado la vivienda cómoda para llevar una vida con dignidad y decencia.
A nosotros nos deslumbró, principalmente, su juventud. Nos impresionó su actitud franca y desinhibida frente al amor, el concepto de pareja y de familia y también de política. Nos asombró su optimismo y sentido del humor; su juicio crítico, su apertura frente al arte, la ciencia, la técnica y la naturaleza: su envidiable manera de sentir al socialismo como fuerza capaz de unir más a los hombres y que reúne, en una sola conducta, la alegría de vivir, el sentido del humor y la afición a las cosas menudas y agradables (...). (Castillo, 1986, p. 19)
Referencia
Castillo, C. (16 de octubre de 1986). Juventud, amor y sexo. La Voz.
[Fotografía de La Voz]. (Lima. 1986). Archivos extraídos de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.
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