Belaúnde y la Infancia Peruana
Escribe Carlos Castillo Ríos
Recopilado por Marco Espinoza
Si sobre niños se compara lo realizado durante el primer gobierno de Belaúnde y éste que sufrimos todos los días, el resultado confirma que todo tiempo pasado fue mejor. En el primer gobierno se organizó el Consejo Nacional de Menores (CNM) y se crearon los Albergues Tutelares ahora convertidos, por la rutina, en comisarías de menores; Libertad Vigilada, servicio hoy en trance de expiración; Colocación Familiar, Casas Hogares, Centros de Defensa Social del Menor y, además y principalmente, se promovió, y con excelentes resultados, la participación de la iniciativa privada en beneficio de los niños. Esta apertura fue significativa porque las acciones a favor de la infancia y juventud no tienen por qué ser realizadas únicamente por el Estado sin colaboración de la comunidad organizada. Del primer gobierno de Acción Popular quedan, por eso, en relación a los niños, obras concretas. En estos casi dos años de gobierno belaundista, en cambio, solo se ha auspiciado, directa e indirectamente, el abuso y la negligencia cuando no la indiferencia y el maltrato a los menores.
Pruebas al canto: durante el primer gobierno no se habría permitido el funcionamiento de los “pin-balls”, no se habría quitado subsidios a alimentos de primera necesidad (los niños son las primeras víctimas de esta medida), y los programas de televisión que vemos cotidianamente no serían tan abiertamente agresivos y alienantes para el mundo infantil.
Aquella protección a la infancia fue posible por la acción de dos instituciones fundamentales: el CNM, ahora un organismo fantasma, y la Junta de Asistencia Nacional hoy denominada INABIF o sea Instituto Nacional de Bienestar Infantil y Familiar.
El CNM, orientado por el Código de Menores, no fue manipulado por partido político alguno y no permitió ningún tipo de personalismo. El arquitecto Belaúnde tuvo el mérito de respaldar toda iniciativa proveniente de esa institución tan llena, entonces, de prestigio.
La JAN era presidida —honor al mérito— por una dama excepcional: doña Lucila Belaúnde de Cruchaga. Ella oriento la acción de esa institución hacia los Pueblos Jóvenes y llevó ayuda y alivio a un sinnúmero de poblaciones azotadas por catástrofes naturales. Jamás invadió funciones del CNM y, al contrario, le prestó su apoyo y respaldo.
Ahora infortunadamente, la situación es diferente: el doctor Luis Felipe Osterling, al apartarse del Ministerio de Justicia, cometió el imperdonable error de modificar la constitución del CNM mediante Decreto Legislativo que no ha sido revisado ni modificado hasta ahora por el parlamento nacional. En tal engendro pepecista se incluye como miembro del CNM a la actual presidenta del INABIF que valgan, que valgan verdades, no representa a ningún sector organizado de la ciudadanía y, en consecuencia, no tiene por qué integrar esa institución.
Resulta que ahora el CNM es una institución donde no caben, juntos, el doctor Elías Laroza y la doctora Pérez Palacio. Uno pertenece al PPC y la otra a AP. Cada uno quiere atribuirse para si la potestad de trazar la política de menores. Uno fundamenta su pretensión en la ley y la otra en su amistad con el Presidente. El sueña con cárceles para todos los peruanos. Ella, de diferente estilo, quiere que todos los niños se comporten como ángeles de sólida moral y casta existencia. Pero resulta que los niños del Perú no necesitan cárceles ni alas sino, más bien, les falta, para sobrevivir, leche, carne, trabajo para sus padres, campos de recreación e iguales oportunidades para todos.
El resultado final, con tales personalidades en contienda, es que NO EXISTE UNA POLÍTICA DE MENORES. Los niños peruanos, que son más de 9 millones, no tienen representantes, defensores ni aliados. Están, más que nunca, abandonados a su suerte. Lo prueba los niños tuberculosos, mendigos, ladronzuelos, y tristes que vemos a cada instante y en todo lugar. Por eso, sin exagerar, se puede afirmar que el Presidente Belaúnde en su segunda fase, —no hay segunda fase buena—, se ha olvidado de la infancia. (Castillo, 1982, p. 9)
Referencias
Castillo Ríos, C. (3 de junio de 1982). Belaúnde y la infancia peruana. La República, p.11.