La liberación del niño
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Una campesina peruana de diez años es oprimida por haber nacido en el Perú —país dominado y dependiente—, por ser campesina, por ser mujer y, por último, por pertenecer al mundo infantil. Ahora que ha pasado el Día de la Mujer y se han acallado los pronunciamientos —con los cuales estoy completamente de acuerdo— sobre la emancipación femenina, considero que es hora de pensar que por debajo de la mujer y también sometido a ella, está el niño. En otras palabras: en la sociedad nuestra el hombre oprime a la mujer tanto como ésta y su pareja oprimen al niño. Esto que es así en los países occidentales y cristianos sucede también, aunque en menor grado, en los países llamados socialistas. En China, Rusia, Checoslovaquia y Hungría, por citar sólo cuatro ejemplos, es absolutamente cierto que los niños son los privilegiados del Estado pero eso no quiere decir que ese privilegio no esté basado en argumentos paternalistas. Precisamente los niños están en situación de privilegio porque no son considerados iguales. Se piensa que los niños son algo así como u proyecto de personas o están en transito a hacerlo. Y en esta falacia se asienta el dominio del mundo adulto sobre el universo infantil, en todas partes.
Sucede que en nuestra sociedad —en mayor o en menor grado el hombre es el amo, todo poderoso señor del hogar. La mujer que debe ser bella y atractiva, sumisa y dependiente, delicada y romántica, coqueta pero fiel, esta sometida al macho. Le pertenece. Ella tiene que adaptarse al modelo creado por y para el hombre. Su conducta, sus opiniones y sus gustos tienen que satisfacer a los de su propietario. Pero la opresión no se queda allí, sino que forma una cadena: el hombre y la mujer adultos, juntos, se sienten a su vez propietarios del niño y con la mayor naturalidad determinan por cuenta propia lo que éste debe comer, la hora de acostarse, los amigos a elegir, las palabras que debe pronunciar y las gracias a cultivar.
Los mecanismos de dominación que a nivel de metrópoli funcionan con matemática eficiencia en desmedro de los países semi y neocolonialista, se reproducen exactamente en la esfera similar. El padre es el centro imperialista. La mujer, la periferia dominada y explotada.
Cuando se produce entre ambos lo que Toribio Gol llamaría “conciencia social”, la pareja adulta pasa a ser el centro imperialista y la victima llega a ser el mundo infantil donde termina la cadena si por debajo del niño no hay una nodriza, un sirviente o un perrito.
Los medios que utilizan los adultos para oprimir a niños y jóvenes son tan sutiles como los que alienta el machismo para dominar a la mujer. A veces le llaman disciplina, castigo, autoridad, deberes de los padres, educación, paternidad responsable, autoridad, amor, inmadurez del niño o ignorancia de la infancia. Con palabras o frases como estas, que nadie suele discutir, se obliga al niño sediento a tomar leche cuando quiere agua o a terminar la sopa cuando le apetece el postre. Con aquellas palabras que seria irreverente cuestionar, jamás se pregunta a los niños y jóvenes cómo quisieran que fuera su escuela o simplemente qué les provoca comer.
Con esas fórmulas de conducta que sólo los irreverentes no respetan se impone a millones de muchachos y chicas de 15, 16 y 17 años a someterse en silencio a una sociedad cuyas leyes jamás les fueron consultadas. ¿No es esta una forma de dictadura familiar?
Es hora pues de pensar en ir rompiendo las cadenas que oprimen a niños y a jóvenes. La autoridad no puede ser siempre ciega, vertical e inflexible. Dos argumentos básicos sostienen esta propuesta: teóricamente, Gérard Mendel, uno de los más connotados psicoanalistas europeos, pide el derecho a voto para los niños a partir de los 12 años y, en la práctica, las fuerzas represivas de El Salvador encuentran en los campos de batalla, a cada rato, a menores de 13 a 18 años, de ambos sexos, luchando por su libertad como fieras y ametralladora en mano. (Castillo, 1982, p. 11)
Referencias
Castillo Ríos, C. (12 de marzo de 1982). La liberación del niño. La República, p. 11.
[Fotografía del Diario La República]. (Lima. 1982). Archivo fotográfico de la “Revista La Chispa”. Imágenes extraídas de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú: Lima, Perú.
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