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domingo, 9 de marzo de 2025

ADOLESCENTES Y EL CONCEJO DE MENORES


 

 

Los adolescentes de Ayacucho

Escribe Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

1

“Cuando un menor roba una bicicleta, importa el menor, no la bicicleta”. Dice la Filosofía del Derecho cuando trata los problemas de conducta de niños y adolescentes. Este argumento recoge el Código de Menores vigente del Perú y por eso se abstiene de tildar de delincuentes y no señala penas de ninguna especie a quienes roban, hieren o matan, antes de cumplir los 18 años de vida. Los Derechos Universales del Niño elevan esta manera de pensar a nivel de Principio. universo (…).

2

En junio del año pasado, cumpliendo una tarea de Naciones Unidas en la república de El Salvador, tuve oportunidad de conversar en repetidas oportunidades con un lustrabotas de su ciudad capital, quien terminó siendo mi amigo. Tenía el muchacho 21 años y me confesó haber participado en la lucha por la liberación de su pueblo… “Hasta que me echaron por viejo”.

mejor y hasta piensa en casarse…”

3

No pretendo comparar pero he visto fotografías de Ayacucho donde aparecen con los brazos en alto, capturados, niñas en uniforme escolar y muchachitos de la sierra que, visiblemente, no han cumplido todavía los 15 años. ¿Serán estos “los malos peruanos parecidos a los ‘gángsters’ de Chicago” a quienes alude el Presidente de todos los peruanos? ¿Habrá enviado el Ministro de Justicia y Presidente del Concejo Nacional de Menores una comisión que vele y proteja a los niños y adolescentes que están, de una u otra manera, involucrados en los dolorosos sucesos de Ayacucho? ¿Por qué, de un momento a otro, cuando ese departamento requiere de centros fabriles y servicios de luz, agua y desagüe, se aprueba la creación de un Colegio Militar para Ayacucho cuando todos saben que allá existen colegios nacionales, comunes y corrientes?

 

4

Reviso mis empolvados libros sobre adolescentes y, en verdad, me espanto. Resulta que la adolescencia no se caracteriza solamente por ser un periodo de crecimiento y maduración endocrino-genital acentuados sino, también, por ser época de tensiones y preocupaciones en torno a los problemas vitales que agobian a él y a su familia. El adolescente tiene, dicen los más connotados autores, inquietudes, reacciones impulsivas, identificaciones generosas y audaces (…).

5

Ya sé lo que me van a decir: si hay niños y adolescentes involucrados en los sucesos de Ayacucho sería, en todo caso, por acción de los mayores. Son ellos, unos cuantos malos peruanos, quienes estarían empujando a los niños y adolescentes a realizar acciones que ellos alentarían desde las sombras, cobardemente. ¿Será así? ¿Será fácil engañar a los muchachos, embaucarlos, aprovechándose los adultos de la ingenuidad y la inocencia de la gente menor de edad? A propósito: ¿será cierto aquello de “la ingenuidad y la inocencia de los niños y adolescentes”? ¿No será, acaso, que aquel dominio de padres a hijos, de adultos o menores, es un mito, una ilusión o, en todo caso, asunto del pasado? ¿Es por manipulación de sus padres o maestros u otros malos peruanos que los hijos de los ricos están inmersos en el mundo de las drogas, los pin-bols y las motos sin escape? ¿No será, acaso, que los hijos de los pobres quieren que su lucha, sentar las bases de un mundo más igual menos injusto?

Todo cabe en lo posible. En todo caso estas preguntas deben responder los investigadores sociales del Concejo Nacional de Menores. Aunque, hay dos preguntas más por hacer: ¿Tiene investigadores sociales ese Concejo? O esta última pregunta ¿Funciona el Concejo Nacional de Menores que con tanta bulla reinauguró el Dr. Buendía hace cuatro meses? Con respuesta o sin ella por parte del inefable Ministro de Justicia, la ciudadanía necesita saber qué tratamiento se está dando a los adolescentes en Ayacucho, pues corren rumores que las fuerzas de la represión policial están identificando adolescencia con terrorismo y están sustituyendo la generosa y comprensiva política del Código de Menores del Perú por las balas. (Castillo, 1983, p. 11)

Referencias.

Castillo Ríos, C. (21 de enero de 1983). Los adolescentes de Ayacucho. La República, p. 11.

 


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