En un momento en que se desangra el país, por los
problemas de siempre, como lo son: la corrupción, la falta de ética y valores,
donde la humanidad pareciera no entender la finalidad de vivir, les presento un
artículo escrito por el maestro y periodista Carlos Castillo (1983):
ENTRE
LA CORRUPCIÓN Y EL HAMBRE
Escribe: Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
La primera página de los diarios está
reservada a los hechos raros, inauditos e impactantes. Dicen los textos de
periodismo que si un perro muerde a un niño no es noticia por tratarse de un
suceso que tiene lugar, corrientemente, en todas partes del mundo. Pero, en
cambio, si un niño mordiera a un perro, constituiría noticia de primera página
porque sería aquel un suceso sorprendente, inusual y único en su género. En todo
caso, poco frecuente.
Lo dicho
viene a cuento porque un diario de la capital (1), hace poco, publico en su primera
página lo siguiente: “Comandante GC rechazó soborno de mil millones”. Es decir,
algo que debería ser tan común como que un perro muerda a una persona, en
nuestro país y en la época actual, constituye noticia de primera página. En otras
palabras: resulta raro. Aquí y ahora, que un miembro de la Benemérita Guardia
Civil del Perú no se deje sobornar.
Es probable
que con tal titular el diario haya querido llamar la atención sobre algo que,
en realidad, nos preocupa a muchos peruanos: el evidente, rápido y progresivo
deterioro de los procedimientos policiales en general y de la corrupción en
particular.
Sobre el mismo tópico pero en su especialísima y agradable
manera, Miguel Quiroz Cartagena en “Voz del Pueblo” (2) decía hace poco:
1.
Si
tienes un problema y te llevan a la comisaria lo primero que hacen allí es
buscar la sinrazón con el fin de sacar plata y si te ven de capa caída te dicen
ya pues compadre, ponte mosca o de lo contrario tendrás que tirar suelazo; y
2.
De
noche, cuando los patrulleros salen de servicio, lo hacen con la mira de buscar
la suya. Lo primero que hacen es cuadrar a los vehículos para sacarles plata y
si no logran su objetivo le aplican papeleta, cuñao.
La situación es, pues, muy grave y no
siempre ha sido así. Es bueno recordar que hace algunos años los peruanos teníamos
sólidas razones para estar orgullosos de nuestra Guardia Civil pues no sólo era
insobornable sino atenta, solicita y cordial con el público y, de manera
especial, con los niños. Ellos llevaban muy adentro aquello de “EL HONOR ES MI
DIVISA” y hacían servicio por las calles como quien suele pasear en medio de
multitudes amigas. Un policía uniformado del Perú era entonces no sólo un
promotor del orden público sino, además, un amigo del pueblo y un buen ejemplo
para la ciudadanía.
No sé qué es lo que ha pasado desde
entonces y creo que no interesa. El hecho es que el Perú se debate entre la
corrupción y el hambre y para salir de esta dolorosa situación necesita, además
de cambio en su política económica y social, reencontrar sus valores perdidos. Y
ello no será posible si quienes deben dar el ejemplo se inclinan tan
fervorosamente frente al dinero mal habido. Algo más: no podrá haber educación
en el país, en el mejor sentido de la palabra, si la autoridad mancilla la Ley
y sustituye el cumplimiento de su obligación por el vil metal.
Tal como están las cosas entre
nosotros el país puede darse el lujo de tener a sus más altas autoridades
vagando por el espacio sideral; pero las otras, aquellas que pisan la tierra y están
para vigilar el cumplimiento de la Ley, tienen que ser promotores de integridad
moral, decencia y conducta honesta. No hay que olvidar que a ellos los miran e
imitan los niños. Son los policías sin quererlo –y tal vez sin saberlo- una
especie de educadores en medio abierto que, con su ejemplo, con su buen
ejemplo, pueden sentar las bases de una reacción nacional que nos vuelva por el
sendero correcto.
Todavía hay tiempo para hacerlo. Si policías
como el Comandante GC Tito Díaz Amayo
van de comisaria en comisaria explicando por qué la conciencia del hombre y su
responsabilidad están por encima de la plata mal ganada, es probable que se pueda
iniciar el camino de la resurrección. La Guardia Civil tiene en ese oficial un
buen ejemplo que mostrar y con él, las posibilidades de iniciar una campaña que
aleje, a los oficiales y la tropa, de la arbitrariedad y la coima.
El país así lo requiere urgentemente.
(1) CORREO, 1° de agosto de 1983
(2) LA REPÚBLICA, 31 de julio de 1983
Referencias.
Castillo Ríos, C. (5 de agosto de
1983). Entre la corrupción y el hambre. La República, p. 11
[Fotografía de Marco E.]. (Lima. 1983). Archivo fotográfico
del diario La República. Lima, Perú.
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