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miércoles, 18 de septiembre de 2019

SAN MARCOS, conciencia del Perú



 
Hoy donde los estudiantes sanmarquinos claman una lucha justa, va para ellos, para que sigan bregando por una educación más justa e igualitaria, sin indiferencias de clases:
Este artículo fue escrito en el año 1985 por un gran maestro peruano, el cual nos dice:
 San Marcos, conciencia del Perú
Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco Espinoza 
En un país como el nuestro donde hay universidades que cierran sus puertas a los alumnos pobres, rechazan a profesores de la probidad y conocimiento del Dr. Héctor Cornejo Chávez por haber colaborado con el régimen del general Velasco Alvarado y otras donde los partidarios de uno de sus rectores se enfrenta con los del otro a patadas y a balazos a plena luz del día y en presencia de los alumnos, decir que “San Marcos es una universidad de tercera” (*) podría atribuirse a ignorancia o mala fe. Pero si quien lo dice es nada menos que el Dr. Luis Alberto Sánchez, virtual primer Vicepresidente Constitucional del Perú y rector, en más de una oportunidad, de la misma casa de estudios que denigra, tal concepto se constituye en cargo que adquiere muy graves caracteres.
Esas palabras no han sido rectificadas; las pronunció, entonces, el ilustre escritor y político, líder del aprismo. Son, sin embargo, tan injustas y arbitrarias, que sólo se podrían explicar como expresión de una profunda e irrefrenable aversión contra la primera universidad del Perú, decana de América que, por si fuera poco, fue definida por su estatuto como “la de mayor jerarquía académica sustentada en su historia y en su desarrollo, a la que la nación encarga crear y difundir conocimiento, ciencia y tecnología, con una definida orientación nacional y democrática, comprometida con la transformación de la sociedad”.
Pero, definiciones aparte, San marcos no merece el trato que le da el doctor Sánchez por varias y muy justificadas razones. En primer lugar, por sus antecedentes. No sólo se gestaron en sus claustros los movimientos políticos más importantes del país, sino que en sus aulas se formaron los hombres que tuvieron mayor gravitación en nuestra historia republicana. A los García Calderón, Riva Agüero, Barreda y Laos, Miró Quesada y otros que rememora el autor de “Don Manuel” habría que agregar otros nombres más recientes, que él, naturalmente, omite: Hugo Pesce, Augusto Salazar Bondy, Emilio Choy, Rosita Alarco, Guillermo Lobatón, Juan Pablo Chang y muchos más. Lobatón murió con el fusil en la mano, cerca a Satipo, peleando por erradicar del país miserias e injusticias. Juan Pablo Chang, de la misma generación, cayó en Bolivia, al lado del “Che” Guevara, acariciando el sueño de ver a América Latina liberada, al fin, de la explotación, imperial. Todos ellos fueron sanmarquinos que debiendo estar vivos hoy, están en la historia y sus nombres crecen cada día más.
La primera universidad del país no puede, pues, ser considerada así, tan despectivamente, sólo por la pobreza a que ha sido condenada por el belaundismo. Ella requiere para sobrevivir, en este año fiscal, de 50 mil millones de soles y no se los dan. Por eso hay profesores que ganan menos que un guardia civil y esa es también la causa de sus ventanas sin vidrios, sus pisos ávidos de cera y los inocultables achaques de su vetusto mobiliario. Pero a las universidades no se les puede juzgar únicamente por el estado y conservación de su planta física y de sus muebles. Sería injusto hacerlo sobre todo porque por encima de su desaliño y pobreza, San Marcos es, hoy por hoy, la conciencia del Perú. Y no es una exageración. En los mítines estudiantiles, en sus pizarrones y periódicos murales, siempre hay expresiones de respaldo a los movimientos populares que hacen la historia patria, así como se oye el reclamo airado por las injusticias y ataques que los círculos dominantes hacen sufrir al pueblo peruano.
Cuando los mineros vienen a Lima a pie, en fila india, para exigir un salario más justo que les permita mejorar su existencia, no van a la Universidad de Lima ni a la del Pacifico a buscar albergues, apoyo y comprensión. Van a San Marcos. Y allí encuentran jardines para pernoctar y compañeros estudiantes que comparten con ellos su pan y su frazada. Lo mismo sucede con los maestros y los campesinos.
De igual manera, cuando los pasajes suben exorbitantemente y luego el pan y la leche, surge de San marcos el grito de protesta que a veces se convierte en pedrea y enfrentamiento con la policía. La lucha es, entonces, desigual, porque muy poco pueden hacer los gritos y las piedras contra los gases lacrimógenos y las balas pero igual, los alumnos de San Marcos están ahí, presentes y siempre al lado del sector más débil que es el pueblo. ¿Son estas actitudes censurables? ¿No resulta saludable que el país tenga siquiera una institución donde se rehace el abuso y se protesta contra la agresión que damnifica al pueblo? ¿O es que el verbo encendido y la denuncia contra la injusticia son buenas en labios de Manuel Gonzales Prada y a principios de siglo y censurables ahora porque brotan de gargantas anónimas de estudiantes sanmarquinos?
Vale la pena preguntar: ¿Qué institución académica del país rinde mayor culto a los Derechos del Hombre? ¿Qué universidad realiza en su interior más recitales, polémicas, debates, encuentros y análisis de problemas nacionales? ¿En dónde hay mayor preocupación sobre la realidad nacional? ¿Qué universidad es más acosada por las fuerzas represivas que sabotean el cambio social y que, hace poco, hasta han querido convertirle en foco de terrorismo para evitar precisamente que siga sirviendo al pueblo y a la ideología que le favorece? La respuesta es siempre San Marcos. En ella los alumnos suelen hacer cuotas para comprar entre muchos un texto que luego circula de mano en mano porque las bibliotecas de las diversas facultades no tienen partidas para adquirir libros nuevos. Es así mismo, difícil encontrar otro centro de estudios peruano o extranjero donde se use tanto el mimeógrafo. Pese a que no hay laboratorios ni gabinetes ni talleres bien montados San Marcos es la universidad donde más investigación se hace: siendo la bibliografía peruana una de las más ricas de América Latina seguramente más del 60% de los autores de esos libros son profesores, alumnos o egresados de San Marcos. Lo que sucede es que la más antigua universidad de América no tiene dinero para publicar por su cuenta sus propias investigaciones y ellas tienen que ir a parar a revistas y editoriales del extranjero donde el prestigio del viejo convictorio de San Carlos no ha decaído un milímetro, acosada
San Marcos, es pues, la universidad del pueblo del Perú. Como él está empobrecida, acosada pero también, como ese pueblo, tiene el espíritu enhiesto y combativo.  (Castillo, 1985, p. 15)
(*) San Marcos, en el Recuerdo de Luis Alberto Sánchez. Diario “Hoy”, 19 de mayo de 1985.
Referencias
Castillo Ríos, C. (31 de mayo de 1985). San Marcos, conciencia del Perú. La República, p. 15.
[Fotografía del periódico La República]. (Lima. 1985). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.


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