En marzo de 1986 se realizó el
seminario: “El menor en situación de
abandono. Alternativas”, en donde se abordó el tema: la problemática del menor
en abandono. Talleres Infantiles Proyectados a la Comunidad (TIPACOM), fue la institución
encargada de recopilar la información y de la organización, entre los
auspiciadores de dicho certamen estaban: Tierra de Hombres y la Alemania
Federal.
Diagnóstico del menor en situación de
abandono en el Perú
Carlos Castillo
Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
Investigador,
autor de “Los niños del Perú”, profesor de Derecho Tutelar de Menores de la
Universidad Nacional Mayor de San Marco. Fue miembro de la Comisión de reforma
Educativa de 1970.
Señoras y señores:
Permítanme, en primer
lugar, agradecer sinceramente a TIPACOM por la oportunidad que me brinda de
estar con ustedes y compartir algunas ideas sobre el Diagnóstico del Menor en Estado
y Situación de Abandono. Sin embargo, me parece que será muy difícil
desarrollar este tema porque se hace imposible, entre nosotros, hacer un
diagnóstico cierto sobre muchos problemas sociales que nos aquejan,
especialmente cuando el problema se refiere a los niños.
Nuestros
errores.
Tratare de explicarme:
todos hablamos “del menor en estado de abandono en el Perú”. Lo hacemos con
gran naturalidad. Sin embargo, jamás nos hemos detenido a pensar seriamente en
¿Quién es el menor abandonado en el Perú? o mejor dicho, ¿a quién llamamos, en
el Perú, menor en estado de abandono?
Para muchos merece tal
denominación el menor huérfano de padre o madre. O de ambos. Sin embargo,
conocemos, en el Perú, a muchos niños, que habiendo perdido a su progenitores
han podido desarrollarse sin mayores problemas. Alguien suple su presencia y
hasta existen casos en que la generosidad de la vida comunitaria absorbe las
obligaciones paternales utilizando una tía, un padrino, alguien que hace –y muy
bien- de responsable del niño.
Se
dice, asimismo, que un menor está en estado de abandono, cuando no tiene
vivienda estable, morada cierta. Si así fuera tendríamos en el Perú muchos
millones de niños en estado de abandono por el simple y concreto hecho de estar
durmiendo bajo esteras y cartones. Es decir, por no tener un techo sólido bajo
el cual poder subsistir.
¿Quién
es, entonces, el menor en estado de abandono? ¿El niño que debiendo estar en la
escuela, está mendigando por las calles de la gran urbe? ¿O el niño aquél que,
teniendo padre y madre, come sólo a veces porque sus padres no tienen trabajo
fijo? ¿O el menor recién llegado del interior, que viste andrajosamente, habla
mal castellano y visiblemente está desubicado en la ciudad? Nadie lo sabe.
Lo
cierto es que no hemos definido al menor en estado de abandono y ya pretendemos
hacerle un diagnóstico. Resulta simplemente que cada uno de nosotros tiene su
propia idea al respecto, pero jamás nos hemos puesto de acuerdo en las
características generales y particulares del niño que vamos a denominar
abandonado. Hemos pensado que sería demasiado obvio definirlo. Y, parece que se
requiere, con urgencia, de una definición legal, un ponerse de acuerdo para
saber de quiénes estamos hablando los peruanos.
Pero esta falta de definiciones en
materia de niños ha ido aún más lejos. Quienes nos preocupamos por los niños
quisimos aprender algo sobre ellos y en lugar de observarlos de cerca,
estudiarlos en la misma realidad, preferimos apelar a Piaget, a Gesel y a
muchos más científicos de Estados Unidos y Europa. Y ellos sí caracterizaron a
sus niños. Y nosotros, ingenuamente, adoptamos su manera de situar el problema
-y de tratarlo- sin advertir que nuestros niños en situación irregular no
tenían nada en común con sus iguales europeos y norteamericanos.
Nuestro error, que es un
vicio que algunos llamaron “colonialismo mental” nos desubico totalmente. Se
apoderó de nosotros y, naturalmente, nos condujo al error en que estamos
sumergidos. No pensamos jamás que lo que puede ser muy bueno para esos países
no tiene nada que hacer con nuestra realidad. Lo que estamos diciendo,
entonces, es que nuestra forma de ver y abordar los problemas de la infancia es
falsa. Esto, en otras palabras, también quiere decir que los métodos y sistemas
de protección infantil que utilizamos nada tienen que hacer con nuestra
realidad social y económica.
En otras palabras:
Colocación Familiar, Servicio Social Familiar, Casas Hogares, Libertad
Vigilada, Albergues de Menores, Instituciones de Reeducación para Menores con
problemas de conducta, etc., no sirven de mucho para países del Tercer Mundo
donde las carencias que afectan a los niños tienen, más bien, vinculación con
la situación global del país y la cultura de la miseria. Nuestra especialidad,
pues, aprendida en los centros desarrollados del orbe no nos ha servido para
nada. Al contrario: nos desubicó, nos hizo creer en soluciones académicas
alejadas y discrepantes con la cotidiana y dolorosa realidad que agobia a
nuestros niños.
Todo esto es fácil de
expresar en una conferencia y entenderlo. Lo difícil, lo verdaderamente
complicado, es probar a nuestros
gobernantes que los problemas de los niños son nada más, pero nada menos, que
los problemas de la sociedad. Y, por consiguiente, requieren de una solución
global y no parcial ni sectorial. Es decir: si queremos hacer algo por los
niños en situación irregular tenemos que atacar el problema de la miseria, del
desempleo, de la injusta distribución de la riqueza. Y, también, naturalmente,
de la dependencia externa. Esto también significaría que en conferencias
como ésta no deben estar sólo trabajadores sociales, psicólogos y educadores
con sensibilidad a los problemas de los niños, sino, también, y principalmente,
los políticos, los ministros de Estado, quienes conducen al país. Nosotros, que
nos vemos las caras en todas las reuniones sobre niños ya estamos convencidos
que hay mucho por hacer en favor a la infancia abandonada, pero muy poco
podemos ayudar desde el ángulo de nuestras especialidades y de nuestra falta de
poder político. El problema de la infancia abandonada es el problema Perú y,
por consiguiente, su solución corresponde a toda la comunidad peruana pero,
especialmente, a quienes orientan -sin participación de la ciudadanía- los destinos
de la patria.
Pero acerquémonos un poco
más a estas ideas: si admitimos que son menores en estado o en situaciones
irregular todos los niños que tienen algún tipo de deficiencia afectiva,
nutricional, educativa o física, tendríamos que admitir que estamos hablando de
un problema que afecta a 3 o 4 millones de peruanos. ¿Podría ofrecer el Estado
tratamiento individual e institucionalizado a tal cantidad de menores?
Imposible; porque los problemas de esos niños son los de sus familiares; y, en
ese caso, tendríamos que duplicar o triplicar aquellas cifras. No estamos, pues,
frente a enfermedades sino a endemias. No vivimos, como en Europa y los Estados
Unidos, refiriéndonos a contados niños que constituyen la excepción de regla,
sino a la población mayoritaria del Perú. ¿Hemos pensado alguna vez que vivimos
en un país cuya mayoría está en situación irregular? ¿Cómo pueden ser
considerados niños regulares, sanos y normales aquellos que no tienen agua,
desagüe, energía eléctrica ni suficiente alimentación? (Castillo, 1987, pp.
19-22).
Lima, 12 de marzo de 1986
Referencia
Castillo, C. (1987). Diagnóstico
del menor en situación de abandono en el Perú. En TIPACOM (Ed.), El menor en situación de abandono, alternativas.
(pp. 19-26). TIPACOM: Lima, Perú.
[Fotografía y Diseño de Marco Espinoza]. (Lima, 2020). Archivo fotográfico
de la revista La Chispa, extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional
del Perú. Lima, Perú.
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