Queremos compartir con mucho
entusiasmo la introducción del libro: Medicina y Capitalismo, realizada por el
maestro Carlos Castillo Ríos, en el cual nos dice:
INTRODUCCIÓN
Reeditado por Marco EspinozaS.
Todo país periférico apenas obtuvo su
independencia política, lo que no implicaba necesariamente su independencia
económica, se impuso un deber: realizar un esfuerzo extraordinario para que
ninguno de sus pobladores se quede sin hospital ni escuela. Hospital y escuela
han sido los anhelos prioritarios de todo país en formación. Escuela, que
quiere decir educación, cultura, técnica y ciencia y hospital, que se considera
sinónimo de salud. Cualquier opinión contraria a estos anhelos populares se
considera aún ilógica y hasta antipatriótica.
Los
esfuerzos por la expansión de instituciones que dan educación y salud han sido
y son todavía parte muy importante de los planes de desarrollo económico y
social de los países dominados y dependientes. Constituyen algo así como
elementos indispensables para lograr una victoria pacífica contra el atraso, la
ignorancia y la enfermedad. Son como una nueva panacea capaz de poner remedio a
los males de las comunidades signadas por la miseria y el atraso.
¿Son
los hospitales, como las escuelas, mitos, tigres de papel, en la lucha de los
pueblos por conseguir el bienestar de sus integrantes? ¿Son la medicina
accidental y su sistema médico los que necesitan los países dependientes para
prevenir la salud de sus pobladores? ¿Van por buen camino el desarrollo médico
y las políticas de salud en los países de incipiente desarrollo? Estas son
algunas de las respuestas que se van a esbozar en el presente trabajo.
Desde nuestro punto de
vista no se trata de respetar a la medicina porque así lo quieren los
defensores del orden establecido ni tampoco de faltarle el respeto como gustaría
a los contestarios crónicos. No es la nuestra una posición negativa ni nos
atrae el ejercicio de una antimedicina por el simple prurito de ir contra la
corriente. Por eso no sólo nos interesa la forma como opera la práctica médica
occidental en los países pauperizados sino también su fase simbólica, sus
mitos, creencias y representaciones.
Es necesario enfatizar que
vemos a la medicina como integrantes que somos de un conglomerado humano donde
los niños mueren por infecciones y parásitos fácilmente controlables. Es
teniendo en cuenta esta realidad, esta horrenda injusticia, que nos quedamos
indiferentes frente a las hazañas de una medicina moderna capaz de hacer
prodigiosos trasplantes de órganos vitales o eliminar tumores utilizando rayos
lasser. Nosotros apreciamos los problemas de salud en su totalidad haciendo uso
–en la medida de nuestras posibilidades- de los métodos que nos proporcionan
las disciplinas sociales que, por encima del individuo, sitúan a la comunidad y
a todos los hombres.
Nos interesa el saber
médico como fuerza productiva y por eso intentamos realizar el análisis de la
medicina tal como opera diariamente, con sus aciertos y contradicciones, en los
países sometidos y dependientes. ¿Cómo procede esta medicina en Asia, África y
América Latina? ¿Cuáles son sus relaciones con la medicina de Estados Unidos y
Europa occidental? ¿Quiénes forman y bajo qué principio a los médicos de los
países periféricos? ¿De qué manera la medicina está ligada a los objetivos
económicos del sistema imperialista? ¿Cómo esta medicina se convierte en dolor
y frustración de los hombres de los países dependientes y en dólares para los
capitalistas de los países hegemónicos? Estas son también las interrogantes que
pretendemos responder.
Es desde esta óptica que
han sido escritas estas líneas. En su desarrollo nos hemos mantenido
indiferentes a la apariencia empírica y al mundo de la superficie y más bien
hemos tratado de orientar nuestra atención hacia las estructuras latentes y las
relaciones visibles e invisibles de la medicina apreciada, en todo instante,
como fenómeno social. Por eso, evitando caer en odiosas descripciones del
objeto estudiado a nivel de sus relaciones explicitas e inmediatas, nos
interesó más la esencia del problema que su apariencia. Quisimos ver de cerca
la realidad médicosocial y descifrar la ideología inmersa en ella. En resumen,
nuestra intención ha sido desenmascarar a la medicina – fetiche que se abstrae
de las condiciones reales del lugar donde actúa. Pretendemos, entonces, ayudar
a desmitificar a la medicina burguesa señalando sus características más
saltantes y de ese modo, atacar al sistema en su costado más vulnerable.
No nos cabe duda que esta
posición puede disgustar a muchas personas, pero no es para preocuparse. Partimos
de la comprobación de un hecho irrefutable, vivimos respirando cultura,
ciencia, técnica y moral burguesas. La ideología de la clase dominante nos
envuelve, nos ingresa por los poros en cada programa de televisión, en cada
comunicado oficial, en cada prédica de parroquia y en cada artículo de
periódico. Vivimos, irremediablemente, en una atmosfera contaminada. En ese
ambiente no resulta raro que la mayoría de personas no vea o no quiera
reconocer algunas imágenes muy reales del capitalismo: mientras unos están
deslumbrados por lo que el sistema dice ser, otros se asocian a sus “verdades”
porque así les conviene.
Resulta, asimismo, que en
la sociedad adscrita a los valores de la burguesía siempre se habla de la
medicina como un valor. Nosotros le deseamos añadir un elemento más: su
capacidad de crear, en una sociedad consagrada al lucro, valores materiales. Ya
es tiempo de descubrirle el juego a la clase dominante que suele justificar sus
atropellos y exacciones invirtiendo de signo a la realidad. Es hora también de
realizar estudios para poner de relieve, mediante el análisis de las
estructuras disimuladas, la relación de las partes con el todo y al revés. Por
eso hemos trabajado con los conceptos de totalidad y estructura invisible.
También recordamos que en
los problemas de salud de un pueblo las inversiones extranjeras ocupan un rango
especial y fortalecen, en los países subsidiarios, la existencia de una clase
nacional, una “burguesía dependiente”, a la que no son ajenos ciertos médicos,
no todos. La penetración del capitalismo extranjero en los países del llamado
Tercer Mundo se responsabiliza de diversas maneras y no sólo en forma de
enclave. Por el contrario, en este siglo, se han acentuado las inversiones
foráneas asociadas a capitales nativos dando lugar a que, en muchos países,
algunos productos que sirven al quehacer médico pretenden ser industria
nacional cuando en realidad son imperialismo puro y, por consiguiente, proceso
que solamente sirve para desnacionalizar nuestra economía.
También es necesario hacer
una aclaración: no es éste un trabajo académico ni un ejercicio intelectual.
Estamos muy lejos de ofrecer un esfuerzo, por modesto que sea, para mantenernos
en forma física o mental o para ser otro más en el mundillo de quienes publican
sus ideas con móviles personalistas. Somos irremediablemente, ciudadanos de
países explotados y dominados donde los conocimientos y la ciencia son
desarrollados por una clase social como instrumento de lucha contra la otra. En
estas circunstancias, tratamos de intervenir difundiendo algunas observaciones
sobre las formas y modalidades que utiliza la medicina liberal para cumplir con
el papel que le asigna el poder burgués.
De todo lo expuesto se
puede deducir que el principal objetivo de este estudio es analizar la manera
cómo los sistemas políticos y económicos de un país gravitan poderosamente en
el saber, la técnica y la conducta de la medicina. Estamos, pues, ante un trabajo
que versa sobre las relaciones del capitalismo con la medicina y no,
particularmente sobre la personalidad de los médicos. Nuestra intención, como
lo dijimos, es denunciar la forma cómo el sistema que convierte a la medicina
en mercancía gravita en la salud de los hombres y nada más. Naturalmente, al
tratar sobre asuntos relacionados con la medicina no hay forma de eludir
referencias a médicos, farmacéuticos y enfermeras. Pero no se trata, en todo
caso, de poner en el mismo costal a los médicos proletarizados, a los
“benévolos y caritativos” y a quienes integran la oligarquía médica. Todo el
contexto del libro es, por lo demás, de simpatía y aliento al grupo de
profesionales o empíricos que, siendo víctimas del capitalismo, no caen dentro
del sistema y lo combaten ejerciendo honestamente su profesión o su destreza o
adhiriéndose a la lucha por la liberación de su pueblo. Por otra parte, las
nuestras son generalizaciones inevitables en un estudio social que en nada
tocan ni lesionan a personas: cuando se dice “la opulencia de los
norteamericanos” o “la pobreza de los hindúes” nos referimos a tendencias
generales y no vale entonces que nos digan que la afirmación es incierta porque
se conoce a un norteamericano pobre o sea tratado con varios hindúes millonarios.
De la misma manera, cuando se anotan características de los médicos o los
abogados no quiere que el médico mengano o el abogado zutano tengan algunas y
menos aún todas esas características juntas. Todo esto es obvio pero es
necesario hacerlo explícito. En todo caso las alusiones que hacemos a los
doctores que voluntariamente se han identificado con el capitalismo se basan,
en este trabajo, casi siempre, en opiniones y testimonios que han pregonado los
mismos médicos. Esa es la razón por la que el libro lleva tanta cita.
Sería absurdo pensar que,
individualmente, los profesionales de la salud sean culpables del injusto
sistema que rige en los países dominados. Es probable, más bien, que sean sus
mayores víctimas, porque a la formación a todas luces conservadora que reciben,
se agrega la persistente e interesada acción de los Visitadores Médicos que,
por encargo de los laboratorios, tratan de convertirlos en distribuidores o
agencias de ventas, generalmente sin comisión, de los fármacos que elaboran las
trasnacionales.
Séanos permitido agradecer
a muchos amigos que nos ayudaron a elaborar estas páginas. Citarlos haría una
lista muy larga. Pero no podemos dejar de mencionar a Iván Illich por la
oportunidad que nos diera de ingresar al cuestionamiento de la medicina
invitándonos a su Seminario, en enero de 1975, en México. Nadie como él ha
hecho el estudio sistemático y documentado sobre los efectos perniciosos del
uso y abuso de la medicina moderna en provecho de la industria y no del ser
humano. Muchas han sido las horas de discusión en torno a sus ideas e
innumerables fueron también las enseñanzas que hemos recibido de quien es, sin
lugar a dudas, el crítico más implacable de esta sociedad irracional que, en su
camino a la sobreindustrialización, está arrasando con el hombre y su
felicidad. Pero, así como entonces, seguimos creyendo que la medicalización de
la vida, la institucionalización de la medicina imperialista, la colonización
médica, el monopolio que ejercen los facultativos sobre la salud del hombre,
las enfermedades iatrogénicas y el dolor, la frustración y la invalidez que
promueve el médico en el deshumanizado ejercicio que hace de su profesión, no
son características de la medicina general sino de la medicina capitalista en
especial. Con esta afirmación expresamos, al mismo tiempo, nuestro voto a favor
de una medicina comunitaria que constituye, nos parece, objetivo por el que
vale luchar. Pensamos, por otra parte, que es verdad que la automedicación y el
menor acceso de los pobres al actual sistema sanitario sería muy positivo –tal
como sostiene Illich- pero sería mucho mejor ir al fondo del asunto: el
derrocamiento del sistema burgués y su sustitución por el socialismo. Y de eso,
precisamente, se trata.
Este libro se basa,
precisamente, en dos fuentes: consultas bibliográficas y entrevistas personales
con médicos de diferentes países de América Latina. Como se edita en el Perú,
en el momento en que cien ciudadanos están elaborando una nueva Constitución
del Estado, ponemos la bibliografía reunida a disposición de los constituyentes
para que no cometan el error –que sería históricamente imperdonable- de dejar
de poner límite a la explotación profesional ejercida por unos cuantos médicos
encumbrados, como el resto del pueblo, de postergaciones injustas. (Castillo,
1979, pp. 9-14)
Referencia
Castillo, C. (1979). Medicina y Capitalismo. Realidad
Nacional. Lima, Perú.
[Fotografía de Marco
Espinoza]. (Lima. 2019). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Lima,
Perú.