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martes, 9 de abril de 2019

Introducción al libro: Medicina y Capitalismo de Carlos Castillo Ríos


Queremos compartir con mucho entusiasmo la introducción del libro: Medicina y Capitalismo, realizada por el maestro Carlos Castillo Ríos, en el cual nos dice:

INTRODUCCIÓN
 
Reeditado por Marco EspinozaS.


                

        Todo país periférico apenas obtuvo su independencia política, lo que no implicaba necesariamente su independencia económica, se impuso un deber: realizar un esfuerzo extraordinario para que ninguno de sus pobladores se quede sin hospital ni escuela. Hospital y escuela han sido los anhelos prioritarios de todo país en formación. Escuela, que quiere decir educación, cultura, técnica y ciencia y hospital, que se considera sinónimo de salud. Cualquier opinión contraria a estos anhelos populares se considera aún ilógica y hasta antipatriótica.
            Los esfuerzos por la expansión de instituciones que dan educación y salud han sido y son todavía parte muy importante de los planes de desarrollo económico y social de los países dominados y dependientes. Constituyen algo así como elementos indispensables para lograr una victoria pacífica contra el atraso, la ignorancia y la enfermedad. Son como una nueva panacea capaz de poner remedio a los males de las comunidades signadas por la miseria y el atraso.
            ¿Son los hospitales, como las escuelas, mitos, tigres de papel, en la lucha de los pueblos por conseguir el bienestar de sus integrantes? ¿Son la medicina accidental y su sistema médico los que necesitan los países dependientes para prevenir la salud de sus pobladores? ¿Van por buen camino el desarrollo médico y las políticas de salud en los países de incipiente desarrollo? Estas son algunas de las respuestas que se van a esbozar en el presente trabajo.
Desde nuestro punto de vista no se trata de respetar a la medicina porque así lo quieren los defensores del orden establecido ni tampoco de faltarle el respeto como gustaría a los contestarios crónicos. No es la nuestra una posición negativa ni nos atrae el ejercicio de una antimedicina por el simple prurito de ir contra la corriente. Por eso no sólo nos interesa la forma como opera la práctica médica occidental en los países pauperizados sino también su fase simbólica, sus mitos, creencias y representaciones.
Es necesario enfatizar que vemos a la medicina como integrantes que somos de un conglomerado humano donde los niños mueren por infecciones y parásitos fácilmente controlables. Es teniendo en cuenta esta realidad, esta horrenda injusticia, que nos quedamos indiferentes frente a las hazañas de una medicina moderna capaz de hacer prodigiosos trasplantes de órganos vitales o eliminar tumores utilizando rayos lasser. Nosotros apreciamos los problemas de salud en su totalidad haciendo uso –en la medida de nuestras posibilidades- de los métodos que nos proporcionan las disciplinas sociales que, por encima del individuo, sitúan a la comunidad y a todos los hombres.
Nos interesa el saber médico como fuerza productiva y por eso intentamos realizar el análisis de la medicina tal como opera diariamente, con sus aciertos y contradicciones, en los países sometidos y dependientes. ¿Cómo procede esta medicina en Asia, África y América Latina? ¿Cuáles son sus relaciones con la medicina de Estados Unidos y Europa occidental? ¿Quiénes forman y bajo qué principio a los médicos de los países periféricos? ¿De qué manera la medicina está ligada a los objetivos económicos del sistema imperialista? ¿Cómo esta medicina se convierte en dolor y frustración de los hombres de los países dependientes y en dólares para los capitalistas de los países hegemónicos? Estas son también las interrogantes que pretendemos responder.
Es desde esta óptica que han sido escritas estas líneas. En su desarrollo nos hemos mantenido indiferentes a la apariencia empírica y al mundo de la superficie y más bien hemos tratado de orientar nuestra atención hacia las estructuras latentes y las relaciones visibles e invisibles de la medicina apreciada, en todo instante, como fenómeno social. Por eso, evitando caer en odiosas descripciones del objeto estudiado a nivel de sus relaciones explicitas e inmediatas, nos interesó más la esencia del problema que su apariencia. Quisimos ver de cerca la realidad médicosocial y descifrar la ideología inmersa en ella. En resumen, nuestra intención ha sido desenmascarar a la medicina – fetiche que se abstrae de las condiciones reales del lugar donde actúa. Pretendemos, entonces, ayudar a desmitificar a la medicina burguesa señalando sus características más saltantes y de ese modo, atacar al sistema en su costado más vulnerable.
No nos cabe duda que esta posición puede disgustar a muchas personas, pero no es para preocuparse. Partimos de la comprobación de un hecho irrefutable, vivimos respirando cultura, ciencia, técnica y moral burguesas. La ideología de la clase dominante nos envuelve, nos ingresa por los poros en cada programa de televisión, en cada comunicado oficial, en cada prédica de parroquia y en cada artículo de periódico. Vivimos, irremediablemente, en una atmosfera contaminada. En ese ambiente no resulta raro que la mayoría de personas no vea o no quiera reconocer algunas imágenes muy reales del capitalismo: mientras unos están deslumbrados por lo que el sistema dice ser, otros se asocian a sus “verdades” porque así les conviene.
Resulta, asimismo, que en la sociedad adscrita a los valores de la burguesía siempre se habla de la medicina como un valor. Nosotros le deseamos añadir un elemento más: su capacidad de crear, en una sociedad consagrada al lucro, valores materiales. Ya es tiempo de descubrirle el juego a la clase dominante que suele justificar sus atropellos y exacciones invirtiendo de signo a la realidad. Es hora también de realizar estudios para poner de relieve, mediante el análisis de las estructuras disimuladas, la relación de las partes con el todo y al revés. Por eso hemos trabajado con los conceptos de totalidad y estructura invisible.
También recordamos que en los problemas de salud de un pueblo las inversiones extranjeras ocupan un rango especial y fortalecen, en los países subsidiarios, la existencia de una clase nacional, una “burguesía dependiente”, a la que no son ajenos ciertos médicos, no todos. La penetración del capitalismo extranjero en los países del llamado Tercer Mundo se responsabiliza de diversas maneras y no sólo en forma de enclave. Por el contrario, en este siglo, se han acentuado las inversiones foráneas asociadas a capitales nativos dando lugar a que, en muchos países, algunos productos que sirven al quehacer médico pretenden ser industria nacional cuando en realidad son imperialismo puro y, por consiguiente, proceso que solamente sirve para desnacionalizar nuestra economía.
También es necesario hacer una aclaración: no es éste un trabajo académico ni un ejercicio intelectual. Estamos muy lejos de ofrecer un esfuerzo, por modesto que sea, para mantenernos en forma física o mental o para ser otro más en el mundillo de quienes publican sus ideas con móviles personalistas. Somos irremediablemente, ciudadanos de países explotados y dominados donde los conocimientos y la ciencia son desarrollados por una clase social como instrumento de lucha contra la otra. En estas circunstancias, tratamos de intervenir difundiendo algunas observaciones sobre las formas y modalidades que utiliza la medicina liberal para cumplir con el papel que le asigna el poder burgués.
De todo lo expuesto se puede deducir que el principal objetivo de este estudio es analizar la manera cómo los sistemas políticos y económicos de un país gravitan poderosamente en el saber, la técnica y la conducta de la medicina. Estamos, pues, ante un trabajo que versa sobre las relaciones del capitalismo con la medicina y no, particularmente sobre la personalidad de los médicos. Nuestra intención, como lo dijimos, es denunciar la forma cómo el sistema que convierte a la medicina en mercancía gravita en la salud de los hombres y nada más. Naturalmente, al tratar sobre asuntos relacionados con la medicina no hay forma de eludir referencias a médicos, farmacéuticos y enfermeras. Pero no se trata, en todo caso, de poner en el mismo costal a los médicos proletarizados, a los “benévolos y caritativos” y a quienes integran la oligarquía médica. Todo el contexto del libro es, por lo demás, de simpatía y aliento al grupo de profesionales o empíricos que, siendo víctimas del capitalismo, no caen dentro del sistema y lo combaten ejerciendo honestamente su profesión o su destreza o adhiriéndose a la lucha por la liberación de su pueblo. Por otra parte, las nuestras son generalizaciones inevitables en un estudio social que en nada tocan ni lesionan a personas: cuando se dice “la opulencia de los norteamericanos” o “la pobreza de los hindúes” nos referimos a tendencias generales y no vale entonces que nos digan que la afirmación es incierta porque se conoce a un norteamericano pobre o sea tratado con varios hindúes millonarios. De la misma manera, cuando se anotan características de los médicos o los abogados no quiere que el médico mengano o el abogado zutano tengan algunas y menos aún todas esas características juntas. Todo esto es obvio pero es necesario hacerlo explícito. En todo caso las alusiones que hacemos a los doctores que voluntariamente se han identificado con el capitalismo se basan, en este trabajo, casi siempre, en opiniones y testimonios que han pregonado los mismos médicos. Esa es la razón por la que el libro lleva tanta cita.
Sería absurdo pensar que, individualmente, los profesionales de la salud sean culpables del injusto sistema que rige en los países dominados. Es probable, más bien, que sean sus mayores víctimas, porque a la formación a todas luces conservadora que reciben, se agrega la persistente e interesada acción de los Visitadores Médicos que, por encargo de los laboratorios, tratan de convertirlos en distribuidores o agencias de ventas, generalmente sin comisión, de los fármacos que elaboran las trasnacionales.
Séanos permitido agradecer a muchos amigos que nos ayudaron a elaborar estas páginas. Citarlos haría una lista muy larga. Pero no podemos dejar de mencionar a Iván Illich por la oportunidad que nos diera de ingresar al cuestionamiento de la medicina invitándonos a su Seminario, en enero de 1975, en México. Nadie como él ha hecho el estudio sistemático y documentado sobre los efectos perniciosos del uso y abuso de la medicina moderna en provecho de la industria y no del ser humano. Muchas han sido las horas de discusión en torno a sus ideas e innumerables fueron también las enseñanzas que hemos recibido de quien es, sin lugar a dudas, el crítico más implacable de esta sociedad irracional que, en su camino a la sobreindustrialización, está arrasando con el hombre y su felicidad. Pero, así como entonces, seguimos creyendo que la medicalización de la vida, la institucionalización de la medicina imperialista, la colonización médica, el monopolio que ejercen los facultativos sobre la salud del hombre, las enfermedades iatrogénicas y el dolor, la frustración y la invalidez que promueve el médico en el deshumanizado ejercicio que hace de su profesión, no son características de la medicina general sino de la medicina capitalista en especial. Con esta afirmación expresamos, al mismo tiempo, nuestro voto a favor de una medicina comunitaria que constituye, nos parece, objetivo por el que vale luchar. Pensamos, por otra parte, que es verdad que la automedicación y el menor acceso de los pobres al actual sistema sanitario sería muy positivo –tal como sostiene Illich- pero sería mucho mejor ir al fondo del asunto: el derrocamiento del sistema burgués y su sustitución por el socialismo. Y de eso, precisamente, se trata.
Este libro se basa, precisamente, en dos fuentes: consultas bibliográficas y entrevistas personales con médicos de diferentes países de América Latina. Como se edita en el Perú, en el momento en que cien ciudadanos están elaborando una nueva Constitución del Estado, ponemos la bibliografía reunida a disposición de los constituyentes para que no cometan el error –que sería históricamente imperdonable- de dejar de poner límite a la explotación profesional ejercida por unos cuantos médicos encumbrados, como el resto del pueblo, de postergaciones injustas. (Castillo, 1979, pp. 9-14)
Referencia
Castillo, C. (1979). Medicina y Capitalismo. Realidad Nacional. Lima, Perú.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima. 2019). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Lima, Perú.





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