Presentamos a continuación un extracto
del libro: Anarquía, escrito por uno de los cuatro grandes pensadores que tuvo
América y el Perú, Manuel Gonzales Prada, el cual dice:
LA ANARQUÍA
Reeditado por Marco EspinozaS.
Si a
una persona seria le interrogamos qué entiende por Anarquía, nos dirá, como
absolviendo la pregunta de un catecismo: “Anarquía es la dislocación social, el
estado de guerra permanente, el regreso del hombre a la barbarie primitiva”. Llamará
también al anarquista un enemigo jurado de vida y propiedad ajenas, un
energúmeno acometido de fobia universal y destructiva, una especie de felino
extraviado en el corazón de las ciudades. Para muchas gentes, el anarquista
resume sus ideales en hacer el mal por el gusto de hacerle.
No solamente
las personas serias y poco instruidas tienen ese modo infantil de ver las
cosas: hombres ilustrados, que en otras materias discurren con lucidez y
mesura, desbarran lastimosamente al hablar de anarquismo y anarquistas. Siguen a los padres cuando trataban de herejías
y herejes. Lombroso y Lebon recuerdan a Tertuliano y San Jerónimo. El autor de
EL HOMBRE CRIMINAL ¿no llegó hasta insinuar que los anarquistas fueron
entregados a las muchedumbres, quiere decir, sometidos a la ley Linch? Hay. Pues,
sus Torquemadas laicos, tan feroces y terribles como los sacerdotes.
(…)
Anarquía y anarquista encierran lo contrario de lo que pretenden sus
detractores. El ideal anárquico se pudiera resumir en dos líneas: la libertad
ilimitada y el mayor bienestar del Estado y la prosperidad individual. Si ha de
censurarse algo al anarquista, censúresele su optimismo y la confianza en la
bondad ingénita del hombre. El anarquista, ensanchando la idea cristiana, mira
en cada hombre un hermano; pero no un hermano inferior y desvalido a quien otorga
caridad, sino un hermano igual a quien debe justicia, protección y defensa.
Rechaza la caridad como una falsificación hipócrita de la justicia, como una ironía
sangrienta, como el don ínfimo y vejatorio del usurpador al usurpado. No admite
soberanía de ninguna especie ni bajo ninguna forma, sin excluir la más absurda
de todas: la del pueblo. Niega leyes, religiones y nacionalidades, para
reconocer una sola potestad: el individuo. Tan esclavo es el sometido a la
voluntad de un rey o de un pontífice, como el enfeudado a la turbamulta de los
plebiscitos o a la mayoría de los parlamentos. Autoridad implica abuso,
obediencia denuncia abyección, que el hombre verdaderamente emancipado no
ambiciona el dominio sobre sus iguales ni acepta más autoridad que la de uno
mismo sobre uno mismo (…). (Gonzales, 1948, pp. 11-12)
Referencias
Gonzales, P. M. (1948). Anarquía. PTCM. Lima, Perú.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima.
2019). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Extraído de la Biblioteca
Nacional del Perú. Lima, Perú.
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