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miércoles, 24 de junio de 2020

EL PROBLEMA DEL INDIO POR J.C. MARIÁTEGUI


El problema agrario y el problema del indio
Escrito por José C. Mariátegui
Reeditado por Marco Espinoza
Quienes desde puntos de vista socialistas estudiamos y definimos el problema del indio, empezamos por declarar absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos, en que, como una prolongación de la apostólica batalla del padre de Las Casas, se apoyaba la antigua campaña pro-indígena. Nuestro primer esfuerzo tiende a establecer su carácter de problema fundamentalmente económico. Insurgimos primeramente, contra la tendencia instintiva –y defensiva- del criollo o “misti”, a reducirlo a un problema exclusivamente administrativo, pedagógico, étnico o moral, para escapar a toda costa del plano de la economía. Por esto, el más absurdo de los reproches que se nos pueden dirigir es el de lirismo o literaturismo. Colocando en primer plano el problema económico-social, asumimos la actitud menos lírica y menos literaria posible.
No nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente, su derecho a la tierra. Esta reivindicación perfectamente materialista, debería bastar para que no se nos confundiese con los herederos o repetidores del verbo evangélico del gran fraile español, a quien, de otra parte, tanto materialismo no nos impide admirar y estimar fervorosamente.
Y este problema de la tierra –cuya solidaridad con el problema del indio es demasiado evidente-, tampoco nos avenimos a atenuarlo o adelgazarlo oportunistamente. Todo lo contrario. Por mi parte, yo trato de plantearlo en términos absolutamente inequívocos y netos.
El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta liquidación debía haber sido realizada ya por el régimen demo-burgués formalmente establecido por la independencia. Pero en el Perú no hemos tenido en cien años de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La antigua clase feudal -camuflada o disfrazada de burguesía republicana- ha conservado sus posiciones. La política de desamortización de la propiedad agraria iniciada por la revolución de la Independencia –como una consecuencia lógica de su ideología-, no condujo al desenvolvimiento de la pequeña propiedad. La vieja clase terrateniente no había perdido su predominio. La supervivencia de un régimen de latifundista produjo, en la práctica, el mantenimiento del latifundio. Sabido es que la desamortización atacó más bien a la comunidad. Y el hecho es que durante un siglo de república la gran propiedad agraria se ha reforzado y engrandecido a despecho del liberalismo teórico de nuestra Constitución y de las necesidades prácticas del desarrollo de nuestra economía capitalista. (Mariátegui, 1928, pp. 48-49)
Referencias
Mariátegui, J. C. (1928). 7 Ensayos de la Interpretación de la Realidad Peruana. Ediciones cultura peruana: Lima, Perú.

jueves, 18 de junio de 2020

SAN MARCOS Y CARLOS CASTILLO RÍOS



MAESTRO CARLOS CASTILLO RIOS, TU LEGADO SIGUE VIGENTE.


Prof. David Acevedo Raymundo
daceray25@hotmail.com

Corrían los años 90, específicamente el año 1991, cuando la dictadura fujimontesinista arreciaba su ataque a la universidad pública, específicamente a nuestra casa de estudios, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), debido a que se desarrollaba una elevada conciencia social en gran parte del estudiantado, docentes y trabajadores. Fue ahí donde conocí al maestro Carlos castillo Ríos (CCR). Y como todos sabemos en San Marcos aprendemos más en los pasillos, en las charlas, conversaciones, conferencias, en los debates que en las propias clases. Ejemplo de ello son los aprendizajes que tuvimos con grandes maestros como Mario Portocarrero, Alberto Chatpman, Alicia Salazar, Juan Rivera Palomino, Octavio Obando, etc. Pero, fue con Carlos Castillo Ríos que tuvimos un aprendizaje más directo en lo educativo, recuerdo bien que en una conferencia en el aula 1A del segundo piso del pabellón de Letras, donde lo escuche por primera vez, era un debate entre las propuestas clasistas y democráticas y las propuestas reformistas y oportunistas dentro de magisterio. En dicha conferencia se analizaba la educación en el Perú, desde diversos enfoques, cuando lo toco el turno a CCR que luego de realizado el diagnostico planteo su propuesta que coincidía con la necesidad de forjar una nueva educación, y que esta nueva educación ya había germinado en nuestro país, en localidades limeñas y provincianas se venía desarrollando de manera autónoma. Era una educación científica, democrática y nacional. Estos planteamientos abren nuevos horizontes en las mentes y corazones del público asistente que copaban las instalaciones del auditorio, refrendado en obras como “La educación en China”. También recordamos que la dictadura respondió inmediatamente con la captura del maestro en base a una serie de calumnias. Finalmente, CCR fue liberado y continuo con su labor de gran difusor de las nuevas propuestas educativas.
Otra oportunidad que tuvimos con el maestro fue en un Congreso de Pedagogía nacional realizado en la Universidad Nacional de Trujillo (1994), donde CCR fue el ponente principal, jamás olvidaré la contundencia de sus palabras en un mar de incertidumbres, la claridad en sus ideas producto de conocer a profundidad la realidad peruana, y sobre todo la realidad de la niñez peruana, basado en el estudio publicado años anteriores, “Los niños del Perú” y como lo escribimos anteriormente, dicho libro cobra vigencia dado el análisis clasista de la niñez peruana. En esa ocasión en la ciudad norteña, la corriente clasista fue contundente frente al reformismo que trato de copar el evento.
Fue en los año 2000 que tuvimos la oportunidad de acercarnos mas al maestro y sus enseñanzas, gracias a que conocimos al Comité Magisterial de Lucha (COMUL) así llegamos a la casa de CCR en el distrito de Surco, donde fuimos recibidos fraternalmente (asistimos con el compañero Carlos de la Torre) y pudimos realizar una entrevista extensa titulada “Los medios de comunicación y la educación en el Perú” (http://forjemos.blogspot.com/2009/08/polemica-entrevista-al-dr-carlos.html), en la cual el maestro ejerce una crítica contundente a estos medios como causantes de la desviación de la educación peruana, siendo una de las causas de la actual crisis de la educación. Y plantea la propuesta de una educación comunitaria que le “saque la vuelta” a la educación del Estado, que defiende al sistema imperante. Una educación comunitaria que parta de sus necesidades más urgentes, donde la currícula se elaboraba en comunidad (estudiantes, profesores, directivos y padres de familia) recuerdo que se mencionaba algunos colegios que desenvolvían dichas ideas, ejemplo: “Madre admirable” y “Fe y alegría” del Agustino.
Fueron múltiples visitas a su domicilio, así pudimos terminar la entrevista. Hace algunos años (2016) volvimos a visitarle y nos encontramos con la mala noticia de su enfermedad.
Pese a los años transcurridos desde su desaparición física, se hace necesario difundir y defender el legado del maestro, que sembró semillas de renovación, de cambio y seguimos en ese proceso, engarzado a los planteamientos de José Carlos Mariátegui, del cual Castillo Ríos fue un discípulo destacado. Un día como hoy cumple años el maestro, el mejor homenaje es plantearnos tareas para mantener y desarrollar el legado de CCR, serían las siguientes:
-          Conocer y estudiar las obras del maestro.
-          Difundir y reimprimir los libros de CCR
-          Fomentar el debate y discusión de las obras en relación a la realidad actual.
-          Llevar a las universidades el homenaje que corresponde a los aportes de CCR.
-          Coordinar esfuerzos para tales fines, con personas identificadas con la obra y aportes del maestro sanmarquino.
-          Finalmente publicar una biografía completa de CCR.

San Miguel, 18 de junio 2020.


La caridad según Carlos Castillo Ríos


¿Conoce Ud. la caridad?

Escribe Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco Espinoza
Es probable que usted, señora, que consume cosmeticos importados y le gustan los pasteles refinados, conozca la caridad. Búsquela en su repostero o entre sus cremas de belleza y a lo mejor la encuentra. Se usa ahora como sustituto de la mantequilla de cacao para hacer pasteles, como cosmetico para refrescar la piel y, ultimamente, hasta como articulo medicinal.
Dice Maroe Noêlle Terpend (1) que la caridad es un producto africano que proviene de una nuez que a su vez se extrae de un árbol que crece de manera silvestre, un poco a la aventura. Sin embargo, su produccion de nueces no obedece a un ciclo regular. A veces brota muy generosamente y otras se rehusa a germinar. Nadie podria decir, por ejemplo, si en 1983 habrá mucha o poca caridad, aunque algunos piensan que cada tres años se repite una produccion muy abundante y luego sigue una muy mala. Se debe a esta irregularidad que no haya plantaciones industriales de tan precioso fruto. Pero, entre años buenos y malos, la produccion de caridad llega, en promedio, a 150 mil toneladas de nueces anuales que, a su vez, provienen de muchos millones de árboles de Alto Volta, Malí, Nigeria y Togo.
La caridad la cosechan niños y mujeres negros. Ellos mueven los árbolers y sus madres recogen los frutos. Los árboles, por lo demas, no tienen dueños o tal vez seria más justo decir que todos son propietarios de los árboles de caridad y que los frutos pertenecen a quienes lo recogen. Todo hace pensar, sin embargo, que esta propiedad colectiva se va transformando en privada. Ya comienza: no son pocos los maridos que reclaman a sus mujeres el dinero de la venta del producto “porque la caridad fue recogida del campo que me pertenece”.
Pero la nuez de caridad, para que se convierta en aceite, crema o mantequilla, necesita ser penosamente ser trabajada. Eso significa que hay que sacarla al sol, fumigarla, coserla, seleccionar el germen, someterla de nuevo al fuego para provocar en ella sudoraciones, pelarla, laminarla, mezclarla con agua, amasarla y, por fin, lavarla. Sólo entonces se obtiene un aceoite limpio y puro. Estas operaciones, totalmente hechas a mano, duran dos largos días de trabajo para obtener, en el mejor de los casos, tres kilos de mantequilla. De 100 libras de nueces secas se obtiene, más o menos, 18 libras de crema. Para que el producto sea mejor, las africanas agregan a la paila donde hierve la caridad, hojas de mango y jugo de limón.
Lo curioso es que la mantequilla de caridad es, en realidad, una grasa que servia a los africanos para elaborar sus frituras y salsas. Tambien para untarse al cuerpo cuando adolecian de dolores reumaticos. Se le solia utilizar, asimismo, como argumento para aliviar úlceras y quemaduras. Servia tambien para hacer jabón hasta que un día se descubrio que la crema de caridad cumple una maravillosa función como cosmético femenino ya que refresca la piel deshidratada. Y entonces (ah la belleza femenina) comenzo la tragedia. Apenas la crema interesó al mercado europeo, los africanos ya no pueden consumir más. Los nativos tienen que renunciar a sus virtudes para que el producto sea vendido por la casa Frey o la Rouanet de Paris. La caridad se elabora, pero no se usa más en el Africa. Se la llevan las trasnacionales Unilever de Gran Bretaña, Arhus de Dinamarca, Fudji Itoh y Kaneka Mitsu Bishi de Japón y Karlshamm de Suecia. Se vende como crema facial, leche solar, shampú y extracto puro para hacer dulces y chocolates. Ultimamente se ha convertido en fármaco prescrito para las lesiones alveolo-dentales.
A cambio de la pasta que adquieren las trasnacionales, entregan divisas. Es decir, dólares que jamás llegan a las manos de los negros. Ellos reciben por su trabajo monedas desvalorizadas que nunca alcanzan para combatir el hambre. Los dolares se quedaban tambien en manos blancas. De esta manera la caridad enriquece a Europa dejando, para los niños y mujeres que la cosechan en Africa, salarios bajos que se convierten, después, en desnutrición y tuberculosis. Así es, después de todo, el comercio internacionla (Castillo, 1982, p. 11.).
(1). “La filiere carité” París, 1982. (Les dossiers faim-développment).
Referencia.
Castillo Ríos, C. (21 de julio de 1982). ¿Conoce Ud. la Caridad? La Republica, p. 11.
[Fotografía de Marco Espinoza]. (Lima. 2020). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, imágenes extraídas de los archivos periodísticos del Diario La República en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.