El problema agrario y el problema del indio
Escrito por José C. Mariátegui
Reeditado por Marco Espinoza
Quienes desde puntos de vista
socialistas estudiamos y definimos el problema del indio, empezamos por
declarar absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos,
en que, como una prolongación de la apostólica batalla del padre de Las Casas,
se apoyaba la antigua campaña pro-indígena. Nuestro primer esfuerzo tiende a
establecer su carácter de problema fundamentalmente económico. Insurgimos primeramente,
contra la tendencia instintiva –y defensiva- del criollo o “misti”, a reducirlo
a un problema exclusivamente administrativo, pedagógico, étnico o moral, para
escapar a toda costa del plano de la economía. Por esto, el más absurdo de los
reproches que se nos pueden dirigir es el de lirismo o literaturismo. Colocando
en primer plano el problema económico-social, asumimos la actitud menos lírica y
menos literaria posible.
No nos contentamos con reivindicar el
derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al
cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente, su derecho a la tierra. Esta
reivindicación perfectamente materialista, debería bastar para que no se nos
confundiese con los herederos o repetidores del verbo evangélico del gran fraile
español, a quien, de otra parte, tanto materialismo no nos impide admirar y
estimar fervorosamente.
Y este problema de la tierra –cuya solidaridad
con el problema del indio es demasiado evidente-, tampoco nos avenimos a
atenuarlo o adelgazarlo oportunistamente. Todo lo contrario. Por mi parte, yo
trato de plantearlo en términos absolutamente inequívocos y netos.
El problema agrario se presenta, ante
todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta liquidación
debía haber sido realizada ya por el régimen demo-burgués formalmente
establecido por la independencia. Pero en el Perú no hemos tenido en cien años
de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La
antigua clase feudal -camuflada o disfrazada de burguesía republicana- ha
conservado sus posiciones. La política de desamortización de la propiedad agraria
iniciada por la revolución de la Independencia –como una consecuencia lógica de
su ideología-, no condujo al desenvolvimiento de la pequeña propiedad. La vieja
clase terrateniente no había perdido su predominio. La supervivencia de un régimen
de latifundista produjo, en la práctica, el mantenimiento del latifundio. Sabido
es que la desamortización atacó más bien a la comunidad. Y el hecho es que
durante un siglo de república la gran propiedad agraria se ha reforzado y
engrandecido a despecho del liberalismo teórico de nuestra Constitución y de
las necesidades prácticas del desarrollo de nuestra economía capitalista. (Mariátegui,
1928, pp. 48-49)
Referencias
Mariátegui, J. C. (1928). 7 Ensayos de la Interpretación de la
Realidad Peruana. Ediciones cultura peruana: Lima, Perú.
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