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viernes, 31 de diciembre de 2021

𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐂𝐚𝐬𝐭𝐢𝐥𝐥𝐨 𝐑𝐢́𝐨𝐬 juegos y juguetes

 



La República de los niños

Juegos y Juguetes

Escribe Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

                

Porque Jesús nació en diciembre la cultura occidental y cristiana consagró todo el mes al culto de la paz y el amor. Es la navidad, dulce navidad para todo el mundo. Mes de perdón y de olvido. Mes, también, de los niños, los dulces y las tarjetas diseñadas en casa con papeles de color, escarcha, purpurina y mensajes portadores de felicidad y parabienes.

            Desde entonces, los niños de casi todo el mundo tenían un 25 de diciembre sólo para ellos. En ciertos hogares con pavo y nueces y en otros por lo menos con un humeante chocolate y panetón. Y después, niños de todas las edades, a jugar.

            Infancia y juego son partes de un mismo binomio. El juego es la manera que ha creado el niño para aprender a vivir. Por el juego se aproxima a la realidad y por obra y gracia de su imaginación, se convierte en aviador, medico, hombre invisible que lleva felicidad a todos los hogares y mago capaz de imponer el amor donde existe el odio.

            Desde principios del siglo XX la navidad era, en realidad, para creyentes y agnósticos, el día del amor. El día de la tregua, el día de la paz. El juego crea, a su vez, el juguete que fabrica el padre con sus mismas manos o lo imagina el niño con su enorme fantasía. Un trozo de madera que flota en la bañera es un suntuoso barco. Un sucio palo de escoba, inservible, un brioso corcel. El niño del campo hace aún mucho más: le da vida a las cosas. Y así conversa con la montaña, se asocia con el viento y canta con las aves. Son sus amigos personales, intransferibles, y con ellos teje sus sueños.

            Así, hasta la primera guerra mundial. Los juguetes, como la paz y el amor, no pudieron ingresar al mercado. La navidad no quería saber nada con las leyes de la oferta y la demanda se hacían los juguetes con nombre propio para obsequiarlos o se extraían de la fantasía y la imaginación. Navidad, blanca navidad para todo el mundo.

            El mundo ha pasado, desde entonces, otra guerra mundial y el sistema —esa mala palabra que se llama el “sistema”— convirtió el amor a los niños en mercancía y empezó a fabricar juguetes, millones de juguetes hechos en serie, odiosamente acabados y agresivamente perfectos. Mecanos, tinker-toys, ositos de peluchi y trenes eléctricos. Un encanto en verdad, pero también una fortuna. Abajo entonces la imaginación del niño y otra vez paso a la discriminación y la injusticia. El cielo con pilas para el niño rico y apenas un silbato de plástico para el niño pobre. Y todo esto a nombre del niño—Dios, de la paz y del amor. Ahora los niños, para estimular su imaginación, necesitan que alguien les de cuerda. Así es el capitalismo.

            Y todo esto se llama civilización y cultura occidental y cristiana. (Castillo, 1982, p. 9)

Referencias

Castillo Ríos, C. (23 de diciembre de 1981). La República de los niños. Juegos y Juguetes. La República, p. 11.

[Fotografía del Diario La República]. (Lima. 1981). Archivo fotográfico de la “Revista La Chispa”. Imágenes extraídas de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú: Lima, Perú.

jueves, 30 de diciembre de 2021

𝐋𝐨𝐬 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚. 𝐋𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐥𝐞𝐫𝐦𝐨

 


Los años cincuenta

La generación del Palermo

Escribe Carlos Castillo Ríos

Reeditado por Marco EspinozaS.

E

n la Universidad de La Cantuta están haciendo una investigación literaria sobre la llamada “generación del 50” y me piden, testigo que fui, rememoré aquellos tiempos. Y, en realidad, es muy agradable hacerlo.

            El punto de reunión para poetas, novelistas, cuentistas y aprendices era el patio de Letras de San Marcos y, en las noches, el bar Palermo, en la Colmena, cualquier día, pero siempre, indefectiblemente, los jueves. Era fácil advertir cierta tolerancia de su propietario y sus camareros al grupo pues consumíamos poco con relación a las muy prolongadas horas de tertulia. Pero no era por falta de sed, como de dinero. Las reuniones, cada vez más interesantes, servían para leer poemas, cuentos cortos, intercambiar comentarios sobre ultimas lecturas y, también, “chismear” un poco. Ahí nació nuestra primera publicación, una especie de acordeón impreso en fino papel lustroso y que se vendía al increíble precio de un sol. La pequeña revista se denominó, precisamente, “JUEVES”.

            Eleodoro Vargas Vicuña, un poco mayor que los demás y que venía de aditar “Nahuín”, era uno de los grandes animadores del grupo. Leía sus cuentos con especial destreza y voz microfónica nacida en sus practicas en Radio Nacional, donde tenia un programa cultural. Otro asiduo concurrente y conversador brillante era el ahora desaparecido Edgardo Pérez Luna quien entonces hacía poesía y no cesaba de hablar, con creciente admiración, de Juan Ríos y su obra literaria.

            Al Palermo llegaba, con mucha frecuencia, Washington Delgado que ya ejercía liderazgo sobre todos y era, como ahora, un brillante expositor. Su información, en materia cultural, era asombrosa. Solía acompañarlo Pablo Guevara quien, con unas cuantas copas y cuando estábamos en casa de confianza, bailaba tonadillas españolas. Desde San Marcos era buen amigo y animador del grupo Alberto Escobar entonces poeta un tanto reacio de ir al Palermo en las noches de bohemia. Pero ya era un estudioso e infatigable trabajador. Como muchos poetas se orientaban hacia “el deber ser social” Alberto reivindicaba el “deber ser amoroso”. Y lo puso en práctica con tanta devoción que con un hermoso poemario (“De misma travesía”) ganó un Premio Nacional de Cultura. Editaba, con Jorge Puccinelli, la revista “LETRAS” PERUANAS” que en alguno de sus números hizo una antología de los poetas menores de 25 años entre los que no podían dejar de estar, naturalmente, Washington, Pablo, Alejandro Romualdo, que hacía al mismo tiempo caricaturas e ilustraciones magistrales, Paco Benduzú, Gonzalo Rose, Blanca Varela, Lola Thorne, que aún no era pintora, Cecilia Bustamante, Leopoldo Chariarse, Américo Ferrari y otros que, por accidente, caíamos en esas páginas.

            Luis Alberto Sánchez, desde lo más alto de San Marcos, se negaba a consagrar en sus artículos y lecciones a cualquiera de los citados. Decía que no estaba seguro si hacían poesía por “imperativo biológico” (los románticos 20 a 25 años) o porque, en realidad, habitaba en ellos un autentico poeta. Bueno es recordar que ninguno era aprista pero tampoco comunista como que no había muchos libros marxistas a la mano y la gente del Palermo andaba demasiado deslumbrada por la literatura universal para ingresar a los complejos predios del materialismo científico. Pero todos eran, en cierto modo, una especie de socialistas intuitivos.

            No sólo poetas eran los miembros de “Jueves”. Por ahí caían Pablo Macera y su hermano Julio, Abelardo Oquendo y siempre, casi siempre, Esperanza Ruíz. Lima no estaba, entonces, acostumbrada a ver mujeres rodeadas de hombres que hablan de arte y trasnochaban en los bares, así que la miraban con recelo y curiosidad. Esperanza, cuando estaba en vena, cantaba “Pena, penita, pena” al estilo Lola Flores y fue la primera en partir para Europa. Se quedaron Nícida Coronado, Evalina Gayoso y Carmela Izaguirre.

            Lo curioso es que los literatos sanmarquinos de aquella época se conocían mucho entre sí, pero no eran conocidos —ni muy publicados— en Lima, por ser muy jóvenes. Muchos de ellos no habían sido descubiertos por el grueso publico y las paginas literarias estaban llenas de los ya consagrados Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, que aún no había partido a Suecia, y los inmortales Vallejo, Eguren y Martín Adán.

            También era muy conocidos los apristas llamados “poetas del pueblo” cuyas máximas expresiones eran Mario Florián, Garrido Malaver y Gustavo Valcárcel quien, en aquellos tiempos, cultivaba lo mejor de la poesía abstracta. (“Si pájaro de amor, de amor moría/ era su amor el ala que volaba/ geografía amorosa la surcaba, / aérea remembranza la envolvía”) así ganó los juegos florales de San Marcos. De aquel equipo fueron los ya extintos Manuel Scorza, Luis Carnero Checa y Guillermo Carnero Hocke, autor de un estupendo poema de Gandhi que hizo la misma noche que se supo de su muerte en Lima y que, según dijeron, fue traducido y publicado en el mundo entero.

            El rector de San Marcos era aprista y los ganadores de los Juegos Florales también. Mera coincidencia.

            En el Palermo funcionaba pues la más atractiva peña literaria de la época. Como a los poetas se les publicaba poco, cada uno andaba con sus versos al ristre, presto a leerlos. A veces se tenía que negociar: “oigo tus poemas, pero si te comprometes, después, a escuchar los míos”. No se trataba de dar a leer los poemas sino de entonarlos, hacerlos escuchar.

            La mesa literaria del Palermo crecía algunas noches. Carlos Eduardo Zavaleta estudiaba medicina, pero ya hacia literatura. Desde provincias llegaban Tulio Carrasco y Manuel Baquerizo. También hizo su aparición —muy delgado, arequipeñismo— Oswaldo Reynoso. Manuel Velásquez R. estaba con nosotros, pero también con el grupo de filosofía que rodeaba a Víctor Li Carrillo y al que pertenecía, también, Guillermo Lobatón. En el Palermo, en un ángulo de la mesa, muy tímido y respetuoso, callaba siempre un adolescente, todavía colegial: Livio Gómez.

            José Adolph era, entonces, un brillante periodista. Todos ignorábamos que escribía cuentos y muy buenos. Recuerdo que alguna vez imaginó un reportaje a una artista de fama mundial, también de la generación del 50:

            —Yo, señor, soy Sofía Loren

—Mucho “busto”, señorita… (Castillo, 1985, p. 55)

Referencias

Castillo Ríos, C. (23 de junio de 1985). La generación del Palermo. Artes y Letras de La República, p. 55.

[Fotografía del periódico La República]. (Lima. 1985). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa, extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.

lunes, 27 de diciembre de 2021

𝐋A INFANCIA 𝐫𝐞𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐯𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐆𝐨𝐛𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨

 

Foto marcoespinozaS.


Denuncia Dr. Castillo en Semanario sobre Legislación del Menor

Organismos oficiales carecen de sensibilidad frente al problema de los menores

“La infancia requiere acciones decisivas del Gobierno”

Escribe: La República

Reeditado por Marco EspinozaS.

                

En la fecha de clausura del Seminario sobre Legislación del Menor, el doctor Carlos Castillo Ríos hizo suyas las denuncias de este diario sobre las ilegalidades en las adopciones, pero encontró de parte del panel organizador una actitud fría y distante.

            Castillo baso sus denuncias en las publicaciones de “La República” y en las investigaciones de su vasta experiencia, para acusar a los organismos oficiales de “lenidad y falta de sensibilidad ante los problemas de los menores”. Se extrañó que el Poder Judicial sólo abriera proceso disciplinario a una autoridad comprometida en serias irregularidades y comparó esa situación con lo que ocurre frecuentemente con los niños que se inician en el delito.

            “Mientras un muchacho que por necesidad roba una cartera recibe todo el peso de la ley” —dijo— “a los jueces a quienes se les prueba actitudes dolosas que afectan la vida y el destino de los niños, únicamente se les abre proceso disciplinario”. Añadió que mientras tanto, un magistrado con esos agravantes, puede seguir ejerciendo sus funciones, sin sufrir siquiera suspensión provisional.

            En un momento de su disertación, Castillo Ríos fue interrumpido por la Dra. Gloria Becerra —una de las moderadoras—, quien pretendió reducir las informaciones a propósitos sensacionalistas del periodismo. “Estas reuniones —dijo la Dra. Becerra” tienen el fin de discutir y corregir esos problemas mejorando las leyes”.

            El abogado y profesor sanmarquino retomó entonces el curso de su exposición, para señalar que el problema de la infancia va más allá de las leyes y que requiere de acciones decisivas del Gobierno y la colectividad. Consultado Castillo respecto de fórmulas especificas que a su juicio permitirían contribuir a resolver los problemas de la infancia, respondió:

¾     Bajando el precio de la leche, permitir que la Comunidad organizada se exprese a través del Consejo Nacional de Menores y alentando cambios en los medios de comunicación con programas realmente educativos.

En otro momento, Castillo Ríos recordó que desde 1962 el Perú cuenta con un Código de Menores que, según dijo, no funciona, aunque le reconoció virtudes teóricas como ser progresista y amplio, respecto de las funciones que deben cumplir los jueces.  “Creo —precisó el especialista— que el Código manda que los jueces trabajen los problemas de los menores en el terreno donde se originan los conflictos y les impele a despegarse del papel sellado”.

            Aquí se produjo otra intervención, esta vez de parte de asistentes al seminario, que apoyaron las tesis de Castillo Ríos y se solidarizaron con sus propuestas. Abogados, funcionarios de instituciones de protección a la infancia, policías y madres de familia, manifestaron con aplausos su adhesión, y el disertante reanudó su exposición.

            Recordó entonces que la legislación de menores en todo el mundo se basa en las ideas del norteamericano Lindstrom, quien acuñó un aforismo vigente en nuestros días: “Cuando un menor roba una bicicleta, importa el menor, no la bicicleta”, citó Castillo.

Añadió entonces que el derecho de menores es un derecho especial, inherente a los demás derechos. Esto significa —señaló— que los jueces de menores no son ni deben ser árbitros, sino protectores.

“Estos son los únicos jueces a quienes se les exige parcialidad”, arengó el expositor, culminando así su polémica disertación.

El Seminario concluyó anoche en el Hotel Bolívar, y fue organizado por el INABIF —Instituto Nacional de Bienestar Familiar— con el auspicio de UNICEF: Organización de las Naciones Unidas para la protección de la Infancia. (La República, 1981, p. 15)

Referencia

La República. (28 de noviembre de 1981). “La infancia requiere acciones decisivas del Gobierno”. p. 15.

[Fotografía del diario La República]. (Lima. 1981). Archivo fotográfico de la Revista La Chispa. Extraído de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú.