Para comprender este artículo del Doctor Carlos Castillo
Ríos, debemos situarnos en el año 1983, exactamente el 13 de noviembre, fecha
en la cual se llevaron a cabo las Elecciones Municipales, saliendo ganador el candidato
por “Izquierda Unida”: Alfonso Barrantes Lingán. Para ese entonces Castillo
estaba entusiasmado con los planes políticos del partido, encabezados por
Barrantes, para ese entonces saldría como Regidor, conjuntamente con: Henry
Pease, César Rojas, Ángel Delgado, Oscar Ugarte y Eduardo Vega. A inicios de
los primeros meses de su gestión, Carlos Castillo diría lo siguiente:
Municipio, TV y espectáculos
Escribe: Carlos Castillo Ríos
Reeditado por Marco EspinozaS.
La municipalidad de Lima viene siendo,
de un tiempo a esta parte, objeto de ataques sistemáticos, persistentes y, al
parecer, concertados. No son pocos los periódicos, revistas, emisoras de radio
y televisión que han agregado a sus objetivos diarios el echar sombras, cuando
no de nuestros, a la nueva administración municipal en general y a la de su
alcalde en particular. Nada de lo que hace el Consejo Provincial está bien
hecho. Como si Lima hubiese sido siempre una ciudad limpia, sin ambulantes y
sin problemas de tránsito, pareciera que sus males comenzaron este año con la
llegada de los socialistas al gobierno local.
No tiene la municipalidad limeña, por
otra parte, medios de defensa. Está sujeta, por ejemplo, a lo que la TV diga de
ella, con o sin razón. No cuenta la gente de izquierda, como el alvismo de
Acción Popular, de un canal del Estado a su servicio. No tiene, como el Apra,
apasionados defensores. Ni siquiera pertenecen a sus filas algunos de los
locutores o comentaristas de los canales privados y televisión. Por eso la
avalancha de ataques contra la Municipalidad de Lima Metropolitana se hace
presente diariamente y a cada rato en las noticias, comentarios, parodias, imitaciones
y comedias del mundo del espectáculo televisivo sin que nadie pueda aclarar,
defender o, por lo menos, protestar. Así las cosas, tenemos que admitir que
parte del prestigio de la municipalidad limeña está, en cierto modo, no en las
manos sino en las voces de locutores y artistas de la televisión. O, para ser
más precisos, de sus amos o patrones.
Es natural, por una parte, que así sea
ya que mal pueden ser partidarios del socialismo quienes son propietarios de
tan poderosos medios de producción; pero, sin embargo, no es justo. Es ciertamente
la gente que conduce las riendas de los espectáculos públicos y trabaja en televisión,
quienes menos tendrían que quejarse de la Municipalidad de Lima, como se podrá apreciar
a continuación:
1)
Por
el Decreto Legislativo N° 191 están exonerados de pagar de impuestos municipales
todos los espectáculos que cumplen función cultural y artística. Es la forma
como el Estado ha previsto la promoción de la cultura y la defensa de los
valores nacionales. Tal es la ley pero la realidad es distinta, como se podrá apreciar
a continuación:
a)
El
espectáculo Concurso Miss Perú que cada año se presenta en el nuevo teatro AMAUTA no
paga ningún impuesto a la municipalidad porque sus empresarios y conductores –también
dueños de un canal de televisión- dicen que se trata de un espectáculo cultural.
b)
Aquel
juego denominado Fútbol Rápido que quiebra con todas las leyes del deporte y que
está dejando a los estadios sin público, no hace ningún aporte a las arcas
ediles porque sus empresarios -¡siempre los mismos!- sostienen que aquellas son
sesiones de arte, cultura, imaginación creadora y deporte.
c)
Locos
y locas del 84,
una revista de variedades que se presenta en el teatro Leguía, tampoco paga
impuestos porque su empresario, un integrante, de Risas y salsa, sostiene: 1)
Que aquella es obra cultural y artística; y 2) Que como en este país jamás
pagaron impuestos Augusto Polo Campos, Augusto Ferrando y ni siquiera el
extranjero Miguel Bosé, mal podrían cobrarle a él.
d)
Trampolín
a la fama que es
un concurso de aficionados que periódicamente se presenta en teatros del país,
tampoco acepta pagar impuestos municipales aduciendo lo peruano de sus empresarios
y artistas y lo criollo de su espectáculo.
Total, y para terminar, los teatros se
llenan con espectáculos frívolos que en nada exaltan el arte y la cultura, por
sus boleterías circulan millones de soles noche tras noche, función tras función,
y la, municipalidad se queda al margen con sus formularios llenos y sus manos vacías.
Pero eso no es todo. En otra oportunidad nos ocuparemos de cómo espectáculos extranjeros
–Miguel Bosé y Raphael, por ejemplo- eluden pagar a la municipalidad y de los
auspicios que hace el Instituto Nacional de Cultura. El debate debe comenzar
porque no hay mal que dure cien años ni municipalidad que los aguante. (Castillo,
1984, p. 11)
Referencias.
Castillo Ríos, C, (4 de junio de 1984). Municipio, TV y
espectáculos. La Republica, p. 11.
[Fotografía de Marco
Espinoza]. (Lima. 2019). Archivo fotográfico de la Hemeroteca de la Biblioteca
Nacional del Perú.
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